El cannabidiol (CBD) es un alcaloide de Cannabis sativa, la cual contiene otro componente natural muy conocido: tetrahidrocannabinol (THC), lo que te lleva de viaje.
Esta planta se ha cultivado durante miles de milenios en dos variedades básicas: marihuana, desarrollada para maximizar el THC; y cáñamo, que minimiza esa misma sustancia.
Gracias a la Ley Agrícola que el Congreso de Estados Unidos aprobó en 2018, el cultivo de cáñamo está mucho menos regulado y restringido que el de la marihuana, si bien los reglamentos dependen de cada estado. Según la ley federal, la planta se considera cáñamo si el nivel de THC es inferior a 0.3 por ciento. Esto significa que el cáñamo tiene alrededor de un centésimo de la cantidad de THC que suelen contener las plantas de marihuana actuales: demasiado poco para que alguien se ponga un viaje sin consumir, de una sentada, cantidades enormes de cualquier producto derivado del cáñamo.
La planta de cáñamo es más resistente y rala que la marihuana, y carece de los grandes cogollos tan apreciados por su contenido de THC. El cáñamo produce cogollos más duros, y crece en muchos tipos de suelo bajo condiciones climáticas más variadas que la marihuana, con una temporada de desarrollo más prolongada y en grupos más compactos.
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El proceso de extracción del cannabidiol comienza con la cosecha del cáñamo, el cual se pone a secar al aire durante más o menos un mes. Los cogollos —que contienen CBD— se cortan para venderlos como “flores” que se fuman en cigarrillos y pipas, o para vapear “en seco” con vaporizadores especiales que calientan la flor. Sin embargo, la mayor parte de los cogollos se muele para extraer el CBD (las variedades de cáñamo que contienen menos CBD se utilizan en fibras textiles, como semillas o para producir aceites).
El proceso de extracción más común consiste en remojar en alcohol los cogollos molidos. Después se filtra la mezcla de alcohol y aceite de cáñamo, y se pone a enfriar durante un día, a fin de que los aceites de cáñamo indeseables solidifiquen y se precipiten.
Una vez retirada esa grasa, el alcohol se evapora hasta obtener un aceite espeso y rico en CBD. Una filtración adicional termina de retirar las impurezas, junto con parte (o la totalidad) de los compuestos sin CBD del cáñamo. Esto depende del tipo de producto que se intenta obtener, el cual puede ser CBD “aislado” —bastante puro— o una mezcla de “espectro completo” o “amplio espectro”, la cual combina CBD con otros compuestos que se han vuelto populares entre los consumidores.
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Llegado este paso, es posible hacer pruebas para confirmar la mezcla de ingredientes y la ausencia de impurezas.
Si el extracto está destinado al consumo como tintura embotellada, lo habitual es mezclarlo con aceite de coco o de oliva para diluir el aceite de CBD, mejorar su olor y disimular su sabor herboso. El aceite también se inyecta en cartuchos para vapeo, bien como se obtiene de la filtración o diluido con agentes no grasos como la glicerina vegetal. Asimismo, es posible añadirlo a ungüentos, lociones, bebidas o cualquier otro tipo de producto.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek