La contingencia sanitaria que se vive en el mundo ha provocado la disminución del ruido antropogénico producido por las vibraciones de la actividad humana. Ello se debe al aislamiento como medida ante el COVID-19.
Para los geofísicos que estudian el comportamiento de la tierra, la disminución de ruido se ha convertido en una condición invaluable para la calidad de datos que recaban.
Sin embargo, en la zona costera del Pacífico el ruido se mantiene, “probablemente por la presencia de vacacionistas”, ha explicado el Servicio Sismológico Nacional, adscrito al Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“La disminución de ruido permite, por ejemplo, a quienes analizan datos de las estaciones sismológicas hacerlo en condiciones excepcionalmente buenas”.
El ruido antropogénico se mide con sensores llamados sismómetros, los mismos que se utilizan para registrar la actividad sísmica.
Los expertos explican que, en condiciones normales, el ruido antropogénico ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas, sobre todo en las ciudades “como resultado del crecimiento de la población, la urbanización, la globalización de las redes de transporte y la expansión de las extracciones de recursos”.
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En México, los datos de estas mediciones se concentran en el SSN y en otras redes de monitoreo sísmico que opera la Universidad Nacional, y son analizados por sismólogos de diversos centros e institutos de esta casa de estudios.
“Se ha detectado que, a partir de la contingencia sanitaria, los niveles de ruido antropogénico en el valle de México y otras ciudades como Querétaro han disminuido gradualmente, sobre todo la última semana”, afirma el Servicio Sismológico.
Esta contaminación sónica es capaz de alterar el entorno acústico de los hábitats acuáticos y terrestres, lo que puede tener afectaciones graves en los animales que viven en ellos.
De acuerdo con un artículo de la UNAM, el ruido antropogénico tiene el potencial de causar estrés, distraer y enmascarar sonidos importantes y, por lo tanto, afectar el comportamiento de los animales.
“La evidencia generada a partir de varios estudios es considerable, particularmente entre las aves cantoras y en los mamíferos marinos, que dependen en gran medida de la comunicación sonora y vocal. Por ejemplo, se ha demostrado que el ruido de los barcos puede afectar el comportamiento vocal y producir estrés fisiológico en los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas)”.
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En el mundo, Ciudad de México se encuentra entre las ocho ciudades más ruidosas, indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), de acuerdo con el Índice Mundial de la Audición, que analiza 50 ciudades.
La capital de México se ubica en el mismo grupo de Cantón, China; Nueva Delhi, India; El Cairo, Egipto; Bombay, India; Estambul, Turquía; Barcelona, España; y París, Francia.
El Sismológico Nacional, adscrito a la UNAM, refuerza el mensaje de que, si puedes, te quedes en casa. “Mientras más respetemos esta medida hoy, más beneficios sociales y de salud tendremos mañana”.