Un grupo altamente calificado de científicos, académicos y ganadores del Premio Nobel, respaldado por multimillonarios, se ha reunido para investigar nuevas maneras de combatir el COVID-19.
El conciliábulo, conocido como Científicos para Detener el COVID-19, ha trabajado tras bambalinas en los meses recientes para compilar un informe de asesoría en el que se describen las que, en su opinión, son las mejores maneras de tratar esta enfermedad infecciosa y restaurar la economía.
La existencia del grupo se informó por primera vez en The Wall Street Journal (WSJ), que reveló que su trabajo ya había sido entregado al vicepresidente estadounidense Mike Pence, quien encabeza al equipo especial de la Casa Blanca sobre el coronavirus, y que dicho trabajo ha influido en decisiones tomadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y del Departamento de Asuntos de los Veteranos (DVA, por sus siglas en inglés).
El grupo, encabezado por el médico convertido en capitalista de riesgo Tom Cahill, aprovecha el conocimiento compartido de al menos una docena de hombres y mujeres que trabajan en las más altas esferas de la comunidad científica y académica.
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Entre los miembros actuales están Akiko Iwasaki, Catedrática de Inmunobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, Lynn Goldman, Decana y Catedrática de la Universidad George Washington, Stuart Schreiber, Catedrático de Química y Química Biológica de la Universidad de Harvard, y muchos más.
El WSJ informó que Cahill ha aprovechado las relaciones establecidas a través de su empresa de inversiones con personas como los multimillonarios Peter Thiel, Jim Palotta y Michael Milken.
En un informe obtenido por el WSJ se identifican varios medicamentos que podría ser utilizados para tratar el COVID-19 y se menciona a las empresas estadounidenses que están mejor preparadas para ayudar a producir, distribuir o investigar productos farmacéuticos, medicamentos o anticuerpos.
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Los miembros del grupo estudian investigaciones revisadas por pares para hallar los resultados más promisorios y luego intentan hacerlas llegar a funcionarios de salud y al gobierno federal.
En el informe de 17 páginas se afirma que ninguno de los miembros del grupo tiene “ningún interés financiero conocido, directo o indirecto”, en las empresas mencionadas en el análisis. En el WSJ se indica que algunos planes parecen ser “poco ortodoxos”, como la propuesta de tratar a los pacientes con medicamentos diseñados en primera instancia para atender el ébola, utilizando dosis mayores a las que se había utilizado en el pasado.
“La guerra contra el COVID-19 se emprende en muchos frentes”, señala el informe.
“Describimos planes para desarrollar terapias y vacunas y para reabrir nuestros negocios y escuelas, los cuales podrían desplegarse en varias olas.
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“Somos un grupo de ciudadanos-científicos apasionados que ofrecemos cuatro propuestas prácticas y no partidistas para generar terapias y vacunas seguras y efectivas contra el COVID-19 en un lapso lo más breve posible, y para reabrir nuestra sociedad de una manera que reduzca el riesgo de futuros brotes de COVID-19”. Más adelante, describen con detalles un plan de cuatro puntos.
De acuerdo con el equipo, la primera ola de terapias se centrará en el uso de medicamentos existentes que se sometieron a pruebas durante abril y mayo de 2020 y se utilizarán de inmediato a partir de ahí.
En la segunda ola, se desarrollarán medicamentos con anticuerpos que se probarán de junio a agosto de 2020. La tercera es la creación de vacunas, con un periodo de pruebas que iría de marzo de 2020 a marzo de 2021.
El cuarto punto, que es la reapertura de la economía, debería comenzar entre mayo y junio de este año, pero deberá basarse en informes de síntomas y pruebas de virus, ambos basados en el conocimiento científico, afirman.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek