ROSALBA gira la llave de derecha a izquierda, pero no sale nada de agua. Lo intenta de nuevo y nada. Luego de intentarlo un rato más, se da por vencida. “Hoy no saldré de casa”, dice mientras observa el encapotado cielo. La habitante de la delegación Tlalpan tendrá que esperar a la pipa de agua con la esperanza de obtener el vital líquido.
Al otro lado de la ciudad, Fernando también sufre por el agua. Pero no por la falta, sino por el exceso. Él, al igual que miles de automovilistas, se encuentra atrapado en el tránsito de Viaducto porque un tramo se volvió a inundar debido a una de las “atípicas lluvias” (como les llaman algunas autoridades) que sumergen las calles y avenidas de Ciudad de México.
Rosalba y Fernando son solo dos ejemplos de los millones de mexicanos que sufren por la escasez de agua o las inundaciones. Ambos problemas pueden tornarse en soluciones gracias a proyectos ciudadanos que buscan restablecer un nuevo equilibrio en el binomio Ciudad-Agua. Los mismos permiten imaginar que la viabilidad de las grandes ciudades mexicanas es posible.
La organización Isla Urbana ha enseñado a cosechar agua de lluvia a personas que nunca habían podido bañarse más de una vez a la semana. Los proyectos de esta organización han beneficiado a más de 60,000 personas en Ciudad de México, Hidalgo y Oaxaca. Mientras tanto, en Iztapalapa se crea el parque hídrico, La Quebradora, el cual beneficiará a 28,000 personas más.
Renata Fenton y Enrique Lomnitz idearon un sistema de captación de lluvia que puede instalarse en cualquier casa, con la intención de buscar una salida al problema de escasez que afecta a cerca de 2.1 millones de hogares.
La idea, explica Fenton, nació de su tesis en la carrera de Diseño Industrial, cuando junto ambos buscando un enfoque ambiental y social, se plantearon aprender a captar la lluvia de la forma más práctica posible para poder abastecer de agua a comunidades marginadas.
Fue así que, tras meses de investigación, en 2009 instalaron el primer piloto del sistema de captación de lluvia en la casa de la señora Clara Gaytán. Así, esta habitante de la colonia Cultura Maya, en la delegación Tlalpan, logró obtener el agua que por muchos años no había contado.
Uno de los motivos por los que iniciaron los trabajos en el sur de Ciudad de México es porque ahí se concentran el mayor número de viviendas que no tienen conexión con la red de agua potable (250,000 personas, aproximadamente) y donde más llueve: “la gente no tiene agua en sus casas, pero cuando cae una tormenta, sus calles se convierten en un río” y toda esa agua se estanca, provoca inundaciones y lentamente regresa al sistema de alcantarillado de la ciudad sin haber sido ocupada debidamente.
AYUDANTES DE TLÁLOC
Al ver el impacto y potencial que tuvo este primer sistema, Fenton y Lomnitz, junto a Carlos Moscoso, fundaron Isla Urbana con la misión de impulsar el desarrollo sustentable del agua con base en la captación de lluvia a través de sistemas innovadores y de bajo costo.
Los sistemas de captación de lluvia de Isla Urbana se pueden instalar en cualquier casa o edificio porque “pueden adaptarse a la estructura ya existente y permiten que si ya tienes un tanque, solo se incorpore y utilices la instalación que ya antes tenías”.
A grandes rasgos, el sistema de captación de lluvia de Isla Urbana consta de unas canaletas que van instaladas en los techos, las cuales se encargan de dirigir el agua de la lluvia hacía un filtro de hojas y un separador de primeras lluvias que es conocido como Tlaloque, el cual es considerado el “corazón” de estos sistemas.
En la mitología Azteca, a los ayudantes de Tláloc, el dios de la lluvia, se les conocían como Tlaloques. Cuenta la leyenda que los cuatro Tlaloques que existían siempre llevaban consigo una vasija llena de agua. Cuando Tláloc quería que lloviera, ordenaba a los Tlaloques romper sus vasijas, lo que propiciaba los truenos y la lluvia.
Algo similar sucede con el Tlaloque de Isla Urbana. Si bien no gesta los truenos, sí funge como un gran ayudante para la lluvia al separar la parte más sucia de la misma que, en promedio, cae en los primeros cinco a diez minutos de cada precipitación. El objetivo es que no entre en la cisterna para así reducir en un 75 por ciento la contaminación de esa agua.
Una vez que el nuevo ayudante de Tláloc se queda con esta lluvia sucia, el agua restante pasa por distintos filtros contra sedimentos y entra en una cisterna donde hay una pieza llamada “Reductor de Turbulencia” —se trata de una campana que hace que el agua no entre con mucha presión y permite que cualquier sedimento extra se vaya al fondo de la cisterna.
Dentro de dicha cisterna hay un dosificador de cloro, que es un flotador que dispensa la cantidad necesaria de cloro para eliminar cualquier bacteria en el agua. Luego, una pichancha especial que flota sobre la superficie dentro de la cisterna y esto hace que se succione el agua de los primeros 10 a 15 centímetros debajo de la superficie, que es el agua más limpia. Finalmente, el agua pasa por un tubo llamado tren de filtrado que elimina sedimentos y contaminantes más finos, y llega por fin a un tinaco de donde se distribuye a toda la casa. Con este sistema cada hogar puede tener de 5 a 12 meses de agua, la cual, dependiendo del sistema, hasta puede ser utilizada para beber.
Con su labor, Isla Urbana ha logrado cosechar 346 millones de litros de agua de lluvia, instalar 8,000 sistemas y se ha beneficiado a 56,000 personas que antes no contaban con agua y que ahora pueden abrir una llave y ver como el agua fluye.
“Creo que nuestra labor más allá de una instalación, ha sido empoderar a la gente y devolverle su tiempo, el cual era destinado a la espera de las pipas de agua”, sostiene Renata Fenton.
Dotar de agua y empoderar a las comunidades no son los únicos beneficios de la captación de agua. Hay consecuencias positivas que reditúan en beneficios para toda la ciudadanía.
Primero, disminuir las inundaciones. Distintas ciudades del país, en particular Ciudad de México, sufren debido a la saturación del drenaje, pero si captamos el agua de lluvia, esta agua en lugar de ir al drenaje llenaría millones de cisternas.
Segundo, menos hundimiento. La capital mexicana fue construida sobre un lago por lo que debido a la extracción del agua que se realiza del subsuelo, se está hundiendo. Si se logra que toda la ciudad tenga un sistema de captación, la extracción del agua del subsuelo sería menor y se lograría detener esto.
En tercer lugar, se conservarían mejor los acuíferos. En México, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), se consume más agua de la que la naturaleza puede recargar (estrés hídrico); con la captación de lluvia se podría dar un respiro a los acuíferos en la temporada de lluvias. Y, finalmente, la recolección de agua de lluvia trae ahorro de energía y recursos. Bombear el agua del sistema Lerma-Cutzamala hasta Ciudad de México tiene un costo de energía similar al que es consumido en toda la ciudad de Puebla, por ejemplo. Al utilizar el sistema de captación se podría ahorrar toda esta energía eléctrica.
NÉCTAR DE NUBE
Isla Urbana no solo ha instalado sistemas de captación en hogares, también lo ha hecho en negocios, centros de salud y escuelas. Pero hay dos proyectos que han destacado. Uno de ellos es la potabilizadora de agua comunitaria: Iztapalapa es una de las alcaldías que más ha sufrido por la falta de agua y también por la mala calidad de la misma. Pensando en una solución a este segundo problema, en 2015, en cooperación con los habitantes del Yuguelito, el predio de Iztapalapa y el Club de Rotarios, pusieron en marcha la primera planta potabilizadora comunitaria de agua de lluvia llamada Néctar de Nube. Con el lema “¡De la nube a tu vaso!” este proyecto ha dotado de agua para beber a bajo costo a cientos de familias de esta comunidad.
El otro proyecto fue el de sistemas de emergencia. Tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, Isla Urbana emprendió una brigada de ayuda para llevar a los hogares afectados sistemas de captación de emergencia para aprovechar los últimos meses de la temporada de lluvia. Gracias a las donaciones que lograron reunir, se instalaron 101 sistemas que ayudaron a 566 damnificados del terremoto.
GOTAS DE CULTURA COLECTIVA
Aunque en estos casi diez años han logrado entrar a miles de hogares en Ciudad de México, Oaxaca, Hidalgo, comunidades indígenas, entre otros, al principio no fue sencillo porque los sistemas eran poco conocidos y la gente no sabía que la lluvia podía utilizarse para satisfacer sus necesidades. Muchos piensan que el agua de lluvia es sucia y no puede ser reutilizada, por lo que hemos acompañado nuestra labor con educación ambiental y cultural”.
Renata Fenton cuenta que al llegar a las comunidades y preguntarles sobre sus necesidades, la que más se repetía, después de la necesidad de agua, era la falta de eventos culturales en esas zonas.
“Al estar tan alejados —explica— la gente nos comentaba que nunca habían podido llevar a sus hijos a ver una película o a una obra de teatro, por lo que pensamos que como parte de nuestra labor social era fundamental acercar esto a ellos”.
Es así como, aunado a la instalación de sistemas de captación, los integrantes de Isla Urbana realizan pláticas ambientales para concientizar a la población y eventos culturales (pinta de murales, muestras de cine y teatro, entre otros) con los que tratan de generar un espacio de reflexión sobre la problemática del agua en nuestro país. “La situación actual en la que vivimos no es sostenible en el tema de agua. Para 2030, la escasez de agua llegaría a México, por lo que debemos buscar soluciones ya que el tema de agua es un problema que nos atañe a todos”, subraya.
Isla Urbana colaboró con la aún vigente administración capitalina en la instalación de sus sistemas, sin embargo no se lograron instalar los suficientes. “En mi opinión, algo que sucedió con el gobierno saliente es que se enfocaron más en la comunicación de los proyectos que iban a hacer, más que en la implementación”, comenta Nabani Vera, director de comunicación de la asociación.
Para Fenton, el gobierno entrante tiene mucha apertura para que la captación de lluvia se vuelva una realidad en Ciudad de México. “Claro que es posible que en cada hogar se cuente con un sistema de captación pluvial. Ojalá en un futuro, esperemos que cercano, haya la accesibilidad de esta tecnología y así como hoy día se tiene un boiler en casa, los sistemas de captación sean un denominador común en cada hogar de nuestro país”.
ACUPUNTURA HIDROURBANA 2:
PARQUE HÍDRICO
En Iztapalapa, una de las zonas más pobres de Ciudad de México, se construye uno de los proyectos más ambiciosos de los últimos años: el parque la Quebradora. El proyecto fue coordinado por la UNAM.
La historia del proyecto se remonta a 2013, nos cuenta la arquitecta Loreta Castro, miembro de Taller Capital, cuando el entonces delegado de Iztapalapa, Jesús Valencia, los invitó, a ella y al doctor Manuel Perló, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, a hacer una propuesta de una obra del desarrollo urbano en la región. Lo que primero que acordaron fue hacer un concurso para ver qué ideas tenía la gente de la demarcación política para solucionar el problema del agua.
Fue así que a finales de ese año lanzaron el primer “Concurso por el agua de Iztapalapa: Acupunturas hidrourbanas”, con el que recibieron 256 propuestas y de estas, ocho resultaron ganadoras. Paralelamente a esto, Castro y Perló recorrieron todo Iztapalapa para encontrar el mejor lugar para realizar la intervención hídrica que ya tenían en mente. Fue así que encontraron La Quebradora.
La Quebradora era un predio abandonado que había sido un vaso regulador de las tormentas con lo que se evitaba que se saturara el sistema de drenaje de la zona y así se disminuía la posibilidad de las inundaciones. Pero dejó de ser utilizado y fue otorgado a la delegación. La historia del lugar se vinculaba de mucho tiempo atrás con el agua ya que, al estar ubicado en la Sierra de Santa Catarina, había un caudal que se dirigía hacia ese sitio de roca quebrada por donde se filtraba el líquido.
Desde hace muchos años este lugar que se ubica en el cruce Ermita y Avenida de las Minas había estado abandonado lo que hacía de la zona un lugar conflictivo, con mucha delincuencia y poco espacio público para los habitantes de la zona. Por falta de tiempo, el delegado Valencia decidió no hacer el proyecto, pero después se le presentó a la delegada Dione Anguiano, quien lo aprobó con una inversión de 250 millones de pesos.
El parque inició su construcción en 2016 y se espera esté terminado a finales de 2018.
La Quebradora contará con un centro cultural, con un teatro al aire libre, un museo del agua, librería con cafetería, juegos infantiles, áreas para adultos mayores e, incluso, aulas para que los vecinos desarrollen actividades de su interés.
La arquitecta Loreta Castro señala que la importancia de este parque radica en que es la primera infraestructura verde de esa escala y el primer parque hídrico en México.
Y no solo, se indica, es un parque que permite la recuperación de espacios públicos sino también un lugar que ayudará al problema del agua pues recibirá el agua pluvial de la zona de la Sierra de Santa Catarina, que normalmente iría a la avenida Ermita Iztapalapa y zonas aledañas, en donde se producen inundaciones constantes. También se proyecta que se incrementará en 35 por ciento el volumen de captación de agua, y se mejorará la calidad del recurso infiltrado al subsuelo mediante filtros y sedimentadores, que harán que el líquido que escurre llegue a dos grandes embalses y, a través de agrietamientos, al subsuelo.
En temporada de lluvias, las edificaciones que se construirán captarán esta agua para su uso y el parque funcionará como vaso regulador con dos grandes reservorios y una planta de tratamiento de aguas residuales. Con ese flujo, se abastecerán las necesidades del propio parque y se obtendrán pipas extras de agua.
A su vez, mejorará la circulación de la parte sur de la Sierra hacia la avenida, y se generará una serie de espacios para fomentar la cultura del agua, indispensable en Ciudad de México. El parque traerá un beneficio directo para 28,000 personas, pues se duplicará el espacio público al que tienen acceso; de igual manera, se triplicará el arbolado actual con vegetación endémica. “La Quebradora será un lugar que trabaje todo el tiempo. Una gran maquinaria de agua y espacio público que está diseñado para durar 500 años”.
Recientemente, el proyecto de La Quebradora ganó el primer lugar en los premios “LafargeHolcim Awards 2018” a nivel mundial; es la primera vez que un diseño sustentable mexicano obtiene la medalla de oro a nivel global en este concurso, que es uno de los más relevantes en construcción sustentable. El jurado valoró atención a los aspectos técnicos en el manejo del agua, al uso social del espacio público, a los aspectos económicos de la construcción y al mantenimiento a largo plazo.
EL AGUA Y EL PAÍS, EN 50 AÑOS
La arquitecta Loreta Castro y el doctor Manuel Perló esperan que dentro de seis años se pueda contar con diez parques como La Quebradora u otros proyectos más pequeños, pero muy puntuales, que sigan contribuyendo a ser una solución para el problema del agua en la ciudad porque ya no podemos seguir pensando como en el siglo pasado. “Es cierto, en México se tuvieron grandes líderes en el tema del agua (Porfirio Díaz, Nabor Carillo, los ingenieros del Emisor Oriente) y hoy día criticamos las soluciones que ellos propusieron, pero debemos entender que ese era el paradigma, por lo que ahora se necesitan gente de ese calibre que cree el nuevo paradigma con grandes acupunturas hídricas”, señala el doctor Perló.
Sin embargo, si esto no sucede nos podíamos enfrentar en 50 años a serios problemas. “Imaginemos esto: nunca aprendimos a convivir con el agua, el cambio climático empeora y las siete presas del sistema Cutzamala, que dan más de la tercera parte del agua a la ciudad, tienen solo 30 por ciento de su capacidad. De repente, la ciudad vive una época radical de sequía y el Estado de México decide ya no enviarnos agua. ¿De dónde la vamos a sacar? Hasta una guerra podría provocar esto”, alerta el doctor Perló.
Aun con este escenario apocalíptico, tanto Loreta Castro como Manuel Perló concuerdan en que el futuro de la ciudad se ve virtuoso. “Vemos una ciudad más reconciliada con el agua, donde el espacio público se vuelva infraestructura hídrica y se piense en grandes proyectos (¡Ojalá se rescate el lago de Texcoco!) y micro proyectos que sean resultado de una verdadera política pública”.
ALGUNOS HABITANTES DE TLALPAN YA SE BENEFICIAN DE LA RECOLECCIÓN DE LLUVIA
“Estos sistemas son opción para toda CDMX”: Beatriz Mariana Cancino
He vivido en esta zona de Tlalpan desde hace 40 años y siempre hemos sufrido por la falta de agua. Cuando era pequeña, junto a mis hermanos debíamos ir al río cercano para obtener el agua que no llegaba a la casa, cada uno llevaba varias cubetas para lograr juntar el agua pero nunca era suficiente. No nos bañábamos en toda la semana para tener más agua y nos esperábamos hasta el fin de semana para ir a lavar y bañarnos al río. Hoy día tenemos agua de la llave que cae uno o dos días a la semana. Hace tiempo, la delegación nos mandaba pipas tres veces a la semana, dos tambos de agua por familia, pero debíamos estar atentos porque algunas veces nos robaban los tambos porque hay gente que también necesita el agua. Desde hace tres meses que tenemos el sistema de captación de agua de Isla Urbana y nos ha funcionado muy bien porque es tiempo de lluvia y estoy bastante a gusto, es mucha el agua que hemos podido recolectar. Creo que estos sistemas serían una opción para toda la ciudad porque estamos viviendo una gran problemática de agua y de contaminación.
“Somos seis personas beneficiadas”: Guadalupe Cruz Morales
Nosotros sufrimos por el agua desde hace unos cinco o seis años. Pedíamos la pipa a la delegación porque no teníamos, pero no era suficiente. Desde ya hace varios meses que nos instalaron el sistema de captación de Isla Urbana y nos ha servido mucho porque cuando no tenemos agua de la llave, tenemos agua de lluvia. En casa somos seis personas beneficiadas. Creo que estos sistemas son viables en toda Ciudad de México.
“Ahora puedo usar agua para todo”: Emma Hernández
Vivo en Tlalpan desde hace 25 años. El problema del agua lo tenemos desde siempre. Nosotros nos las ingeniamos para que nos rinda la poca agua que nos llega porque aunque se supone que nos mandan el agua una vez a la semana, hay ocasiones que pasan dos meses y no cae ni una gota. Pedíamos pipas y nos dejaban el agua en tambos, pero a veces se los robaban. Ya tiene dos meses que tenemos este sistema de captación de lluvia, toda el agua que se tiraba a la calle ahora llena mi tinaco. El agua que recolectamos ahora la puedo usar para todo. En la parte de abajo de mi colonia sufren de inundaciones y estos sistemas podrían ayudar a evitar esto.