Se acabaron los boletos sencillos y los abonos mensuales. Viajar en transporte público en Luxemburgo es gratis a partir de este sábado, y el pequeño reino europeo se convierte así en el primer país del mundo en adoptar esta medida.
“Estoy contenta. Es una buena medida ecológica. Y nos facilita la vida el no tener que comprar una tarjeta de transporte cada mes” que cuesta 25 euros (28 dólares), se felicita Anna Beirrao, bajando del tranvía el sábado.
“Puede que cada vez más personas usen los transportes públicos ahora”, agrega Thierry, otro pasajero.
“¡Ah! ¡Es gratis! No lo sabía”, celebra Dominique, que espera su tren en la estación central de Luxemburgo.
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Las máquinas automáticas donde se compran los billetes van a desaparecer poco a poco del país. Sólo el tren de Luxemburgo seguirá siendo un servicio de pago. Los revisores de los transportes públicos serán integrados en otros servicios, pero no ocultan sus miedos.
“No sabemos qué va a ser de nosotros. Todos los agentes de los transportes públicos están preocupados”, dice Yannick a la AFP.
Un 40% de los hogares de Luxemburgo usa el transporte público y esta decisión será, según el gobierno, un importante ahorro anual para los hogares.
La medida también está destinada a reducir los atascos, máxime cuando el vehículo es el medio de transporte más utilizado en el país: un 47% de los desplazamientos por motivos de trabajo y un 71% por placer, según un sondeo de 2018 de TNS Ilres.
Luxembargo, con 610,000 habitantes y un tamaño equivalente a una octava parte de El Salvador, es reputado por sus atascos en el centro de la capital, donde la construcción del tranvía está en marcha desde hace años.
El primer tramo del tranvía está operativo desde fines de 2017. Un 32% de los desplazamientos para ir al trabajo se realizan en autobús, mientras que el tren es utilizado por el 19%.
Gratuidad financiada con impuestos
Algunas ciudades en el mundo ya han puesto en marcha parcialmente sistemas gratuitos -a ciertas horas o para determinados medios de transporte-, pero por primera vez se aplica a todo un país, según el ministerio luxemburgués de la Movilidad.
En este pequeño país, los ingresos generados por la venta de los billetes y de los abonos se elevan a 41 millones de euros (45 millones de dólares) anuales, un 8% del costo anual del transporte público, que se financiará ahora por los impuestos, según las autoridades.
Luxemburgo tiene previsto reorganizar así su red de autobuses regionales para 2021 con el objetivo de convertirla en la más densa de Europa, según su ministro de la Movilidad, el ecologista François Bausch.
“La inversión sistemática y continua es una condición imprescindible para promover el atractivo del transporte público”, agregó el ministro, miembro de la coalición de liberales, socialistas y ecologistas.
Los atascos también son recurrentes en las fronteras de Luxemburgo, ya que casi la mitad de los trabajadores del país (46%) vive en las vecinas Francia, Bélgica y Alemania.
Unos 200,000 trabajadores fronterizos, así como la población residente, utilizan en su mayoría el vehículo para ir al trabajo.