Para ella, los 50 años del movimiento LGBT+ refieren lucha y persistencia. Y, también, ir para adelante y para atrás. Itzel Aguilar, conductora del programa Aleatorio, de Reactor 105, así lo explica: “De repente nos vemos muy progres, pero a la semana siguiente nos regresan a la Edad Media”.
Reconoce que se han ganado muchas libertades y derechos en el ámbito del gobierno, pero que “acá abajo, la gente de a pie, tenemos mucho tiempo en el mismo lugar; sobre todo las mujeres: vamos dos pasitos atrás; y si eres lesbiana, bisexual o trans, tres pasitos atrás”.
En su opinión, el principal reto en México radica en la educación. Si bien Ciudad de México “está de moda y hay mucho influencer, somos el segundo país con crímenes por homofobia, no estamos avanzando mucho en materia de discriminación”.
Y añade: “Sí, han cambiado las cosas: ya no te meten en la cárcel, ya no te agarran a pedradas, pero los transfeminicidios y feminicidios no cesan… si andas en la Zona Rosa, en la Condesa, está a toda madre, pero vete a Iztapalapa o a Tláhuac y ahí la cosa cambia”.
–¿Cómo te fue cuando saliste del clóset?
–No me he sentido discriminada por ser lesbiana-queer-bisexual. A lo mejor en una entrevista de trabajo no me lo dieron por mi orientación sexual, pero ni me enteré. Siempre me he sentido muy orgullosa. Es un acto político salir del clóset, te estás rebelando en contra de todo lo que te dicen desde que eres mujer. Salir del clóset y decir: a mí me gusta las morras y puedo besar y me caso y tengo sexo con una morra es un acto revolucionario; es como ponérmele enfrente al sistema; es subversivo.
“Y al salir del clóset, el problema de homofobia lo tenía yo —explica—. Mucho tiempo supe que era lencha, y decía: voy a andar tantito con morras, pero después me voy a casar con un señor, porque mi familia, porque así debe ser, porque uno es exitoso si tienes familia y perritos y jardín; me quedé, me envicié, y cuando salí del clóset, todo el mundo me dijo: ‘Amiga, nada más tú no te habías dado cuenta’”.
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—¿Con tu familia y amigos cómo fluyó todo?
—Con mis amigos todo fluyó naturalmente. En mi casa sí hubo tantito drama, sobre todo con mi mamá. Fue como un quiebre: nos tuvimos que redescubrir, reencontrar. Sí estuvo como gachito. Pero al final fue entendernos; entenderla yo a ella por la educación que tiene: la gente también es homofóbica y discriminadora porque no lo entiende; nadie les dijo que está bien, al contrario, todo mundo les dijo que estaba mal. Muchos papás tienen este sufrimiento de “mi hijo, pobrecito, es joto, pobrecito, sufre, le va a ir mal, se va a quedar solo, lo van a discriminar, lo van a tratar mal”. Por eso es un tema de educación. Mucho tiempo tuve un programa y no lo oían, pero ahora que ya soy la emperatriz del imperio —ríe— es normal.
Itzel dice que como conductora de radio está inmersa en un mundo de hombres, “y la comunidad LGBT también es un mundo de hombres —hasta las mujeres trans son más aguerridas que los hombres trans”—. Por ello tener un programa de radio “siendo queer-lesbiana-bisexual supone estar en un lugar de empoderamiento y me siento muy orgullosa”.
–¿Qué has logrado con tu programa?
–Me encanta que no es un programa de autoconsumo y que Reactor no es gay. No viene la gente a escuchar un programa LGBT+… y me gusta que la gente que no tiene nada que ver con la comunidad llegue y se lleve un mensaje.
Por ejemplo, le escribió un chavo heterosexual, que trabaja en la UNAM, y le contó que un alumno, en este nuevo ciclo escolar, ya llegó como persona trans. Le escribió para preguntarle cómo le debía hablar, cómo se debía referir a él.
