“Pronto estarás con nosotros hermano. Te amo”, escribió la joven desde su perfil de Facebook mientras que las labores de búsqueda de Juan Macías Zúñiga, de 24 años de edad, siguen su curso en las playas de Maruata, Michoacán.
Las horas pasan y la esperanza sigue intacta. La familia hidrocálida sigue en pie con la búsqueda del joven desaparecido en aquella zona marítima mientras que sus recursos financieros se agotan y es nulo el apoyo gubernamental que han recibido para proseguir con las labores de búsqueda que por día, tienen un elevado costo, difícil de sortear.
Juan lleva como tatuajes el Escudo Nacional Mexicano, la lada de Aguascalientes y sus apellidos, desapareció aquel sábado 16 de noviembre en el mar de Maruata “el día 16 de noviembre de este año nuestra familia sufrió uno de los más grandes dolores que se pueden sentir”, se lee en una misiva hecha pública en la que se pide al Gobierno de Aguascalientes su actuación.
Y desde el núcleo gubernamental, nadie hace nada, lo único que confirman es que en caso de que le encuentren, el traslado será apoyado por el Estado, pero de las labores de búsqueda se han mantenido al margen a pesar del origen hidrocálido del joven desaparecido.
Sus familiares optaron por detener las colectas públicas para auxilio del rescate pues no faltó quienes se aprovecharan de esta tragedia familiar para timar a quienes de buena voluntad giraron alguna ayuda económica. Ahora, sólo resta que las autoridades de Aguascalientes auxilien financieramente en un acto de responsabilidad y empatía, lo cual, hasta el momento, no ha sucedido.
Por su parte, el Gobierno de Michoacán tampoco ha intervenido en el asunto que fue reportado en Nayarit, Puerto Vallarta, Manzanillo, Colima y demás poblados cercanos por si el mar arrojara a Juan en alguno de ellos.
La Secretaría de Marina sólo interviene en la búsqueda dos horas, previa autorización y registros burocráticos de oficios entre gobiernos, y mientras, tanto, una familia de Aguascalientes sufre por la no localización del cuerpo de Juan, hermano, hijo, amigo de quienes mantienen la esperanza de que el sentido humano de un Gobierno les auxilie en su misión de encontrar a quien tiene tatuado en su cuerpo el mismo Escudo Nacional.