“Las letras ayudan a exorcizar al señor Scrooge, porque hay historias capaces de conmover hasta al corazón más duro”: Néstor RamírezP
EN LAS CALLES de Tláhuac el mal espíritu de Ebenezer Scrooge se exorciza con letras.
Toparse con este avaro y cruel hombre que aborrece la Navidad, y que es personaje central del ‘Cuento de Navidad’ de Charles Dickens, es perfectamente posible en esta sala de lectura enclavada en una de las alcaldías más conflictivas de la Ciudad de México.
Desde hace 18 años, la navidad se puede festejar en la calle Agustín Reza 3, de la colonia Conchita Zapotitlán, entre libros. Los ejemplares están dispuestos de forma gratuita para quien quiera entrar y abrirlos. Son una puerta abierta para recorrer el mundo y el tiempo, vía la imaginación.
Entre los mullidos sofás, sillas y cojines, que yacen frente a estantes donde hay libros de historia, novela, poesía, teatro, ciencia, y de literatura infantil y juvenil, es fácil olvidar que se está en una zona que, en el Semáforo Delictivo, lidera la incidencia en narcomenudeo, robo de autos, lesiones, violación y violencia intrafamiliar. Aquí dentro tampoco uno repara que esta demarcación es asiento de uno de los cárteles de la droga con mayor influencia en la capital del país.
El complejo entorno de fuera se desdibuja ante la riqueza del legado en letras de centenares de escritores de todo el mundo congregados en estos libreros.
Por estos días, “las letras ayudan a exorcizar al señor Scrooge, porque hay historias capaces de conmover hasta al corazón más duro, o poesía, para sublimar al más maldito”, dice Néstor Ramírez Peña, narrador oral y cuentacuentos.
En el año 2000, Néstor, un contador del Instituto Politécnico Nacional, decidió virar su vida y dedicarse al fomento a la lectura a nivel profesional. En su propia casa fundó la Sala de Lectura Justita Arenas, nombre en memoria de su abuela, la persona que, sin saberlo, desarrolló su pasión por la narración oral. Y es cada día frente al fogón, mientras amasaba y palmeaba el testal para las tortillas con que alimentaba a la familia, la abuela Justa les contaba a él y a su hermano, José María, relatos interminables.
Mexicanos que llevan la Navidad a quienes más lo necesitan
Años después Néstor se volvió Cuentacuentos, profesión que no figura en ninguna universidad, y que se va afinando a partir de la lectura en voz alta y su combinación con el arte histriónico. “A través de la entonación de voz y la expresión corporal, porque para narrar se usa todo el cuerpo”, explica.
Y resultó tan bueno, que en 2006, la Secretaria de Educación Pública, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Asociación Nacional de Promotores de Lectura, le otorgaron el Premio Nacional de Fomento a la Lectura en Comunidad. En 2009 se convirtió en el primer mexicano postulado al prestigioso premio IBBY-ASAHI Reading Promotion Award, de la International Board on Books for Young People. Hoy es un juglar moderno que va por todo el país capacitando a profesores, pedagogos y padres de familia en técnicas y estrategias de mediación de la lectura.
LIBROS Y PIÑATAS
Cuando lo visitamos prepara las posadas de la Justita Arenas, donde la figura central son los libros: se adorna el árbol, se pasea a los peregrinos, se pide posada y se hacen lecturas en voz alta en las que Néstor se torna narrador, personaje, ambientador de atmósferas y da vida a lo escrito.
El evento estelar es el concurso de piñatas elaboradas por familias de Tláhuac y la vecina Iztapalapa, asiduos usuarios; se premia con paquetes de libros.
Luego rompen las piñatas como una manera también de exorcizar el mal, destruirlo y aparar la recompensa. Aquí se sigue la tradición mexicana de mayor arraigo, herencia de los españoles, quienes a su vez la retomaron de la que el navegante y mercader Marco Polo llevó a Europa de China en el siglo XIII.
Adicionalmente cada asistente recibe por lo menos un libro, producto de las donaciones que Néstor consigue con editoriales como Amaquemecan, Manojo de Ideas, Planeta, y Editorial Juventud.
Así, Néstor, el regalador de palabras, hace que en las fiestas decembrinas, pobladores de precarios barrios y colonias de Tláhuac e Iztapalapa, puedan sumergirse en historias fantásticas, de aventuras, románticas, de misterio… y soñar que el mundo podría ser diferente.
En un tiempo también, como el señor Scrooge, estuvo enemistado con la Navidad, fue durante su infancia, específicamente en 1977 cuando, a sus 10 años de edad, vio a sus padres separarse, y siendo el primogénito tuvo que hacer frente a las penurias junto a su madre.
Socorro Peña Arenas trabajaba duramente como albañila, lavaba y cosía ropa ajena y aunque jamás hubo dinero suficiente, se esforzaba porque en Nochebuena sus hijos tuvieran algo especial en la mesa: romeritos o espagueti. Y cuando su bolsillo no daba para eso les preparaba sándwiches.
Al arribar a la edad adulta, y lograr superar emocionalmente la ausencia de su padre, Néstor se propuso hacer de la Justita Arenas un epicentro para las fiestas tradicionales, mismo que está abierto a cualquier persona y donde los anfitriones estelares son siempre los libros.
En 18 años de labor el hábito de la lectura ha echado raíces en varias personas incluso en algunos que desde que estaban en el vientre de sus madres quienes, embarazadas, acudían a leer o escuchar narraciones en la sala de lecturas fundada por el nieto mayor de doña Justa.
Néstor habla del regalo especial que para esta Navidad hará a los usuarios de la sala de lectura: dos nuevos proyectos “Ante la violencia, nos abrazan las palabras”, con el que busca atenuar los efectos emocionales que en los lugareños genera la delincuencia; y “Leer y aprender con los más pequeños”, para que las familias fomenten la lectura en niños de cero a cinco años.
Llegar al umbral de un nuevo año para él reviste especial significado, y es que se sabe un sobreviviente: en 2015 le diagnosticaron el Síndrome de Eisenmenger, una enfermedad congénita del corazón en la cual aumenta la resistencia vascular pulmonar e hipertensión pulmonar. Esto significa que su corazón crece, roza con los pulmones y puede paralizarse en cualquier instante, por eso vive cada día como si fuera el último.
Desde que fue desahuciado sacó coraje para escribir su primer libro “¿Y si leemos? Cómo acercar los libros a sus (potenciales) lectores”, que vio la luz en septiembre.
“La Navidad ahora –expresa– representa para mí el nacimiento de la esperanza en todos los sentidos. Es como un renacimiento, una renovación, y para mi comunidad, la llegada de una luz y la posibilidad de purificación”.
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Si quieres donar libros a la Sala de Lectura Justita Arenas o participar en sus actividades puedes escribir a [email protected] o comunicarte al 70 93 95 98