Estudios recientes afirman que la idea de que algunos niños aprenden mejor cuando la información se presenta visualmente, en tanto que otros necesitan captar la información de manera física o auditiva, es un mito que puede privar a los pequeños de la oportunidad de aprender, además de que representa una importante pérdida de dinero para los progenitores.
El equipo de investigadoras de la Universidad de Michigan analizó la penetración del mito sobre los llamados “estilos de aprendizaje”. En el estudio publicado el 30 de mayo en la revista Journal of Educational Psychology, las científicas cuestionan la teoría conocida como “esencialismo psicológico”: el concepto de que todos encajamos en determinada categoría debido a una “verdad” biológica que está definida por la genética. Y así, por ejemplo, las niñas prefieren el color rosado; los perros pitbull son violentos; y las personas que aprenden visualmente solo retienen información cuando esta se presenta de una manera específica.
Las autoras insisten en que, a pesar de que esta teoría ha persistido desde hace décadas, no hay pruebas de que haya una mayor retención de información cuando la experiencia de aprendizaje se adapta a lo que el individuo identifica como su estilo de aprendizaje.
El estudio tenía la intención de investigar la actitud general respecto de los estilos de aprendizaje visual, auditivo y kinestésico.
Para ello, las psicólogas reclutaron un total de 668 adultos estadounidenses, a quienes pagaron un promedio de un dólar para que respondieran dos cuestionarios sobre sus creencias en cuanto a los estilos de aprendizaje. La información obtenida incluyó ocupación de los participantes, su nivel educativo y género, mientras que uno de los cuestionarios pidió que valoraran su nivel de conformidad o desacuerdo con afirmaciones como: “Las personas nacen predispuestas a un estilo de aprendizaje determinado”.
En ambos cuestionarios, más de 90 por ciento de los participantes manifestó la creencia de que hay estilos de aprendizaje, y casi la mitad afirmó que nacemos con estilos de aprendizaje predeterminados; que dichos estilos pueden identificarse con facilidad; que los heredamos de nuestros progenitores; y que sirven para predecir lo que un niño hará en su vida.
Shaylene Nancekivell, investigadora invitada en la Universidad de Michigan y coautora del estudio, comentó: “Hallamos que algunas personas creen que los padres heredan a sus hijos un estilo de aprendizaje, y que los estilos de aprendizaje influyen en el funcionamiento del cerebro”.
“También descubrimos que los educadores que trabajan con niños pequeños muestran mayor tendencia a adoptar esta postura esencialista. Por lo anterior, es posible que muchos progenitores y educadores estén perdiendo tiempo y dinero en productos, servicios y métodos de enseñanza dirigidos a los estilos de aprendizaje”, advirtió la investigadora.
Nancekivell precisó lo siguiente: “Mi mayor inquietud es que se está invirtiendo mucho tiempo en hacer que los niños más pequeños aprendan estrategias de aprendizaje inadecuadas. Si lo que buscamos es que tengan éxito, es muy importante que los niños adquieran las mejores prácticas de aprendizaje desde muy temprana edad”.
En marzo de 2017, el Dr. Paul A. Kirschner, profesor emérito de psicología educativa en la Universidad Abierta de Holanda, escribió un artículo publicado en la revista Computers and Education, con el título: “Stop propagating the learning styles myth” [Dejen de propagar el mito de los estilos de aprendizaje].
Cuando Newsweek lo contactó para pedir sus comentarios sobre las limitantes de la reciente investigación, Kirschner declaró: “[El estudio] identifica los orígenes de la creencia y, en consecuencia, su relevancia puede ser teórica y/o filosófica, pero nada más”.
“El verdadero problema es que [los estilos de aprendizaje] privan a los niños de la oportunidad de aprender, debido a que los clasifican o encasillan en un grupo específico que no puede hacer ciertas cosas”, agregó.
“Por otra parte, los estilos de aprendizaje proporcionan una buena excusa para repartir culpas, ya que los padres responsabilizan a maestros y escuelas de los malos hábitos de estudio de sus hijos, mientras que escuelas y maestros culpan a los fabricantes de materiales educativos”, concluyó Kirschner.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek