CUANDO SE DESATA una crisis de derechos humanos, Amnistía Internacional envía personal al lugar para que atestigüe de primera mano lo que ocurre y saque a la luz cualquier violación. Pero, en ocasiones, problemas de seguridad, diplomáticos o administrativos evitan que lo hagamos. Entonces recurrimos a herramientas remotas, entre ellas, las plataformas de redes sociales, para supervisar lo que ocurre durante una crisis en tiempo real.
En todo el mundo, defensores de derechos humanos de la sociedad civil asumen enormes riesgos para filmar videos sobre violaciones de derechos humanos y compartirlos en los canales que saben que pueden amplificar más sus voces, como Facebook, YouTube y Twitter.
Todas estas plataformas fueron construidas con la premisa de democratizar la información y prometieron un nuevo sitio para compartir ideas y establecer conexiones entre personas de distintas regiones del mundo.
“Los algoritmos podrán retirar estos videos casi tan rápidamente como los defensores de derechos humanos puedan publicarlos”.
Así, atrajeron a defensores de los derechos humanos con una promesa: “Pongan su contenido aquí, y el mundo verá lo que ocurre en su comunidad”. De modo que las personas publicaron fotos y videos de los peores tipos de abusos: ejecuciones extrajudiciales, bombas de barril, tortura, y aportaron una parte de las importantísimas pruebas que necesitamos para llevar a los perpetradores ante la justicia.
Las organizaciones de derechos humanos respondieron y se adaptaron a este nuevo entorno. Actualmente, recurrimos a estos lugares de reunión digital que se han construido en las redes sociales. Las investigaciones realizadas por Amnistía Internacional integran cada vez con mayor frecuencia entrevistas con testigos oculares y contenido de redes sociales que corrobora los hechos. Un ejemplo es el Cuerpo de Verificación Digital, una red de estudiantes que hemos creado y que estamos entrenando para supervisar, descubrir, verificar y corroborar en las plataformas de redes sociales pruebas de abusos de derechos humanos.
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Sin embargo, recientemente las plataformas de redes sociales han comenzado a cambiar las herramientas de las que hemos llegado a depender, prácticamente sin consultarnos. Con el paso de los años, muchas de esas plataformas nos han invitado a talleres y conversaciones y nos han dicho cuánto valoran nuestro trabajo y cuánto respetan los derechos humanos. Nosotros les creímos. Pero, de repente, nos jalan la alfombra en la que estamos parados y minando nuestra capacidad de proteger los hechos humanos.
Justo hace poco, toda la comunidad investigadora de fuente abierta recibió la desagradable sorpresa de un cambio repentino y sin anunciar en las funciones de búsqueda de Facebook. Búsqueda Gráfica es una herramienta de Facebook que permite que los investigadores encuentren contenido públicamente disponible que, de otra manera, quedaría enterrado, en una forma muy parecida a una aguja en un pajar.
Consideremos el caso de Mahmoud al Werfalli, un despiadado exlíder de un grupo armado de Libia, quien es buscado por la Corte Penal Internacional basándose en videos encontrados principalmente en Facebook. Los investigadores de la sociedad civil alertaron a los expertos judiciales después de usar opción de Búsqueda Gráfica para encontrar videos que documentan la forma en que Al Werfalli realizó u ordenó ejecuciones extrajudiciales.
Sin esa función, no hubiéramos podido encontrar ciertos elementos condenatorios que rodeaban a los crímenes contra la humanidad del Ejército de Myanmar y el posible genocidio contra la etnia rohingya en Myanmar a finales de 2017. No habríamos podido encontrar los videos de un hospital bombardeado por el régimen de Assad en Idlib, Siria, los cuales corroboraban los testimonios del médico que vio cómo era destruida su unidad de atención a la salud.
Ahora, Facebook ha desactivado la función de Búsqueda Gráfica, con resultados potencialmente desastrosos.
No es la primera vez que una empresa de redes sociales traiciona a la comunidad defensora de los derechos humanos. A mediados de 2017, bajo la presión de los gobiernos para retirar contenidos que pudieran presentar o glorificar el terrorismo, YouTube comenzó a eliminar de su plataforma enormes cantidades de videos de Siria. El Archivo Sirio, una ONG con sede en Berlín y establecida para catalogar los crímenes del conflicto sirio con la esperanza de llevar a los responsables ante la justicia, perdió cientos de miles de videos que civiles de a pie habían publicado en las redes sociales, con un gran riesgo para su seguridad. Cuando la comunidad defensora de los derechos humanos se unió e intervino, YouTube dio marcha atrás y retornó algunos de esos videos. Pero esta política de eliminar contenido sigue vigente, lo que significa que estamos en una batalla constante para salvar este tipo de contenido.
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En el peor de los casos, los algoritmos serán capaces de eliminar estos videos casi tan rápidamente como los defensores de los derechos humanos puedan publicarlos, lo cual tendrá, posiblemente, un impacto devastador en los investigadores. No podemos pedir que un video sea reinstaurado o que se utilice para sustentar una acusación contra un caudillo si, para empezar, ni siquiera sabemos que existe.
En 2018, Google Earth asestó un duro golpe contra la comunidad defensora de los derechos humanos cuando eliminó un sorprendente recurso llamado Panoramio. Integrado en Google Earth Pro (que es una de las dos herramientas que todo investigador de derechos humanos en línea debe tener), permitía que los investigadores de derechos humanos miraran fotografías en línea de celebraciones, tomadas por personas que visitaron, por ejemplo, Alepo, antes de 2010, o partes de Nigeria y de Camerún que ahora se encuentran en conflicto. Esto nos ayudaba en el trabajo en el que veíamos dónde se había filmado algún video de un ataque aéreo, dónde había tenido lugar una escena de tortura, o dónde se había visto por última vez a alguna víctima de tráfico de personas, lo cual es una labor que consume una gran cantidad de tiempo.
No tenemos nada en contra del hecho de que las plataformas mejoren la privacidad, ya que ese es uno de los derechos humanos que nos importan. Sin embargo, difícilmente están hallando el equilibrio correcto simplemente al eliminar funciones por completo, sin consultar a los investigadores de derechos humanos. Y, ciertamente, no nos hace confiar más en ellas cuando dicen que apoyan los derechos humanos.
Un vocero de Facebook señaló que la compañía había “[puesto en] pausa algunos aspectos de la Búsqueda Gráfica” y que trabaja “estrechamente con investigadores para asegurarse de tener las herramientas que ellos necesitan”.
Estamos a su disposición para hablar, e incluso para trabajar, con las plataformas de redes sociales para ayudarles a lograr un equilibrio entre el respeto a la privacidad y la ayuda a los defensores de los derechos humanos y a los sobrevivientes de abusos que, en las peores situaciones, tratan de hacer oír sus voces. Simplemente deseamos que las plataformas reconozcan la función que podrían, y deberían, tener para documentar estas historias y para luchar por la justicia.
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Sam Dubberley es consejero especial del Laboratorio de Evidencias del Equipo de Respuesta ante Crisis de Amnistía Internacional, donde utiliza técnicas de investigación de fuente abierta en los resultados de investigación de la organización. Estableció y dirige el Cuerpo de Verificación Digital del organismo, un proyecto global en asociación con seis universidades para entrenar a la próxima generación de investigadores de derechos humanos. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek