“Moon of Israel” (La Luna de Israel) es una película épica de 1924 de la era dorada del cine silente, la cual contribuyó a lanzar la carrera cinematográfica de Michael Curtiz, director de “Casablanca”. Las secuelas pocas veces superan al original. Sin embargo, si consideramos como una secuela los planes de Israel de poner un vehículo robótico en la Luna en febrero de 2019, esta nueva misión de “La Luna de Israel”, emprendida por la empresa sin fines de lucro SpaceIL, será todo un éxito por derecho propio.
Las misiones lunares se remontan a la década de 1960. Estados Unidos envió a 12 personas en seis ocasiones distintas, como parte del programa Apolo, junto con vehículos robóticos como el Surveyor, que sirvió como precursor de las misiones humanas.
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La Unión Soviética llevó a cabo las misiones robóticas Luna y envió vehículos automatizados Lunokhod en la década de 1970. Más recientemente, China lanzó la sonda robótica Chang’e 4 al lado lejano de la Luna. Todas estas misiones son sorprendentes logros técnicos y maravillas del conocimiento humano, financiadas y construidas por enormes agencias espaciales gubernamentales.
Una nueva Luna, un nuevo modo de exploración
El próximo visitante de la Luna es diferente. Beresheet (palabra hebrea que significa “En el principio”) de SpaceIL será la primera misión con financiamiento privado en ser lanzada desde la Tierra para aterrizar en la Luna, y será el primer vehículo espacial en impulsarse sobre la superficie lunar tras su aterrizaje dando un “salto” usando su motor hacia un segundo sitio de descenso.
La misión constituye otro hito, no solo en la historia y en la evolución técnica de la exploración espacial, sino también en la forma en la que la humanidad aborda esta última.
SpaceIL fue fundada en 2011 para participar en el Google Lunar XPrize, un programa que planeaba otorgar 30 millones de dólares al primer equipo con financiación privada que pudiera construir un vehículo espacial y hacerlo aterrizar con éxito en la Luna. Antes de aterrizar, el vehículo tenía que recorrer una distancia de 500 m o más y enviar a la Tierra imágenes de alta definición del entorno de aterrizaje. El concurso Google Lunar XPrize terminó en 2018 sin un ganador. Sin embargo, SpaceIL siguió adelante con el desarrollo y la construcción del vehículo espacial, y ahora está lista para lanzarlo desde Cabo Cañaveral, Florida.
El Beresheet tiene aproximadamente el mismo tamaño y forma que la mesa de un comedor familiar, alrededor de 1.82 m de diámetro y 1.21 m de alto, con un peso (en la Tierra) de unos 158 kilos. Esto no incluye los cerca de 453 kilos de combustible que se requieren para llevar el vehículo a la Luna.
Equipada con instrumentos para medir el campo magnético de la Luna, un reflector láser proporcionado por la NASA y una cápsula de tiempo con artefactos culturales e históricos israelíes, la misión viajará al espacio como carga secundaria a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX, como quien viaja a bordo del automóvil de un amigo.
Viajar a la Luna sin cohete
La carga principal del cohete SpaceX no es el vehículo de SpaceIL, sino un satélite de comunicaciones que recorrerá una órbita geoestacionaria centrada en la Tierra a aproximadamente 35,000 km por encima del ecuador de nuestro planeta. Esto coloca al satélite de comunicaciones por encima de un punto fijo de la Tierra, con su órbita sincronizada de manera precisa con la rotación diaria de nuestro planeta. El vehículo espacial Beresheet acompañará al satélite principal en su viaje. Sin embargo, para llegar a la Luna, necesita viajar una distancia más de 10 veces mayor.
En los vuelos espaciales, la principal limitación para viajar de un punto a otro no es la distancia sino la cantidad de energía requerida. El cohete Falcon 9 solo transportará a Beresheet cerca de 10% de la distancia entre la Tierra y la Luna. Pero proporciona cerca de 90% de la energía total requerida para llegar ahí.
En consecuencia, una vez levantado de la superficie de la Tierra, y con una pequeña cantidad de energía adicional de su propio sistema de propulsión, Beresheet puede impulsar su propia órbita posicionándose a sí mismo de manera que sea capturado por el arrastre gravitacional de la Luna. Este proceso puede llevar varias semanas.
Sin embargo, una vez que aterrice en la Luna, la misión podría durar solo unos cuantos días más. El vehículo no está diseñado para funcionar a largo plazo. En en cambio, demostrará avances en la tecnología, así como el modelo de negocios para el aterrizaje de un vehículo espacial de financiación privada en otro cuerpo del sistema solar. En ese sentido, Beresheet creará una segunda y más memorable “Luna de Israel”.
En la Luna no hay aire y, por tanto, tampoco hay sonido. Por ello, al igual que la película original de 1924, esta secuela también será silente. Pero los participantes no son actores, y las imágenes se verán en color de alta definición. Los conocimientos técnicos desarrollados por el equipo de ingeniería, los datos científicos y técnicos de los instrumentos del vehículo, el hecho de aprender cómo pueden ejecutarse misiones espaciales fuera de un programa gubernamental, así como la inspiración proporcionada por toda una generación de jóvenes, especialmente en Israel y la región del Medio Oriente, aportarán valiosos conocimientos e inspiración en las décadas por venir.
John Horack es titular de la cátedra Neil Armstrong y profesor de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la Universidad Estatal de Ohio.
Este artículo está reproducido de The Conversation bajo licencia de Creative Commons.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek