Para entender mejor la dinámica de la participación político-electoral, el Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer hace poco los resultados de un estudio muestral de alcance nacional, pero con valor inferencial a nivel de entidad y distrito federal. Una muestra de 26 mil 950 listados nominales de casilla, de la que se pudo obtener el perfil del votante mexicano, tanto del participativo como del abstencionista. Sus resultados son muy ilustrativos, como trataré de evidenciar.
El INE ha hecho estos ejercicios con ligeras variantes metodológicas y de alcance, desde 2003, luego de todas las elecciones federales, excepto la de 2006. Hay que recordar que en ese proceso se indujo interesadamente la desconfianza hacia las autoridades electorales, y no se permitió el acceso a la documentación electoral usada, que fue prácticamente enterrada en bodegas por años, hasta que fue destruida sin poder aprovecharla para estos estudios científicos. Pero se pudo levantar información muestral y censal de las actas de las elecciones de 2009, 2012, 2015 y ahora 2018.
Los resultados son muy semejantes entre estos ejercicios, pero hay ligeras variaciones en el perfil de los votantes en estos tres lustros. En 2018 votó un 63.1% de la lista nominal total en la elección presidencial. Las mujeres son mayoritarias en el listado (51.9%), pero votan más que los hombres: un 66.2% de ellas sí acudió a las urnas, mientras que sólo un 58.1% de hombres lo hizo, un 8.1% menos. En 2003 un 42.6% de las electoras votaron, contra 39.0% de hombres. Hay un claro avance, que significa que la herramienta más importante de la política democrática —el voto— está cada vez más en manos femeninas.
En lo que respecta a la edad, no se sorprendente decir que los jóvenes no se interesan por votar; sólo tramitan la credencial para tener un medio de identidad. Entre los 19 y los 34 años, así como entre los mayores de 80, se registran los menores índices de participación. Son casi 30 millones de votantes jóvenes, un 33% del listado nominal; sólo votaron 16 millones. Los adultos mayores de entre 60 y 74 años son los que más votan: un 72%. Pero representan 9 millones de electores, un 14% de la lista nominal. Votar en México es afición de viejos.
El conjunto que registra mayor participación electoral es el de las mujeres adultas entre los 25 y 44 años, que superan con un 12% la asistencia masculina. Sólo entre los 70 y 74 años los hombres votan más que las mujeres.
En cuanto al tipo de sección electoral —urbana, rural y mixta—, se vota más en las casillas situadas en el medio rural (64.5 versus 61.9% urbanas y 61.6% mixtas), con una diferencia de 2.6% y 2.9%. Y algo muy interesante: las mujeres en medios no urbanos son las más participativas, con 67.9% de su lista nominal, contra 58.4% de los hombres de su mismo entorno, y 57.9% de los hombres urbanos. Las mujeres urbanas participaron en un 65.5%. Y por grupos de edad, los jóvenes no urbanos votan hasta un 2.8% más que los urbanos.
Hay muchas interrogantes que deberían responderse mediante estudios cualitativos complementarios. ¿Sigue actuando el voto clientelar en los medios no urbanos? ¿Qué estimula a las mujeres jóvenes y maduras a votar? ¿Por qué votan más los mayores? Es inquietante pensar que los datos objetivos oculten realidades sociales o políticas que pueden ser resabios de un pasado autoritario. ¿O será que realmente estamos experimentando la emergencia de una nueva ciudadanía posmoderna?
Continuaremos deshojando la margarita en la ocasión próxima…
Se puede consultar el informe en este vínculo: http://bit.do/e7r7u
* Luis Miguel Rionda es Antropólogo social, consejero electoral del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato y profesor ad honorem de la Universidad de Guanajuato. [email protected] – www.luis.rionda.net – rionda.blogspot.com – @riondal – fb.com/riondal