Está en formación la Guardia Nacional, que tendrá como encomienda garantizar la seguridad pública. ¿De qué tamaño es el monstruo que deberá enfrentar?, ¿qué tácticas y estrategias son las idóneas?, Newsweek en Español habló con expertos
La criminalidad en México devasta pueblos y hace que 7 de cada 10 habitantes se sienta inseguro en el lugar que habita. Para contrarrestarlo, la apuesta del actual gobierno es la Guardia Nacional.
El 26 de marzo se publicó el decreto para la Guardia Nacional. Ya el Congreso prepara la Ley y sus reglamentos.
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Paralelamente se forma el cuerpo policial integrado en su mayoría por militares en conjunto con civiles.
El gobierno federal presentó este jueves al grupo de militares y la policía federal que integrarán la coordinación operativa y la comandancia de la Guardia Nacional.
El General Luis Rodríguez Bucio será el Comandante de la Guardia.
Mientras que la coordinación operativa interinstitucional estará compuesta por tres mandos, dos militares y un civil de la Policía Federal.
Una vez conformada, la Guardia Nacional asumirá las tareas de seguridad pública. Lo que enfrentará es la confluencia de delincuencia organizada de alta escala, con organizaciones “dedicadas a la producción y trasiego trasnacional de drogas psicoactivas naturales y sintéticas, al robo masivo de combustibles, en algunos casos, y en actividades más predatorias, como la extorsión, el secuestro, entre otros”, explica Carlos Antonio Flores, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores (CIESAS).
Flores, experto en seguridad pública y crimen organizado autor de numerosos libros y publicaciones sobre el tema delinea los principales trazos del mapa criminal del país:
“En el noroeste la organización más grande e influyente sigue siendo la de Sinaloa. En la región centro-occidental, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que se expandió también a la región central del Golfo de México. En Guanajuato el Cártel Santa Rosa de Lima, que se enfoca más al robo de hidrocarburos. En el noreste, prevalecen grupos derivados del Cártel del Golfo, aunque se encuentran fracturados y en pugna entre sí”.
En la frontera entre Michoacán, precisa, existen remanentes de la Familia Michoacana; en Guerrero y Morelos, los grupos que operan son de la organización Beltrán Leyva, que cobraron autonomía y participan de la explotación de la amapola, lo mismo que de extorsiones, pero en esa zona operan también el Cártel Independiente de Acapulco (CIDA), Guerreros Unidos y Los Rojos.
En el Golfo “en Veracruz existen aún células que se derivaron de Los Zetas, en pugna con el Cártel del Golfo al norte de la entidad, o con el CJNG al sur”.
En la península de Yucatán, “específicamente en la zona turística de la Riviera Maya, ha crecido una organización ligada a una ex agente de la PGR conocida como ‘Doña Lety’, detenida ya. El CJNG ha extendido operaciones en esa zona. En la Ciudad de México operan grupos dedicados al narcomenudeo y cobro de piso, con asentamiento en la zona del barrio de Tepito, o en Tláhuac”.
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El país “se encuentra inmerso en una vorágine de violencia e inseguridad impulsada tanto por la delincuencia común como organizada”, opina Armando Rodríguez Luna, del Casede (Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia).
En este contexto, la Guardia Nacional tendrá que enfrentar grupos criminales de diferente nivel de organización y alcance territorial, explica Rodríguez, quien ha sido consultor de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Especifica: “En delincuencia común el robo con violencia siguen en niveles altos, mientras que el robo de autos y a casa habitación se incrementan. La delincuencia organizada continua fortaleciéndose en actividades relacionadas con el tráfico de drogas y armas. En el caso de las drogas, el cultivo, transformación y trasiego de derivados de la amapola se ha convertido en el principal problema del gobierno federal debido a sus causas y consecuencias criminales, sociales y políticas; la demanda de opiáceos en Estados Unidos tiene relación directa con este problema”.
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Subraya el fortalecimiento y expansión del CJNG, a partir de adoptar estrategias de penetración territorial y criminal similares a los Zetas. “Esto es, ha incorporado en sus actividades criminales el robo de combustible, la extorsión, el secuestro y es muy probable que intente incorporar otras más”.
Al mismo tiempo, observa, el Cártel de Sinaloa se ha mantenido como actor clave, a pesar de sus divisiones internas. “Ha demostrado ser sumamente estable en su red de corrupción y negocios criminales durante más de una década, tiempo en el cual ha experimentado diferentes divisiones y sus consecuentes enfrentamientos desde los Beltrán Leyva hasta el llamado ‘Licenciado’”.
Además de esos grupos, “la geografía criminal está poblada también por pequeños grupos con actividades más agresivas y predatorias sobre la sociedad y gobiernos municipales a nivel microregional. Se encuentran dispersos en diferentes partes del país contribuyendo al incremento de los homicidios, las desapariciones y el desplazamiento forzado de personas”.
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Así que, observa Rodríguez, la Guardia Nacional tendrá que enfrentar grupos criminales de diferente nivel de organización y alcance territorial: “El de Sinaloa con su carácter transnacional; el CJNG con alcance nacional y los pequeños grupos microregionales. Cada uno tiene modelos de ‘negocios’ distintos, lo que implica que el uso de la violencia, la cooptación y la corrupción es distinto y por tanto requiere de estrategias de inteligencia diferenciadas”.
En esencia, “Los operativos que implemente la Guardia Nacional tendrán que sustentarse en información de inteligencia sólida, lo cual fue una de las principales falencias de las administraciones de Calderón y Peña Nieto”.
Los desafíos
Además de la contención y disuasión de los señalados grupos delictivos, uno de los desafíos para la Guardia Nacional, considera Carlos Flores, es “la desarticulación de redes criminales que entrecruzan los ámbitos institucionales e incluso empresariales”. Si no se desmantelan esas redes, explica, “los incentivos para mantener inoperante el sistema de procuración y administración de justicia se mantienen, lo que al cabo da al traste con el resto del esfuerzo. El principal problema está en la esfera de la procuración y administración de justicia, pues las detenciones por sí mismas no bastan si los casos penales no se sostienen, están mal integrados, o se desechan”.
El sólo despliegue de los efectivos como elemento de disuasión, explica, “influye sólo de manera intermitente y sin posibilidad de prevalecer en el largo plazo, pues no hay fuerza con capacidad numérica que baste para ello”.
La problemática que el país enfrenta en materia de seguridad tiene sus particularidades incluso a nivel regional, así que, aunque la Guardia Nacional será un mismo cuerpo policiaco para todo el país, explican los expertos, deberá aplicar estrategias diferenciadas.
“Difícilmente se puede establecer una generalidad, incluso de tipo regional, –dice Carlos Flores, profesor investigador asociado en la Universidad de Oslo y profesor visitante en la Universidad de Connecticut– porque se trata de dinámicas criminales diversas incluso dentro de un mismo estado, donde confluyen organizaciones variadas y con lógicas de operación delictiva distintas”.
El combate a la criminalidad, observa este experto, difiere incluso si se trata de una zona rural o una urbana, por ello, dice, “Sería preciso una organización por divisiones, con prioridades y consignas específicas para cada una. Por ejemplo, una división tendría que dedicarse a la vigilancia, disuasión y reacción. Otra a patrullar y acudir en auxilio inmediato de la población ante eventos delictivos in fraganti de alto impacto: tiroteos, incursiones masivas de grupos delictivos a poblaciones.
“Otra tendría que operar de la mano con la Fiscalía General de la Nación, para permitir que agentes del ministerio público y de investigación ministerial indaguen hechos delictivos o ejecuten órdenes de aprehensión. Esta a su vez tendría que estar en interacción permanente con otras áreas de inteligencia estratégica y táctica para priorizar blancos, obtener información, y ubicar a actores y recursos patrimoniales”.
La efectividad de la Guardia Nacional dependerá también, –considera por su parte Rodríguez, especialista en seguridad– de su capacidad de coordinación interinstitucional con las fuerzas de seguridad estatal y municipal, ya que, “Reducir los índices delictivos y las expresiones de violencia que impacta sobre la sociedad requiere tener mayor capacidad de trabajo en los poblados, municipios y ciudades en donde se expresan estos fenómenos de violencia y delincuencia”.
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Inteligencia, necesaria frente a la complejidad criminal
La criminalidad en México tiene muchos rostros, tamaños y formas. Dada su complejidad, su combate, explica Carlos Flores, requiere de estrategias diferenciadas bien planificadas y sustentadas en previo trabajo de inteligencia.
“Hay delitos del fuero común que son cometidos por la delincuencia organizada: por ejemplo, el homicidio o el robo de vehículo. Hay delitos federales que no son necesariamente cometidos por la delincuencia organizada, por ejemplo, actividades individuales de peculado por parte de un funcionario público. En todo caso, es preciso distinguir analítica y operativamente entre delincuentes comunes y delincuentes organizados.
“No se aplica el mismo criterio para investigar, detener y procesar a algunos individuos dedicados al robo en transporte público, que a una gran organización del tráfico de drogas. A los primeros, con la investigación y operación táctica en terreno se les puede detener y consignar.
A los segundos, es preciso desarrollar tareas de investigación para vincular redes complejas de actores, procesos y bienes patrimoniales que muestren la comisión sostenida de un delito serio, sea con participación directa o a través de la intermediación de otros. Se requiere mucha mayor investigación, inteligencia estratégica, no sólo táctica para capturar a quienes cometen materialmente el delito, de manera que sea posible alcanzar a aquellos actores menos visibles de la red, pero generalmente más influyentes y que concentran la mayor parte de los beneficios del ilícito”.
En términos operativos la Guardia Nacional, “deberá realizar diversos análisis y estudios coyunturales en distintos niveles, desde lo nacional, estatal, regional, municipal, por colonias, barrios y calles, hasta la elaboración de los diagnósticos actualizados de las 266 coordinaciones regionales que operará”, dice Emilio Vizarretea Rosales, destacado experto en temas de seguridad nacional, quien entre otros cargos, se desempeñó como coordinador de asesores en el Cisen.
Se trata, agrega, de “un trabajo complejo que implicaría contar con grupos especializados en los temas y desde luego en la geopolítica nacional y local”.
80 mil contra el monstruo
La Guardia Nacional estará conformada por 80 mil efectivos de las policías militar, naval y federal, en 2021 se espera sean 120 mil.
Según el decreto publicado el 26 de marzo, en tanto desarrolla su estructura, capacidades e implementación territorial, el presidente podrá disponer (durante cinco años) “de la Fuerza Armada permanente en tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria”.
Ello implicará el trabajo coordinado entre civiles y militares. ¿Es eso posible?- se le pregunta a Emilio Vizarretea quien lleva larga trayectoria como tutor de los posgrados del Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav) de Semar, y del Colegio de Defensa Nacional de la Sedena.
“No sabemos aún cómo operará la coordinación ni cómo se compartirán los recursos tanto humanos como financieros. La posibilidad de coordinación existe, sobre todo en las fuerzas armadas, sin embargo, para fortalecerla dependerá de la claridad en la cadena de mando de la Guardia Nacional”.
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Lo que habrá que cuidar, dice, “es el flujo de información y de inteligencia en todos los niveles. El grado de responsabilidad en el papel está mas o menos claro, pero en la práctica no sabemos los alcances que puedan tener. La previsibilidad es un factor que debe cuidarse a fondo, la prospectiva es una necesidad y los cursos de acción policial debe vincularse a los políticos y militares y, de ello no tenemos muchos especialistas en la materia. Las áreas de inteligencia militar van bien, el exCisen no del todo y la inteligencia financiera parece politizada, entonces deberemos cuidar esos elementos que nutren toda operación posible en el campo antidelincuencia. El fiscal actual y su grupo de trabajo aún no logra coordinarse en su nueva autonomía, veremos cómo se vincula con los estados y las organizaciones sociales”.
La tarea del trabajo coordinado no parece fácil. Para que funcione apropiadamente, explica el doctor Vizarretea, debe considerarse desde el tipo de personal de mando y operativo, así como los recursos económicos para mantener los pertrechos requeridos. “Si no hay estos recursos no funcionará la Guardia Nacional. La verdadera división del trabajo entre civiles y militares, es algo relativamente nuevo en el panorama nacional. Deberán operar en temas delicados, y saber mantener el flujo de información, en el contexto de contaminación y corrupción de algunas autoridades locales vuelve el tema complejo”.
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