Entre las crecientes denuncias de víctimas de abusos sexuales eclesiásticos y los ataques de los sectores conservadores que lo tildan de hereje, el papa Francisco enfrenta una de las más agudas crisis de la Iglesia católica.
EL MARTES 18 de septiembre, el sacerdote Fernando Karadima se encontraba en el Convento Siervas de Jesús de la Caridad, en Santiago de Chile, cuando se hizo el anuncio: su colega Cristián Precht Bañados había sido expulsado del sacerdocio por sus “conductas abusivas con menores y mayores de edad”.
Siete años y ocho meses antes, en enero de 2011, Karadima (88 años), formador de obispos, también había sido sentenciado por el máximo tribunal de la Santa Sede. Se le obligó a recluirse lejos de la práctica pública por los abusos sexuales y psicológicos cometidos en contra de jóvenes cuando estaba al frente de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús Providencia en El Bosque, una colonia de clase alta en la capital chilena. Pero dicha sentencia no supuso su expulsión del sacerdocio, como en el caso de Precht. Y las víctimas de Karadima comenzaron a manifestarse. ¿Por qué Precht sí y Karadima no?
Esta no era la primera vez que el reclamo de los chilenos se dejaba escuchar. En enero pasado, durante su visita al país del cono sur, el papa Francisco tildó de calumnias las acusaciones contra el obispo Juan Barros, a quien denunciaban por ser un cómplice de Karadima. “El día que me traigan una prueba, ahí voy a hablar”, sentenció el pontífice.
Las víctimas de Karadima no cedieron. Ese fue el caso de Juan Carlos Cruz, quien denunció que Barros, a quien el papa nombró obispo, había atestiguado los abusos sexuales de Kardima y optó por quedarse callado.
Lo ocurrido en Chile obligó al sumo pontífice a cambiar su postura frente a los escándalos que han ensombrecido la imagen progresista que vendió al inicio de su papado.
El pasado 27 de septiembre, Francisco decidió expulsar a Fernando Karadima del sacerdocio. “El papa Francisco ha dimitido del estado clerical a Fernando Karadima Fariña, de la Arquidiócesis de Santiago de Chile”, se informó en una nota oficial emitida por el Vaticano. “El santo padre —se precisó también— ha tomado esta decisión excepcional en conciencia y por el bien de la Iglesia”.
Aun con esta nueva actitud de escuchar a las víctimas de abusos sexuales de eclesiásticos, el jefe del Estado Vaticano sigue inmerso en la peor crisis de la Iglesia católica por los casos de pederastia denunciados en Estados Unidos, Alemania, Irlanda y Australia —así como en naciones latinoamericanas.
El papa se encuentra entre el fuego cruzado de grupos ultraconservadores que lo han acusado de hereje por sus ideas reformadoras y las críticas de que ha actuado de forma omisa ante las múltiples denuncias de víctimas de abusos sexuales a manos de sacerdotes de la Iglesia católica.
A esto se añade el estrepitoso descenso de sus adeptos de fe. Un sondeo realizado por el Latinobarómetro, en 2017, reportó que el número de católicos ha caído en las últimas dos décadas. En 1995, por ejemplo, los católicos representaban 80 por ciento de la población latinoamericana, y para 2017 ese porcentaje bajó a 59 por ciento.
Por ello, algunos expertos como la teóloga Judith Vázquez señalan que con el papa Francisco “se ha intentado crear una imagen adecuada al mundo de este tiempo, para que la gente regrese o no termine de irse”, pero en lo referente a consolidar un mandato progresista, “en concreto, no hemos avanzado en nada”. El sociólogo Bernardo Barranco destaca, a su vez, que en el Vaticano se vive una crisis por la lucha del poder entre conservadores y reformistas.
POLÉMICA “ALEGRÍA DEL AMOR”
El 8 de abril de 2016, el papa Francisco publicó Amoris Laetitia (La alegría del amor), su segunda exhortación apostólica donde propuso que los divorciados que se volvieron a casar por lo civil puedan comulgar. Además, la creación de una comisión que analice la posibilidad de contar con diaconisas (mujeres que asisten al sacerdote e incluso pueden administrar sacramentos como el bautismo). Y también pidió el respeto a las familias con integrantes homosexuales, citando el informe del sínodo de 2015:
“…la Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción. Con los padres sinodales he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos. Por eso, deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar ‘todo signo de discriminación injusta’, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia…”.
Las reacciones de grupos conservadores y ultraconservadores no se hicieron esperar.
El 19 de septiembre de ese año, cuatro cardenales —el italiano Carlo Cafarra (arzobispo emérito de Bolonia), el norteamericano Raymond L. Burke y los alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner— le hicieron llegar al papa un documento donde le pedían clarificar la confusión que suscitaron algunos puntos de su Amoris Laetitia. Al no recibir respuesta del sumo pontífice decidieron hacer público el texto “Dubia” (Duda, en latín) una carta con cinco preguntas donde entre varias asuntos puntualizaban: “…queremos ayudar al papa a prevenir divisiones y contraposiciones en la Iglesia, pidiéndole que disipe toda ambigüedad”.
Tras el fallecimiento de los cardenales Caffarra y Meisner, Burke y Brandmüller se erigieron como los exponentes más aguerridos que buscaban frenar la “herejía” de Francisco.
Y a sus críticas se sumó también el cardenal Gerhard Müller, exprefecto de la congregación Doctrina de la Fe, quien en septiembre de 2017 retó al papa a sostener un debate formal sobre su polémica exhortación apostólica y lo acusó de sucumbir a un “enfoque marxista” de la fe: “Nuestras categorías no son la teoría y la práctica, sino la verdad y la vida”, precisó Müller.
Él junto con casi un centenar de religiosos, académicos e intelectuales firmaron y le pidieron a Bergoglio retractarse de su Amoris Laetitia. Entre quienes firmaron la carta “Correctio filialis de haeresibus propagatis” (Una corrección filial ante la propagación de herejías) aparecían, entre otros, el expresidente del Banco Vaticano, el economista Ettore Gotti Tedeschi, y el líder del movimiento ultraconservador de los lefebvrianos.
EL ESCÁNDALO DE PENSILVANIA
En medio de esta batalla, el 15 de agosto pasado salió a la luz el informe de un gran jurado de Pensilvania que reveló que unos 300 sacerdotes abusaron sexualmente de más de mil niños y niñas durante 70 años.
En la investigación, que duró dos años y documentó en 1,350 páginas los abusos eclesiásticos en Pensilvania, Estados Unidos, salieron a relucir las formas como los sacerdotes encubrían sus crímenes sexuales contra los menores de edad. El informe detalló, por ejemplo, el caso “de un sacerdote que habría violado a una niña de siete años cuando la visitó en el hospital después de que ella tuvo una operación en la que le quitaron las amígdalas. Otro forzó a un niño de nueve a darle sexo oral ‘y después lavó la boca del menor con agua bendita para purificarlo’”.
También reprodujo fragmentos del informe con revelaciones desquiciantes como que “Un sacerdote reconoció abusar de niños, pero negó los reportes de dos niñas que lo acusaron: ‘No tienen pene’, explicó. Otro sacerdote, ante la pregunta de si había abusado de sus feligreses, respondió de manera evasiva: ‘Con mi historial —dijo— todo es posible’. Y otro sacerdote al final decidió renunciar después de años de haber enfrentado denuncias, pero pidió –y recibió– una carta de recomendación para su siguiente trabajo, en Disney World”.
PIDEN RENUNCIA DE PAPA
Con el escándalo de Pensilvania en el cénit se inició el Encuentro Mundial de las Familia, que se realizó en Dublín, Irlanda, a mediados de agosto de este año.
En las actividades durante su visita, el papa Francisco se reunió con víctimas de abuso sexual cometidos por clérigos de ese país. Ahí les dijo que “el fracaso de las autoridades eclesiásticas —obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros— al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto estos sentimientos”.
Poco antes de la llegada del pontífice a Dublín, el 26 de agosto, Carlo María Viganò, exnuncio apostólico en Estados Unidos, difundió una carta a través de medios digitales conservadores, como LifeSiteNews, en la que solicitó al papa su renuncia. Lo acusó de encubrimiento de los actos del cardenal Theodore McCarrick, quien fue suspendido por abuso sexual contra un menor de edad. La arquidiócesis de Nueva York publicó en junio de este año que el denunciante, hoy un empresario de 62 años, había demostrado cómo en su adolescencia –al ser un seminarista en preparación para el sacerdocio– McCarrick abusaba de él en la sacristía.
Según Viganò, Benedicto XVI ya había sancionado al cardenal Theodore McCarrick, hacia 2009 o 2010, impidiéndole toda aparición pública –aunque se desconoce la existencia de un documento sobre ello.
El también exarzobispo Viganò acusó al papa de haber cancelado esa sanción y de haberlo rehabilitado como su consejero, así Viganò se sumó al grupo de jerarcas católicos que se han manifestado en contra del papa. De hecho, se le conoce como uno de los cardenales “dubia” que criticaron el “liderazgo informal” de Francisco.
En el vuelo de Irlanda a Roma, los periodistas cuestionaron al papa sobre el texto del exnuncio Viganó, y este se concretó a señalar: “Leí hoy en la mañana ese comunicado (…) creo que el documento habla por sí solo; ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar conclusiones”.
Así, Francisco guardó silencio ante las declaraciones de Viganò, aunque a diferencia de otras ocasiones, los medios de comunicación, a través de los vaticanistas, reaccionaron. Recordaron que Viganò había sido responsabilizado de filtrar documentos confidenciales en el primer escándalo de los Vatileaks, durante el pontificado de Benedicto XVI.
Apenas unos días habían pasado desde la carta de Viganò, cuando se inició otro ataque al papa Francisco. El periódico italiano Il Fatto Quotidiano informó que tiene una presunta lista de obispos, cardenales y laicos que pertenecen a un “lobby gay”, donde hay un dossier que circula en el interior del Vaticano.
Este expediente, aseguró el rotativo, podría ser el resultado de la investigación realizada por los cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore de Giorgi, para ir a fondo del primer Vatileaks que fue entregado al papa Ratzinger antes de su renuncia en febrero de 2013. En el texto se denunció una “corrupción moral y material del clero”.
El periódico italiano indicó que no dio a conocer los nombres de la lista “por respeto a la privacidad” de los señalados.
REFORMAS “MISERICORDIOSAS”, NO PROGRESISTAS
Sociólogos especialistas en religión y teólogos coinciden en que las reformas de Francisco son “tímidas”, aunque, a diferencia de sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, es “un poco más receptivo y con una idea de una Iglesia menos cerrada”.
La teóloga Judith Vázquez asegura que en el Vaticano se han empeñado en difundir la imagen del papa progresista solo para ganar adeptos. “Para ser progresista —indica— tendría que tener una Iglesia que no fuera jerárquica sino más horizontal, pero en la Iglesia católica no existe la posibilidad de la democracia, por lo tanto las mujeres seguirán siendo excluidas y a los homosexuales los seguirán viendo como bichos raros”.
En su opinión, se “trata de crear una imagen adecuada al mundo de este tiempo, para que la gente regrese o no termine de irse, pero en lo concreto no hemos avanzado en nada”.
Vázquez explica que los jerarcas católicos han ido adaptando “su discurso de ultraderecha a nuestro lenguaje de derechos humanos”. Pero al hablar de la dignidad humana, agrega, “no hablan de la misma de la que se habla en los derechos humanos, ellos hablan de una dignidad a partir de ser dignos ante los ojos de Dios y para poder vivir en gracia hay que comportarse bajo sus principios”.
Para la maestra en teología y mundo contemporáneo y maestra en derechos humanos por la Universidad Iberoamericana, “en el mundo real no ha cambiado nada, no he escuchado a un sacerdote que diga que acepta a un divorciado, a un homosexual o que ayudaría a una mujer a abortar, ni siquiera pagan un sueldo decente en las iglesias a las personas que ahí laboran”.
Roberto Blancarte, académico del Colegio de México, considera, por su parte, que los cambios realizados por el papa “son pequeños y tímidos. No buscan una Iglesia progresista, sino una más misericordiosa. Es más abierto, pero no se debe confundir: esto no es ser progresista, es ser más abierto en ciertos temas, como es la homosexualidad y los divorciados”.
Autor del libro Los papas del tercer milenio, en donde compara las ideologías de los tres últimos pontífices, Blancarte destaca que las posturas de Jorge Mario Bergoglio no son las mismas cuando era arzobispo de Buenos Aires, Argentina. Ahí “nunca recibió a las madres de la Plaza de Mayo, que durante años protestaron afuera de Catedral. No tenía imagen de progresista, además todavía se opone al aborto y dice que es cosa del diablo”.
Blancarte observa que el actual pontífice es cuestionado por grupos ultraconservadores porque trata de responder a los retos que enfrenta la Iglesia, pero no totalmente, porque “no ha planteado el tema del celibato, pese a tener el problema de la pederastia. Trata de dar respuestas, pero no es el hombre de la modernidad”.
PERJUICIO DE DOCTRINA DE LA FE
Alberto Athié, exsacerdote y activista defensor de víctimas de abuso sexual del clero, critica las declaraciones del sumo pontífice sobre el tema en Dublín, Irlanda.
Todo parece indicar, explica en entrevista, que se trata de preservar el mecanismo que encubre a los pederastas. El Vaticano ya tenía información de los casos denunciados en Irlanda y Chile porque ya se habían realizado investigaciones de personas de la Iglesia católica.
La raíz del problema, explica Athié, se encuentra en que la Santa Sede diseñó un protocolo y lo implementó a escala mundial, pues desde 2001 el documento “Normas sobre los delitos más graves”, del papa Juan Pablo II, obliga a los obispos a que todos los casos sean llevados a la Congregación para la Doctrina de la Fe y esta determine la responsabilidad y el proceso a seguir para cada uno.
“Este mecanismo —asegura— es el que ha hecho un gigantesco daño a tantas víctimas, y mientras el papa no termine con este, va a seguir haciendo cada vez más daño a niños y protegiendo a curas pederastas de todo el mundo para que sigan cometiendo abusos, porque una de las partes del protocolo es cambiarlos de lugar y esta fórmula de protección sigue vigente”.
Francisco, considera el también exsacerdote mexicano, “ha hecho algunas reformas importantes, sobre todo en las formas, pero no en el fondo; porque tiene una problemática creciente y, con la denuncia de Viganò que le exige la renuncia, obviamente se le complica cada vez más la situación”.
En el caso del exarzobispo Viganò, Athié sostiene que “hay cosas que son ciertas por el mismo protocolo que se diseñó del manejo discrecional de los casos” y que subió el tema de la pederastia a la pugna de los ultraconservadores contra Francisco por los temas morales.
Athié Gallo explica la postura de los defensores de las víctimas de abuso sexual: “No nos interesa retirar del cargo al papa, demandamos que cumpla con su obligación de retirar el mecanismo que se implementó, porque él es el único que puede hacerlo”.
DECLARACIÓN DE GUERRA
Bernardo Barranco sostiene, a su vez, que de estos ataques el papa ha salido fortalecido y que, a escala mundial, goza de gran simpatía. Destaca además que Francisco está protegido por el derecho canónico que establece penas muy severas frente a aquellos que denigran o cuestionan los defectos del pontificado.
Para el sociólogo especialista en religiones, “si las cosas se ponen más rudas, el papa puede apelar al derecho canónico y dar una señal de severidad frente a aquellos que rebasan la raya; él es muy abierto al debate, pero esto ya no es un debate, está integrado por elementos de guerra sucia y él tiene elementos jurídicos para sancionar a los actores religiosos que rebasan el límite”.
En Latinoamérica, considera, se ve a un papa “congruente con una Iglesia abierta, de encuentro, más abierta a los cambios de la sociedad”.
Barranco destaca además que en el Vaticano se vive una crisis por la lucha del poder entre conservadores y reformistas, y que al grupo transversal denominado el “lobby gay”, no se le debe perder de vista.
Sin embargo, desde la perspectiva del conservadurismo católico estadounidense, ligado al presidente estadunidense Donald Trump, así como al fundamentalismo católico político que existe en importantes regiones europeas, el papa “es una amenaza, un peligro para la identidad católica y, por tanto, le han declarado una guerra y se ven los forcejeos de estos sectores”.
Para los conservadores europeos, “que dominaban la curia y controlaban los hilos del poder en el Vaticano, las reformas del papa son inadmisibles. Llevan ya tres años en rebeldía y buscan minar su imagen a través de un boicot permanente en la curia y una lentitud extrema en ciertos dicasterios. Preparan el terreno para que no vuelva a ocurrir un accidente como en el Cónclave de 2013, cuando se eligió al papa”, apunta el investigador.
Ante esta situación, algunos de los liberales que han manifestado desilusión porque esperaban una mandato más reformador de parte de Francisco han replanteado sus cuestionamientos y cerrado filas en torno al Pontífice.
Así lo manifestaron teólogos de la liberación latinoamericanos en una carta que le enviaron el 3 de septiembre pasado: “…el aparato curial del Estado Vaticano empezó a hurgar los defectos de Viganò y a cuestionar las posturas enfrentadas”. Además de combatir a los ultraconservadores “con el apoyo de vaticanistas cercanos y de intelectuales con peso en redes mediáticas y los sectores de izquierda en Europa”. Y es que, subraya Barranco, “Francisco es un jesuita, educado al fragor del poder para conquistarlo y conservarlo, no es un improvisado, una vez que se le han echado encima, tiene una estrategia de no entrar a la palestra”.
APOYAN PAPADO
Del Tercer Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña, realizado el pasado 3 de septiembre, al que asistieron más de 600 participantes teólogos, teólogas y cristianos comprometidos en diversas aéreas de la vida social, emanó una carta de apoyo a Francisco del grupo que fue crítico a los papados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.
Ahí expresaron: “En este momento de dura prueba queremos hacerte sentir nuestra cercanía y apoyo porque sabemos de tu fidelidad al Evangelio de Jesús. Decirte que tu propuesta de una Iglesia pobre para los pobres es también nuestra búsqueda y compromiso”.
También precisaron que esta es la hora de Francisco, “por ello creemos y afirmamos que la sangre martirial es semilla de vida y esperanza. Somos conscientes de que una nueva primavera está despuntando en la Iglesia y acontece en la complejidad de los procesos transformadores”.
Se escucharon además las voces de algunos episcopados que reiteraron su fidelidad al obispo de Roma, como los de Argentina, Perú, España y Chile, así como de movimientos laicales.
Algunos portales religiosos como Religión Digital, con sede en España, han iniciado incluso campañas para reunir firmas en apoyo al papa. Y el Episcopado Mexicano ha solicitado a los obispos y sacerdotes realizar una jornada de oración para fortalecer al pontífice en su servicio.
MÁS ABUSOS SE REVELAN
Previo al cierre de esta edición, el 24 de septiembre nuevos casos de abusos sexuales cometidos por religiosos se hicieron públicos. En un informe solicitado por la Conferencia Episcopal de Alemania se menciona que cerca de 1,670 miembros de la iglesia en diferentes parroquias de aquel país perpetraron algún tipo de ataque sexual a 3,677 menores durante un periodo de 68 años.
Der Spiegel, diario alemán que adelantó el informe, dio a conocer que aproximadamente la mitad de las víctimas de los abusos eran menores de 13 años y en uno de cada seis casos se trató de “alguna forma de violación” y hasta en un 25 por ciento de los casos, los abusos fueron cometidos en las iglesias.
Solo 38 por ciento de los supuestos perpetradores fueron procesados, pues la mayoría se enfrentó a procedimientos disciplinarios menores. De acuerdo con el medio alemán, lo habitual era trasladarlos de diócesis sin alertar a las parroquias de destino.
El informe fue realizado por tres universidades alemanas, a partir de 38,000 documentos de 27 diócesis del país. Los investigadores consideran que la verdadera magnitud de los abusos es más grande, ya que algunas pruebas de lo ocurrido fueron “destruidas o manipuladas”.
NORMAS DE PROTECCIÓN
El papa se reunió con el Consejo de Cardenales para reflexionar sobre las denuncias de abusos sexuales del clero, entre el 10 y el 12 de septiembre pasados. Sostuvieron además un encuentro con el cardenal Sean Patrick O´Malley, de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, y acordaron trabajar “diligentemente” en la elaboración de líneas guía y normas de protección para el desarrollo de instrumentos de auditoría que ofrezcan y permitan la supervisión de políticas y mecanismos de protección de la infancia y adultos vulnerables.
De esta forma, cuando los obispos lleguen a Roma con ocasión de las visitas ad limina (que se realizan cada cinco años y es cuando los obispos de cada país presentan informe sobre su trabajo pastoral en las diócesis a su cargo), podrán demostrar cómo han puesto en práctica estas líneas guía que cada episcopado ha realizado por encargo de la Santa Sede y del propio santo padre.
También se crearán en varios continentes los “Survivors’ Advisory Panels” (Comités de consulta para los sobrevivientes). El primero será en Brasil, pero se ha iniciado el proceso también en África y en Asia. De esta manera, “contaremos con grupos de víctimas que puedan asesorar a las conferencias episcopales locales, ofrecer su contribución, pero también consolidar el trabajo de nuestra comisión internacional”, concluyó O’ Malley.
Tras las denuncias por abuso sexual de sacerdotes en diversos países y la voz de las víctimas en busca de justicia, el papa Francisco convocó a los presidentes de los episcopados del mundo a una reunión del 21 al 24 de febrero de 2019 para tratar el tema de abusos sexuales de niños y adultos vulnerables.