El paso de la denominada Caravana Migrante por nuestro país ha puesto sobre la mesa grandes retos en materia de derechos humanos y relaciones exteriores que hacen necesario revisar también la dinámica de este fenómeno a nivel nacional y local.
En diciembre de 2017, cuando la Caravana de Madres Centroamericanas pasó por San Luis Potosí, las reacciones de los usuarios en redes sociales fueron austeras y el tema apenas se ganó un par de días en los cabezales de los principales medios de comunicación en la entidad que, por cierto, forma parte de la ruta del Golfo, donde la actividad transmigratoria no se sujeta a la temporalidad.
Algunos meses antes, la Casa de la Caridad Hogar del Migrante “Monseñor Luis Morales Reyes” hizo público en sus redes sociales que los alimentos estaban esca seando y solicitaron a los potosinos que se desprendieran de lo posible para mantener en marcha el que prácticamente es el único refugio en San Luis Potosí para las poblaciones que transitan desde el sur con rumbo a los Estados Unidos.
Las reacciones, al menos en las redes sociales, no se hicieron esperar: los medios de comunicación replicaron el anuncio, los usuarios hicieron lo propio en sus espacios personales y en la publicación los comen tarios denotaron interés y empatía que se tradujeron en apoyos reales.
Así lo reconoce Geraldine Estrada Rivera, coordinadora de la Casa, quien afirmó que, pese a la poderosa ola de descrédito que se ha gestado últimamente en el dis curso colectivo contra la población migrante, los donativos en especie no han dejado de llegar, aunque tampoco quienes los necesitan con urgencia.
Daysi tiene cuatro meses alojada en la Casa del Migrante, donde llegó tras un mes de estar detenida en la delegación del Instituto Nacional de Migración en San Luis Potosí. Viaja con sus dos hijos más pequeños, un niño y una niña, y su esposo, quien hace jornadas de cosecha en una plantación de lechuga mientras dura su estadía en la capital potosina.
Esta mujer de 30 años es un testimonio de que la transmigración para San Luis Potosí, a diferencia del discurso de odio que hoy le hace sombra, no nació con la estre pitosa entrada de la Caravana Migrante por la frontera chiapaneca en octubre de este año, sino que desde hace tiempo es parte de la dinámica local y ha encontrado atención y contención en el refugio del Barrio de Tlaxcala.
Daysi (D): Salimos de Honduras porque teníamos problemas allá de amenazas de pandillas. De los mareros; nos dieron días para que saliéramos del país, si no, nos iban a matar, porque ya me mataron un hermano.
Nosotros decidimos venir por los niños, para que no les fuera a pasar nada y seguir adelante, buscarles una vida mejor, porque en Honduras ya no se puede vivir por tanta delincuencia y por la pobreza.
NW: ¿Por qué te amenazaron?
D: A mi hermano le robaron el negocio; les dijo que le entregaran el producto y ellos le dijeron que no y vinieron a amenazarlo. No creíamos que lo fueran a matar y empezaron las riñas hasta que lo mataron. Por eso comenzó el conflicto con nosotros hasta que nos dijeron que no nos querían mirar o nos iban a matar.
Mientras Daysi habla, su hija más pequeña se inquieta y demanda su atención hasta que ella cede y abre su blusa para alimentarla. La bebé se aferra a su joven madre y comienza a beber el alimento que le ofrece en una escena que se repite dos veces en pocos minutos. Solo ellas saben cuántas más en su trayecto desde Honduras hasta San Luis Potosí.
NW: ¿Cómo viajaron ustedes para acá?
D: Nos hemos venido en jalones, en tren, pidiendo, en todo. A mí me detuvo migración en el retén de Matehuala; me metieron un mes presa con los niños en la estación de Muñoz. Me iban a deportar y como yo no quería que me deportaran por el problema que tenía, entonces pedí refugio.
NW: ¿Cuánto tiempo puede tardar el proceso de solicitar refugio?
D: Mucho, me han dicho, pero no me han dicho cuánto.
NW: ¿Crees que es más difícil para una mujer hacer este viaje?
D: Es más difícil porque viene una con el temor de que le pase algo. Aquí violan a mujeres, las secuestran, las matan.
NW: ¿Han considerado quedarse?
D: No, realmente nosotros vamos para Estados Unidos porque allá tenemos a nuestra
familia, que nos va a apoyar. Ese es mi anhelo: llegar allá con bien. Tengo dos hermanos allá en Dallas, Texas.
Cada vez más mujeres migran
Geraldine Estrada es una mujer menuda que recorre los pasillos de la Casa del Migrante con la autoridad que le otorga coordinar su operación. A su paso saluda a quienes habitan el refugio y capotea la avalancha de solicitudes que la persiguen a lo largo y ancho de las instalaciones.
El día en que se realizó esta entrevista, un frío áspero se asentó en la ciudad y el esfuerzo se centró en proveer chamarras a los migrantes. Sin embargo, ella sabe que la necesidad puede llevarlos a solicitar más prendas de las que necesitan para sí mismos y que es necesario agudizar los sentidos para mantener un estricto control del inventario disponible.
Un grupo de hombres se reúne a su alrededor mientras ordena que se abra un paquete de chamarras nuevas de lona en colores verde y azul. Las entrega una por una y espera a que ellos se las coloquen.
Nadie puede llevársela empaquetada; hay que comprobar que las necesitan, les quedan bien y las van a aprovechar.
Al final les toma una fotografía y les garantiza que solo servirá para comprobarle a su amiga, quien donó las chamarras, que en verdad llegaron a su destino. Y es que para muchos de ellos la paranoia es un mecanismo de supervivencia. Lo mejor es no dejar rastro, menos en fotografías.
NW: ¿Cómo se diferencia el volumen de mujeres migrantes que ustedes reciben en la Casa, en comparación con el de hombres?
GE: Esta casa se hizo pensando en la población masculina. Hace muchos años las mujeres no emigraban, eran las que se quedaban a cuidar a los hijos y el esposo era el que emigraba para buscar el sustento y mandarlo, pero ahorita las causas de la migración apuntan mucho a la violencia que le ha estado pegando a las familias.
Entonces cuando hay un temor fundado de muerte, pues tiene que migrar la familia completa y es cuando —a partir del 2015— nosotros comenzamos a ver este éxodo de mujeres y niños emigrando, por lo que tuvimos que adecuar una ludoteca para poder atenderlos. Actualmente, el cuarto de mujeres es para 25 personas, pero se llena más porque ellas traen a los niños y las niñas.
Redes sociales: xenofobia, manipulación y fake news
Desde la partida de la Caravana Migrante, el 13 de octubre de este año, en Honduras, Donald Trump ha emprendido una campaña mediática y operativa para repelerles, incluso cuando todavía no habían arribado a la limítrofe sur, donde el país colinda con México.
Para referirse a los centroamericanos, Trump ha utilizado palabras como “invasores”, o les ha generalizado como traficantesde drogas o miembros de organizaciones dedicadas a la delincuencia.
Ese discurso del mandatario estadunidense había tenido como blanco, también, a los millones de migrantes mexicanos que residen en Estados Unidos y había sido condenado por la opinión pública en México… hasta hace algunas semanas.
Geraldine trae a colación el caso de un video viral grabado a las afueras del estadio Corregidora, en Querétaro. En el material, un usuario describe que la Caravana se retiró del sitio dejando tras de sí montones de basura, comida sin probar, botellas de agua nuevas y hasta un par de botellas de tequila.
El hombre especula que los migrantes desprecian la comida que los queretanos les ofertaron porque preferían otros alimentos y que de mala fe abandonaron las cobijas y la ropa que recibieron para pasar los días en el estadio.
Ese material, entre otros, marcó la dirección de la opinión pública en las redes sociales y fue el preludio para la proliferación de imágenes y videos falsos o manipulados para dirigir la opinión pública virtual hacia el odio, el rechazo y hasta la violencia contra las personas migrantes que viajan con la Caravana.
En el caso de San Luis Potosí, la sola mención en los medios de comunicación locales sobre la posibilidad de que la Caravana atravesara el territorio potosino comenzó a provocar comentarios cargados de discriminación, criminalización y xenofobia.
Finalmente, la inseguridad que priva en el estado y las entidades vecinas orilló a los migrantes a evitar San Luis Potosí y seguir la ruta del Pacífico con rumbo a Tijuana, pero eso no aminoró el flujo en la Casa del Migrante, donde ya se superó el número de registros en comparación con el 2017.
“Mi país es bonito”
Aunque en los últimos años San Luis Potosí ha experimentado una alza en la comisión de deli tos como el homicidio, su tasa de 17.3 por cada 100 mil habitantes es mucho menor a los 40 por cada 100 mil que hay actualmente en Honduras, el principal exportador de migrantes al estado.
Sin reparar en la emergente inseguridad de la zona, Daysi y su esposo decidieron que, una vez que ella obtenga sus documentos, van avanzar en su camino hacia Estados Unidos. Antes de cerrar la entrevista, ella revela entre lágrimas la que podría ser una de sus razones más poderosas para hacerlo: su hija mayor se quedó en Honduras, no pudo despedirse de ella y quiere enviarle dinero para que termine sus estudios y cuide de su abuela.
NW: ¿Cuántos años tiene?
D: Trece años
NW: ¿Qué piensas cuando la recuerdas?
D: Ay, me da la tristeza.
NW: ¿Por qué no vino con ustedes?
D: Cuando empezó el problema ella no estaba con nosotros, andaba con mi mamá paseando. No tuvimos tiempo de nada, ni de despedirnos.
NW: ¿Has hablado con ella? ¿Qué te dice?
D: Sí; me dice: “mami, espero que esté bien y que pueda llegar allá para que nos ayude. Primeramente Dios que así sea”.
NW: ¿Has pensado en volver a Honduras si esta amenaza contra ti desapareciera?
D: Sabiendo que no corro peligro, sí, porque también es feo salir de tu país. Uno no quiere dejar su país, pero lo obligan.
NW: ¿Qué es lo que más te gusta de Honduras?
D: Todo, porque mi país es bonito.
Vida o muerte
Como cada cierto tiempo, personal del Instituto Nacional de Migración se presentó la segunda semana de noviembre en la Casa del Migrante. El personal a cargo pregunta a los viajeros quiénes se van a en tregar para ser deportados y hay un caso que genera inquietud entre los presentes: una madre que quiere seguir en el viaje, pero cuyo hijo, menor de edad, ya quiere volver.
Aunque en San Luis Potosí han aumentado los homicicios, la tasa por cada 100 mil habitantes es mucho menor a la de honduras, el principal país exportador de migrantes al estado.
El padre Rolando Maldonado Salas, titular de la Casa del Migrante, es claro al defender la la bor del sitio:
“Nosotros no alentamos ni desalentamos la migración; somos solo un apoyo en el paso para que se recuperen”, dice, y agrega que en muchas ocasiones la situación es tan desesperada que quienes emprenden la migración se plantean una sola disyuntiva: “¿Muero en mi lugar de origen o muero en el intento de buscar una oportunidad?”.
También puedes leer: Tras dos semanas en Tijuana, la caravana migrante se disuelve sin cruzar a EE. UU.