¡Qué influenza ni que ocho cuartos!, exclamó AMLO en Tamulté de las Sabanas hace 11 años. En aquella ocasión, las autoridades sanitarias de la zona habían prohibido las concentraciones masivas para evitar la propagación del virus AH1N1, que amenazaba con convertirse en pandemia. Pero Andrés Manuel tenía planeado un mitin. Al enterarse de que las autoridades sanitarias osaban impedir el acto político, dijo: “El virus que más afecta a la población es el mal gobierno”. Rompió el cerco, plantó a su gente y arrancó el acto político.
La frase mostró el absoluto desprecio de López Obrador por las previsiones sanitarias.
Hoy la terca biología se vuelve a entrometer en su camino solo que con serias diferencias. La primera, que ya no es presidente legítimo; hoy es presidente en funciones y sus decisiones tienen un efecto determinante en el país. La segunda, que el virus que ha entrado en México es una pandemia y ha creado estragos en la salud de la población mundial.
Su actitud ante los desastres biológicos no ha cambiado, más bien, se ha recrudecido.
El 3 de marzo, la epidemióloga del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), María Elena Lavín, fue despedida por hacer del conocimiento público la falta de protocolos sanitarios para recibir a los viajeros internacionales.
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El martes 10 de marzo llegó un avión de Italia. A estas alturas ya había una inspección sanitaria y los pasajeros pasaron por esta. En el vuelo, de acuerdo con la información de la reportera Patricia Rodríguez Calva, venían dos pasajeros con fiebre; sin embargo, a todos los pasajeros, después de contestar un cuestionario, se les permitió la entrada. La suposición de que alguno de los pasajeros fuera portador del virus no es descabellada.
El Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) ha identificado la presencia del virus en México y la llegada de vuelos a todo el país, sin protocolos sanitarios estrictos, permiten suponer un crecimiento de la pandemia que nunca conoceremos, pues el sistema de salud carece de las pruebas para determinar la infección. Del mismo modo se desconocerán las muertes por esta.
La tercera, que la pandemia en cuestión está creando fuertes presiones económicas en el mundo. Los errores de la presente administración amenazan con convertir todo ello en una tormenta perfecta, pues las variables se están alineando peligrosamente en nuestra contra.
En la economía interna tuvimos un crecimiento nulo en 2019, al que seguirá una contracción económica en 2020. Esto se debe a la desconfianza generalizada de los inversionistas nacionales fruto de la falta de seriedad de la presente administración.
A esto hay que añadirle las pérdidas exorbitantes de Pemex y la CFE.
La economía externa está entrando en crisis. El motor de nuestra economía es el comercio exterior, pues las exportaciones representan más del 75 por ciento del producto interno bruto del país (PIB).1
La demanda del petróleo se ha reducido drásticamente y Arabia Saudita ha iniciado una guerra de precios que tumbó el precio del petróleo. Esto reduce aún más las posibilidades de Pemex.
El presidente y su equipo ahuyentaron la confianza de los pequeños y medianos empresarios nacionales, y la de los inversionistas internacionales se perdió poco a poco al ver la falta de oficio de algunas de las principales cabezas del gabinete, para terminar de derrumbarse con las calificaciones de grado de riesgo que emiten las consultoras internacionales.
El presidente López Obrador mantiene entre sus objetivos el control de la devaluación, el control de la inflación y el equilibrio presupuestario. Tres virtudes innegables de su ejercicio.
Pero todo esto amenaza con crear un efecto en cascada que puede cancelar estas virtudes y que sería demoledor para la economía nacional.
Poco o nada puede hacer el presidente para controlar las variables externas, pero las internas son su responsabilidad y en este momento es vital la confianza de los inversionistas cuyo apoyo, en los meses por venir, le será indispensable.
Es necesario un cambio de estrategia, pero nuestro presidente se aferra a su discurso. Recientemente, en su conferencia mañanera declaró: “Estamos actuando profesionalmente porque también, imagínense, los conservadores me echarían la culpa también a mí del coronavirus”.
El buscar culpables de su ineficiencia ha dejado de funcionar y aleja más la confianza que le resulta vital en estos momentos.
El problema del coronavirus se considera estacional y en los meses de calor, que están a la vuelta de la esquina, dejará de ser una amenaza seria. Los mercados poco a poco volverán a la normalidad. No así México, que tendrá que remontar el daño a su economía en medio de una crisis de confianza interna.
En el número 2192, correspondiente al 4 de noviembre de 2018, el semanario Proceso en su portada publicó una foto de medio cuerpo del presidente López Obrador, que acababa de cancelar la obra del NAIM, y el cintillo de la foto decía: “AMLO se aísla. El fantasma del fracaso”.
Hoy el presidente ve cómo el fantasma, atisbado por Proceso, se materializa y amenaza su sexenio. Es imperioso un golpe de timón, un cambio de estrategia que nos ayude a capotear la tormenta. Si no lo da veremos cómo el país se nos destroza de ocho cuartos en ocho cuartos.
VAGON DE CABÚS
El colectivo feminista Brujas del Mar convocó a un paro nacional y, al hacerlo, ha descubierto la fuerza hasta hoy desconocida de nuestras mujeres. Madres, hijas y hermanas han revelado poder de convocatoria y de grupo ante todos, y todos estamos muy orgullosos de ellas.
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El autor es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias.
1. Cifras del comercio exterior en México, reporte de Santander Trade Markets.