Un grupo de científicos desarrollo árboles genéticamente modificados para evitar que liberen un gas que, según se cree, contribuye al cambio climático y a la mala calidad del aire.
Un equipo internacional de investigadores utilizó una técnica para silenciar la expresión de un gen en los álamos para que éstos dejen de liberar isopreno, un compuesto orgánico común que reacciona con otras sustancias de la atmósfera para formar distintos tipos de aerosol y ozono. Los hallazgos fueron publicados en la revista PNAS.
Los álamos son una fuente de biocombustible y también se utilizan para fabricar productos como el papel y la madera contrachapada. Estas plantas ocupan una superficie de más de 94,000 km² de tierra en todo el mundo, más del doble que hace 15 años.
Distintas plantas, entre ellas, los álamos, generan isopreno cuando están en condiciones de estrés, por ejemplo, después de un aumento pronunciado en la temperatura o durante las sequías. Tras ser liberado en la atmósfera y combinarse con sustancias contaminantes emitidas por vehículos alimentados con combustibles fósiles, este gas genera ozono potencialmente dañino en el nivel del suelo. El isopreno también aumenta el tiempo de vida del metano, que es un gas de efecto invernadero, así como la producción de aerosoles en la atmósfera, “todo lo cual influye en el presupuesto energético global y/o produce la degradación de la calidad del aire”, así como del clima, escribieron los autores.
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El equipo planto estos árboles en Oregón y Arizona y observó su desarrollo durante un período de entre tres y cuatro años.
Mediante la modificación del código genético de estos árboles, los científicos pudieron suprimir la producción de isopreno sin afectar la cantidad de biocombustible que producen. Al parecer, los álamos modificados también se desarrollaron adecuadamente, al igual que otros árboles de la misma especie que no fueron modificados y que también pueden utilizar el isopreno para combatir el estrés.
Russell Monson, catedrático de ecología y biología evolutiva de la Universidad de Arizona y autor principal del estudio, explicó el proceso: “La supresión de la producción de isopreno en las hojas ha producido rutas alternativas de señalización que parecen compensar la pérdida de tolerancia al estrés debida al isopreno”, dijo en una declaración.
“Los árboles mostraron una respuesta inteligente que les permitió resolver la pérdida de isopreno y obtener el mismo resultado, tolerando eficazmente el estrés provocado por las altas temperaturas y por la sequía”.
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Steven Strauss, coautor del estudio y catedrático distinguido de biotecnología forestal de la Universidad Estatal de Oregón, añadió: “Eso era lo que queríamos estudiar: ¿es posible disminuir la producción de isopreno, e influye esto en la productividad de la biomasa y en la salud general de la planta? Al parecer, esto no perjudica de manera importante ninguno de estos elementos.
“Nuestros hallazgos sugieren que las emisiones de isopreno pueden reducirse sin afectar la producción de biomasa en las plantaciones de bosques templados”.
El equipo piensa que los niveles de biocombustibles no resultaron afectados porque éste se genera antes de la parte más cálida y seca de la temporada de crecimiento.
Monson afirmó: “Esto significa que, en el caso de esta especie, el ciclo de crecimiento estacional natural trabaja a favor de una alta producción de biomasa, cuando los efectos beneficiosos del isopreno son menos necesarios.
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“El hecho de que puedan producirse cultivos de álamos en una forma que disminuya su impacto en la atmósfera sin reducir de manera significativa la producción de biomasa nos hace ser muy optimistas”, afirmó. “Nuestro objetivo es lograr una mayor sustentabilidad ambiental, al tiempo que desarrollamos fuentes de biomasa a una escala de plantaciones enteras, las cuales puedan servir como alternativas a los combustibles fósiles”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek