Podemos vivir tres semanas sin alimentos, y hasta tres días sin agua. Pero no podemos sobrevivir más de tres minutos sin aire. Y lo que cuenta no es solo la abundancia de aire. Su calidad también es esencial. Por desgracia, el aire puede estar contaminado con gérmenes peligrosos que llamamos “patógenos aéreos”, los cuales incluyen bacterias y virus.
Las enfermedades de transmisión aérea se contagian con facilidad, y pueden ocasionar trastornos respiratorios que amenazan la vida. De allí que no deba sorprendernos que los brotes de infecciones transmitidas en el aire representen un grave problema para la salud pública. Y tampoco que los investigadores estén esforzándose en idear tecnologías que proporcionen aire limpio. Con todo, el éxito de las tecnologías propuestas ha sido limitado hasta el momento.
Pero ahora, un nuevo estudio sugiere que el plasma no térmico -un gas frío compuesto de partículas eléctricamente cargadas, pero con una carga neta de cero- podría inactivar los virus aéreos y brindarnos aire estéril. Si bien esta tecnología tiene amplios antecedentes, así como numerosas aplicaciones (en medicina y en la industria alimentaria), su uso con los patógenos del aire es completamente novedoso.
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Brotes devastadores
Los virus que se diseminan en el aire incluyen influenza (gripe), resfriado común (rinovirus), varicela-zóster (varicela), parotiditis (paperas) y sarampión. De estos patógenos aéreos, el virus del sarampión ha sido señalado, específicamente, como una bomba de tiempo para la salud pública. Y no obstante, muchos progenitores se niegan a vacunar a sus hijos, a pesar de que se ha demostrado que la única manera de prevenir el sarampión es la inmunización.
Los individuos infectados con sarampión pueden transmitir virus en las gotitas de saliva y en las pequeñas partículas que expulsan al aire cuando estornudan o tosen. Una vez en el aire, el virus se disemina con extrema rapidez de una persona a otra, sobre todo en áreas muy concurridas como escuelas y residencias para ancianos.
La influenza es uno de los virus aéreos más comunes, y también es altamente contagioso. El cuadro clínico puede abarcar desde manifestaciones leves hasta una enfermedad respiratoria grave e incluso la muerte, y los síntomas incluyen fiebre de inicio repentino, tos, dolor de garganta, secreción nasal, cefalea (dolor de cabeza), malestar general, así como dolor muscular y articular. Hay grupos de alto riesgo que son más susceptibles de hospitalización y muerte a resultas del virus de la influenza. Dichos grupos incluyen a niños, ancianos, mujeres embarazadas, personas con sistemas inmunológicos debilitados (por ejemplo, los pacientes con VIH o cáncer), y ciertos individuos que padecen de enfermedades crónicas.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la influenza ocasiona más de 3 millones de casos graves cada año, y entre 290,000 y 650,000 muertes anuales. La pandemia de influenza más letal fue la gripe española (H1N1), la cual ocurrió en 1918-1919. El virus infectó a casi la cuarta parte de la población mundial, causando más de 40 millones de muertes. Y hoy tenemos nuevos virus aéreos como el del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), enfermedad que surgió en China y se diseminó rápidamente a muchos países de todo el mundo.
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El tratamiento para las infecciones virales aéreas leves incluye reposo y abundantes líquidos, mas no disponemos de antivirales específicos para combatir las infecciones graves. Por otra parte, es muy difícil evitar el contagio, aun cuando puedes reducir tu exposición con buenas medidas higiénicas, como lavarte las manos con regularidad. Y si te has infectado, puedes disminuir el riesgo de diseminar el patógeno usando pañuelos desechables o mascarillas quirúrgicas para cubrir tu nariz y boca cuando estornudes o tosas.
Limpiar el aire
Aunque hay métodos para desinfectar el aire, todos tienen varias limitaciones. Por ejemplo, la irradiación germicida ultravioleta (UVGI, por sus siglas en inglés) es una técnica de desinfección que utiliza luz ultravioleta para matar o inactivar microorganismos, ya que destruye su ADN e impide que sigan reproduciéndose dentro del cuerpo humano. El problema es que la sobreexposición UVGI tiene consecuencias negativas para la salud, pues causa eritema cutáneo (enrojecimiento superficial de la piel) y un problema oftálmico muy doloroso conocido como fotoqueratitis.
La filtración es una buena opción, debido a que el aire pasa por un filtro que retira partículas y evita que los patógenos entren en los edificios; por ejemplo, en las instalaciones de salud. Pese a ello, hay patógenos aéreos que son demasiado pequeños y pueden atravesar dicho filtros de aire.
Ahora bien, unos científicos de la Universidad de Michigan han desarrollado un método novedoso y prometedor. Su reciente investigación, publicada en la revista Journal of Physics, demuestra que un plasma no térmico puede inactivar hasta 99.9 por ciento de los virus aéreos mediante la liberación de fragmentos energéticos de moléculas aéreas cargadas, las cuales destruyen los virus en menos de un segundo. Y, además, ese plasma no térmico mata las bacterias destruyendo su pared celular.
Los investigadores utilizaron un reactor de plasma no térmico para producir su plasma, el cual actúa de la siguiente manera: cuando lo atraviesan, los patógenos aéreos reaccionan con los átomos inestables o “radicales” del plasma (por ejemplo, el ozono), y esos radicales modifican los lípidos, las proteínas y los ácidos nucleicos de los patógenos aéreos, lo que acaba con ellos o los vuelve inofensivos. Y no solo eso, el dispositivo también permite filtrar los patógenos de una corriente de aire.
La combinación de filtración e inactivación de patógenos aéreos podría ser un método más eficaz que los disponibles hoy día para producir aire estéril, así que el equipo de investigadores está probando su reactor con las corrientes de aire para ventilación de una granja de cerdos, a fin de determinar su eficacia para prevenir la diseminación aérea de patógenos.
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Si bien han demostrado la eficacia del dispositivo, aún es necesario comprobar su seguridad, porque el ozono se ha relacionado con diversas enfermedades respiratorias. Sin embargo, los científicos afirman que la exposición al ozono que genera el dispositivo se encuentra dentro de los estándares reglamentarios, por lo que no debiera representar un riesgo de seguridad.
Así pues, parece que los reactores de plasma no térmico prometen reemplazar la mascarilla quirúrgica convencional y proporcionar aire estéril en áreas muy hacinadas, como el transporte público, las escuelas, y los hospitales.
Y esto es una noticia excelente, dadas las grandes dificultades para prevenir el contagio de enfermedades de transmisión aérea. Después de todo, podemos elegir los alimentos y las bebidas que consumimos, pero no podemos hacer lo mismo con el aire que respiramos.
Manal Mohammed es profesor de microbiología médica en la Universidad de Westminster, Inglaterra.
Este artículo fue tomado de The Conversation bajo una licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek