Una serie de bombardeos ocurridos la mañana del domingo provocaron la muerte de más de 200 personas en iglesias y hoteles en todo Sri Lanka, una nación con una problemática historia de violencia entre distintas etnias y agravada por cuestiones de fe.
Al parecer, los ataques estaban dirigidos a la comunidad cristiana del país, ya que una multitud celebraba el día más sagrado de esa religión, el Domingo de Pascua. Varios bombardeos ocurrieron en iglesias, mientras los fieles asistían a misa.
Sri Lanka, de mayoría budista, alberga a varias minorías religiosas, entre ellas, hinduistas, musulmanes y cristianos, predominantemente, católicos romanos, que constituyen hasta 12.6 por ciento, 9.7 por ciento y 7.4 por ciento de la población de ese país, respectivamente, de acuerdo con un cálculo realizado en 2012 y mencionado en el CIA World Factbook (Libro de hechos de la CIA).
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Mientras que los budistas están integrados en gran medida por el grupo étnico cingalés, los esrilanqueses y los tamiles de India se adhieren principalmente al hinduismo, junto con una sólida minoría cristiana. Sin embargo, los musulmanes que hablan el idioma tamil, eran considerados como moros, cuya historia data de la época de los comerciantes árabes que se asentaron en esa región hace varios siglos.
Los intereses encontrados y el conflicto armado entre estos grupos convirtió a este pequeño estado isleño del sur de Asia en una zona de guerra entre los años 1983 y 2009, enfrentando principalmente al gobierno, de mayoría cingalesa, contra los Tigres de Liberación del Eelam Tamil. Este grupo separatista insurgente también atacó a los musulmanes, que han seguido padeciendo la discriminación incluso en tiempos de paz, como lo demuestran los disturbios, protagonizadas mayoritariamente por cingaleses, que ocurrieron el año pasado en la ciudad occidental de Ampara, y que causaron una gran destrucción de propiedades y al menos dos muertes.
Los Tigres Tamiles, considerados un grupo terrorista por el gobierno de Estados Unidos, lucharon en una guerra principalmente de guerrillas contra el Estado, aunque también tuvieron acceso a aeronaves y realizaron bombardeos ocasionales en incursiones suicidas estilo kamikaze que recordaban a los ataques ocurridos en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.
Si bien gran parte de la Guerra civil, que duró un cuarto de siglo y en la que murieron hasta 100,000 personas, se limitó a la lucha entre el gobierno y los tamiles, los musulmanes también fueron víctimas de masacres y obligados a desplazarse durante todo el conflicto en incidentes atribuidos, principalmente, a los Tigres Tamiles.
Al final, los Tigres Tamiles se rindieron en medio de una arremetida supervisada por el expresidente Mahinda Rajapaksa en 2009. El presidente actual, Maithripala Sirisena, intentó nombrar a Rajapaksa como primer ministro el año pasado, lo que provocó una crisis constitucional debido a que el primer ministro en funciones, Ranil Wickremesinghe, se rehusó a renunciar.
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Desde el final de la guerra, el país ha visto un surgimiento del nacionalismo budista cingalés, y grupos como Bodu Bala Sena busca suprimir la representación de otras facciones en la isla, en especial, de los musulmanes. Al mismo tiempo, se cree que algunos musulmanes se han unido al grupo militarista Estado Islámico (ISIS), que ha reivindicado distintos ataques que han reclamado muchas víctimas en distintos sitios, como iglesias, en todo el mundo.
Hasta la tarde de este domingo, ningún grupo había reivindicado los bombardeos de Pascua, mientras que el número de víctimas alcanzó las 207, y la cifra de heridos es de más del doble. Los bombardeos estuvieron dirigidos a sitios religiosos como el Santuario de San Antonio en la ciudad capital de Colombo, la Iglesia de San Sebastián en Negombo y la Iglesia de Sión en Batticaloa, así como a hoteles de lujo, entre los que se encuentran el Shangri-La, el Cinnamon Grand, el Kingsbur y el New Tropical Inn, ubicados también en la capital y sus suburbios .
Entre los muertos se encuentran al menos 11 extranjeros, entre ellos, tres indios, un portugués, dos turcos, tres personas con pasaportes del Reino Unido y dos con nacionalidades estadounidenses y del Reino Unido, de acuerdo con el Ministerio del Exterior de Sri Lanka.
Sin embargo, Wickremesinghe y su gobierno ha señalado una posible relación con los mortíferos atentados. El Ministro de Integración Nacional Mano Ganesan reveló en Twitter que “una semana antes, mis oficiales de la División de Seguridad Ministerial (MSD, por sus siglas en inglés) habían sido advertidos por su División de dos presuntos bombarderos suicidas en Colombo que atacarían a políticos”. Aparentemente, a Wickremesinghe le molestó que ni él ni otros funcionarios hubieran sido informados.
“Debemos analizar por qué no se tomaron las precauciones adecuadas. Ni a mí ni a los Ministros se nos mantuvo informados”, señaló el líder, al tiempo que afirmaba que “por ahora, la prioridad es aprehender a los atacantes”.
“En primer lugar, tenemos que asegurarnos de que el terrorismo no levante la cabeza en Sri Lanka”, añadió.
En una carta publicada en el diario The New York Times parecía mostrarse que las fuerzas de seguridad habían trabajado activamente para desmantelar un posible plan contra iglesias por parte de un grupo militarista musulmán conocido como Thowheeth Jama’ath Nacional. Presuntamente, a este grupo se le relacionó el año pasado con los ataques vandálicos contra estatuas budistas, un acto que provocó la indignación en un país sacudido por tensiones religiosas.
Según informes, hasta 13 sospechosos han sido arrestados en relación con los bombardeos, aunque Ruwan Wijewardene, el Ministro de Defensa de Sri Lanka, pidió a los medios de comunicación que no revelara su identidad dando la siguiente orden: “No den voz a los extremistas. No les ayuden a convertirse en mártires”.