O de repente me escriben: sabes qué, me puse el programa con mi mamá, te escuchó y ahora como que nuestra relación ya es como diferente; me encanta que creo que puedo tocar tres cabecitas y que a lo mejor esas tres cabecitas van a cambiar su relación con sus hijos, con sus hermanos, que se encuentran a alguien de la calle y no lo van a discriminar, no lo van a violentar, que van a dejar de votar por la familia para que no se casen,
Ahora que están en Baja California están viendo lo de la aprobación del matrimonio, que dicen estos defensores de la familia que dicen que el matrimonio homosexual lleva el sexo entre animales, que no quieren que les enseñen sexo anal a sus hijos en las primarias y mucha gente que escucha esos mensajes y los cree, a lo mejor dos señores que escucha-ron ayer el programa y explico y digo y a lo mejor dicen no es cierto, están locos, no es así, no va por allá. Lo que me emociona del programa es tocar gente que no tiene nada que ver pero que les puedo cambiar un poquito en la mentalidad para que haya más empatía y podamos vivir en sociedad, que es lo que nos hace falta”.
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–La realidad de la provincia es otro cuento, ¿no?
–Es otro cuento, totalmente. Nosotros decimos que aquí (CDMX) estamos en la isla de las libertades; en provincia las cosas están en algunos lugares bien difíciles, en otros no, en otros muy velados, hay muchísima gente que ni siquiera puede salir del clóset, que no se puede hablar de eso, que ni siquiera tienen espacios de un bar, etc. o los que hay son bares pero que están en las zonas rojas que no pueden salir mucho a quererse entre ellos, si es bien complicado en niveles de leyes y de matrimonio igualitario nada más tenemos unos seis o siete estados; para el reconocimiento para las identidades trans también hay poco.
–Muchísimo que hacer todavía…
–Muchísimo y, más bien, muchísima gente viene acá a realizar trámites de cambio de identidad, para casarse, etc., porque afuera no se puede. Por ejemplo, va a ser el festival prohibido en Guadalajara, están haciendo como cosas bien padres; ¡en Guadalajara! una ciudad súper ajá, sí, pero sí pero no, casa de Vicente Fernández y su hígado gay santo patrono… pero sí, es muy complicada la situación en algunos estados, sobre todo del sur, es donde más sufren.
–¿Qué esperarías por parte del Estado y de la sociedad civil, ves riesgos?
–Sí, sí está complicado. Ahorita lo que está pasando con la 4T… estábamos muy esperanzados de que iban a suceder cosas diferentes. El PRD empezó aquí a promover e impulsar proyectos de ley y, de repente. nos vemos como con una pared.
Pone un ejemplo: “en Ciudad de México existe el reconocimiento de niños de parejas de dos mujeres y hubo unos 15 días de laguna que estaba como circulando una circular que no se estaba permitiendo, no se estaban dando los registros, entonces sí era como un foco rojo de qué está pasando, hay como ese retraso por ahí. Lo que está pasando con todos los medicamentos para el control del VIH. Creo que está dudosón, peligrosón lo que está sucediendo porque hay muchas cabezas muy moralinas, la verdad, y que ya no le ven este significado importante, si no lo ven como algo que ya fue: ya ganaron el voto, ya les dan el matrimonio pues ya que se casen y ya, ¿y todo lo demás qué?
A veces pareciera que el matrimonio igualitario es lo único, pero falta mucho trabajar en salud pública; en brindar servicios de salud para personas trans, para mujeres, en específico lesbianas, que sean diferente los tratos a nivel ginecológico; para ampliar las posibilidades de trabajo… pero sí está peligroso porque cuando te mueves por la moral, por la religión, como estas candidatas a la Suprema Corte…
“Mientras haya tanta gente que está trabajando bajo sus preceptos morales o religiosos y que los involucren con el servicio público –concluye–si nos tiene que dar un poquito de miedo”.