Más de 30 especies depredan a los conejos europeos, por lo que no sorprende que los lagomorfos hayan evolucionado numerosas adaptaciones y conductas que les permiten sobrevivir.
Y ahora, unos investigadores han descubierto una facultad especialmente extraña que podría ayudar a los conejos a evitar convertirse en la cena. Un artículo publicado en la revista Acta Ethologica afirma que estos mamíferos tienen la capacidad de identificar el olor de otros conejos que fueron devorados en las heces, o “estiércol”, de los depredadores.
Se ha documentado ampliamente que los conejos reconocen el estiércol de los depredadores terrestres, y que evitan las áreas donde se encuentran.
No obstante, para este estudio, un equipo de investigadores dirigido por José Guerrero Casado, del Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba, España, decidió investigar si el impresionante olfato de los conejos podía detectar rastros biológicos de otros congéneres en las heces de los depredadores, ayudándoles identificar su localización de manera más eficaz.
“Reconocer a [otros conejos] en el estiércol de los depredadores les permitiría evitar las zonas de mayor riesgo y alimentarse en áreas que ofrezcan un menor riesgo de depredación”, explicó Guerrero Casado, en entrevista con New Scientist.
Para averiguarlo, los investigadores llevaron a cabo un experimento en tres parcelas de la campiña española donde había conejos.
Como control, rociaron diariamente una de las parcelas con un olor neutro (agua), y asperjaron las dos restantes con olores extraídos del estiércol de hurones que habían consumido conejos u otro mamífero (carne de res).
Para determinar la frecuencia con que los conejos acudían a alimentarse en cada parcela, el equipo contó la cantidad de pelotillas de estiércol de conejo que quedaban en el suelo. Los resultados demostraron que las parcelas asperjadas con los olores de los depredadores tenían una menor cantidad de estiércol de conejo que la parcela de control.
Además, durante los 6 días inmediatos a la primera aplicación del olor de los depredadores, la cantidad de pelotillas de heces de conejo fue aun menor en la parcela rociada con el olor de los hurones que comieron conejo respecto del área rociada con el extracto de los depredadores que habían consumido carne de res. Sin embargo, nueve días después de la primera aspersión, el equipo no observó diferencias entre las dos parcelas.
Los hallazgos apuntan a que los conejos podrían detectar el olor de sus congéneres en las heces de los hurones, lo cual los llevaría a evitar las zonas donde merodean sus depredadores, al menos a corto plazo.
“La selección natural ha proporcionado mecanismos con que los animales pueden detectar a sus depredadores antes de sufrir un ataque. Se trata de un mecanismo nuevo y poco estudiado, pero con grandes ventajas”, concluyó Guerrero Casado.
Investigaciones anteriores también han detectado un mecanismo similar en otros animales. Por ejemplo, se ha informado que los canguros y las cabras evitan las zonas cubiertas con el estiércol de grandes felinos que han devorado a sus semejantes.
A futuro, los investigadores esperan determinar la manera exacta como los conejos identifican el olor de sus congéneres muertos en las heces de los depredadores.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek