El conflicto político entre Cataluña y el Estado español es un conflicto europeo. Hoy, la lucha por la democracia y los derechos civiles y políticos de los catalanes es un asunto interno, sí, pero un asunto interno europeo. Cataluña pide democracia, reivindica justicia. Europa tiene una oportunidad.
La represión española ha llegado esta semana en el corazón de Europa a través del conflicto judicial abierto sobre las actas de los eurodiputados independentistas catalanes. La mía, de momento, ha sido vetada por la actuación irregular de la justicia española, pero hemos conseguido que el presidente Puigdemont y el “conceller” Comín ya sean eurodiputados. Ha sido una alegría inmensa poder ver a los compañeros sentados en sus escaños y estoy convencido de que volveré a ser eurodiputado, como ya lo fui en el año 2009, y nos abrazaremos en poco tiempo dentro del Parlamento Europeo.
Siempre hemos defendido que se trataba de un conflicto europeo, pero hoy ya es innegable. La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sacó los colores a la justicia española, dejando muy claro que soy eurodiputado (también Puigdemont y Comín) por la elección de los ciudadanos y no por unos trámites concretos que España me impidió hacer. Y al ser eurodiputado, como todos los miembros del Parlamento Europeo, disfruto de inmunidad parlamentaria que debería haber evitado que me sentenciaran a 13 años de cárcel. La sentencia del TJUE constata dos hechos: soy eurodiputado a pesar de las trabas de España, y a la vez, también constata que se han vulnerado mis derechos porque no he podido ejercer como tal y porque se ha sentenciado sobre mí sin que antes el Tribunal Supremo pidiera un suplicatorio al Parlamento Europeo para poder juzgarme.
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Vivimos tiempos difíciles para la democracia en todo el mundo, los mecanismos de lawfare se extienden y permiten que los poderes ocultos ataquen la democracia y sus valores fundacionales para poner y quitar presidentes, cargos públicos y alterar mayorías. Esto es lo que está pasando en España desde hace unos años, en que el independentismo catalán se ha convertido en un movimiento mayoritario en nuestro país. Pero es un problema global y que afecta también a los valores fundacionales de la Unión Europea.
Europa no puede mirar hacia otro lado cuando uno de los Estados miembros decide incumplir una sentencia judicial europea y enfrentarse directamente a la soberanía de la Unión. España está retando Europa, consciente de que la Unión Europea no dispone de suficientes mecanismos para imponerse. No les importa perder reputación o legitimidad internacional si pueden arrinconar los liderazgos del independentismo.
Estoy convencido de que vamos a ganar judicialmente la batalla contra el Estado español. El listado de vulneraciones de derechos es infinito, pero será dentro de mucho tiempo y los poderes del Estado ya habrán conseguido su propósito: apartarnos de la vida política y ejercer la venganza contra quienes considera sus enemigos. Somos los máximos defensores de la democracia, de la libertad y de Europa y, por ello, estamos convencidos de que la victoria llegará desde las instituciones europeas. Por ello, hacemos un llamamiento a los demócratas europeos para que ayuden a hacer útil el proceso de diálogo entre Cataluña y España que hemos iniciado y que exijan el fin de una represión que nos transporta a los momentos más oscuros de la democracia europea. Les pedimos también que detengan un suplicatorio contra los eurodiputados Puigdemont y Comín que no busca justicia, sino venganza. Está en sus manos evitarlo.
La represión no es ninguna solución. Solo lo serán el diálogo, la política y la democracia. Por eso, defendemos el fin de la represión a través de una amnistía a toda la causa contra el independentismo, defendemos iniciar una mesa de negociación entre Cataluña y España y finalmente votar en un referéndum sobre la independencia como han podido hacer otras democracias como la escocesa.
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El conflicto catalán ha dejado de ser solo la aspiración legítima de una parte muy importante del pueblo catalán para pasar a ser un problema de vulneración de derechos humanos y un conflicto democrático en el corazón de Europa.
Recibimos apoyos de toda Europa, pero necesitamos que Europa intervenga para defender la democracia. La UE debe avanzar para encontrar un mecanismo democrático que aborde el fin de la represión y el derecho a la autodeterminación.
Este proceso es una oportunidad para Europa para ponerse del lado de la democracia y luchar contra aquellas fuerzas que la quieren destruir. Los demócratas europeos deben saber que los enemigos de los independentistas, que son la extrema derecha representada por VOX, son también los enemigos de Europa. Salvini, Orban, Le Pen o Abascal son lo mismo. Defender la democracia en Cataluña es defender Europa y su supervivencia. No desperdiciemos esta oportunidad, defendemos la democracia para salvar Europa.
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El autor es presidente de ERC y eurodiputado.