Los habitantes de Ciudad de México se enferman, sufren de insomnio y estrés, entre otros padecimientos, por causa del ruido incesante de cláxones, construcciones y música en altos decibeles de vecinos o bares. Pero ante la creciente contaminación acústica, no hay una normatividad clara de control sino medidas conciliatorias: no hay nada qué detenga a los infractores en la octava metrópoli más ruidosa del mundo
DE SER UN REFUGIO, su departamento se convirtió en zona de guerra. Cuando llegó va vivir a la colonia Nápoles, en la Ciudad de México, Karla solía abrir el balcón para escuchar a los pájaros y sentarse a trabajar en paz. En 2015 todo cambió: el ruido por la construcción de un magno edificio aledaño al suyo se tornó insoportable. Al concluir la obra, Karla pensó que la pesadilla había terminado. No fue así. Comenzaron a sonar los aires acondicionados, las plantas de luz, los extractores de los restaurantes. Desde entonces, no ha vuelto a abrir su balcón ni las ventanas de su casa.
“Mi vida ha cambiado. Soy más intolerante, más impaciente, me peleo, me quejo, ha sido un desgaste con los dueños del edificio, con la delegación, con la Procuraduría Ambiental —cuenta en entrevista—. Estar en mi casa se ha vuelto una tortura china, como esa en la que a una persona le caía una gota de agua de manera constante hasta desquiciarla. Así me siento yo, ya no puedo vivir en mi casa y, aunque he pensado en mudarme, no me quiero ir porque no quiero que ganen ellos”.
Karla vive en la calle Ohio pero su balcón y la ventana de su recámara dan a la calle Colorado —que está justo a espaldas de un nuevo edificio de oficinas compartidas (Wework) y cuenta con un centro comercial y restaurantes, cuya entrada principal es por avenida Insurgentes—. Ella y sus vecinos han levantado denuncias en la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial (PAOT) capitalina. También han acudido a la delegación Benito Juárez pero pese al sinnúmero de quejas presentadas y reuniones con el administrador de su edificio nada cambia.
Lo más duro en estas situaciones, dice Jimena de Gortari, arquitecta especializada en ruido, es la indefensión ante el ruido. Este problema es muy complejo en CDMX, principalmente porque incide en la salud física, psíquica y mental. “No tenemos párpados en los oídos y estamos expuestos todo el tiempo”, comenta.
Ciudad de México es la octava ciudad más ruidosa del mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el Índice Mundial de la Audición, que analiza 50 ciudades del mundo. La capital del país es aún más escandalosa que Cantón y Pekín, en China; Nueva Delhi y Bombay, en India; El Cairo, Egipto; y Estambul, Turquía.
Karla está en un callejón sin salida. Ya no quiere vivir en la casa que con tantos esfuerzos compró y que además utiliza como oficina de trabajo. “Mi nivel de estrés ha subido y mi tolerancia ha bajado. Mis amigas me dicen que ya les deje de hablar del edificio; ya no puedo más”, dice desesperada.
La administración de su edificio le ha dicho a Karla que la PAOT sostiene que los decibeles de ruido están en el rango normal. El problema, explica la afectada, es que la gotita cotidiana de ruido constante es imparable.
Desde las ventanas de los departamentos de sus vecinos se pueden ver los extractores de los restaurantes. Ellos ya pueden identificarlos y saben a qué hora prenden y apagan: “Mira, ese es el del Toks y apaga a las ocho, ese otro es de Loma Linda…”
La plusvalía de este edificio se ha ido a pique y aunque Karla ha pensado en cambiarse de casa dentro de ella emerge un grito quedo y desconsolado: “por qué me voy a ir de mi casa, por qué si es un problema que ellos me causaron, por qué tengo que pagar yo las consecuencias”.
PROBLEMA CULTURAL
A unos ocho kilómetros del edificio de Karla, vive Úrsula; justo detrás de Televisa San Ángel. Cuando los foros están en grabación durante el día, hay silencio en el entorno. El problema viene en las noches, cuando los tramoyistas y encargados de escenografía empiezan a taladrar, martillar, serruchar.
“El 80 por ciento de la colindancia de mi casa es Televisa San Ángel, da a los talleres de carpintería o donde, me imagino, están las tramoyas. De pronto empiezan a trabajar, a martillar o usar la segueta; puede ser en fin de semana a las siete de la mañana o a las nueve de la noche, entre semana. La PAOT llamó a Televisa y el mismo día que puse la denuncia dijeron que venían, antes de salir dijeron que me avisaban, el problema es que, cuando llegan, no hay ruido. Es como la ley de Murphy”, se lamenta.
“Hace poco —agrega— estuvieron con el ruido todo el sábado en la tarde, domingo desde temprano y lunes. Llamé a la patrulla: te llega un pobre policía en cuatrimoto, sin autoridad, pero me envalentonó y les toqué, porque tienen una puerta enorme que nunca abren. ‘Ya dejen de hacer escándalo’, grité. Entonces pararon la motosierra o segueta, se asomó un tipo, se callaron diez minutos y luego volvieron al ruido”.
Úrsula se siente impotente. “Como Televisa es tan grande, llamas al conmutador y no sabes a dónde o con quién pedir. El ruido es muy fuerte en el cuarto de mi hijo, haz de cuenta que le están taladrando la cabeza”.
A la PAOT de CDMX le corresponde generar acuerdos entre las entidades encargadas de la aplicación de la ley y crear conciencia en los involucrados.
El ruido generado en casa habitación o vía pública es una infracción contra la tranquilidad de las personas prevista en el Artículo 24, fracción III, de la Ley de Cultura Cívica de Ciudad de México y puede denunciarse ante el juez cívico o la Secretaría de Seguridad Pública de la CDMX. También se toma en cuenta la Norma Ambiental NADF-005-AMBT-2013, que establece los límites máximos permitidos en materia de emisiones sonoras: de 6:00 a las 20:00 horas, el límite son los 63 decibeles, y de las 20:00 a las 6:00 horas, 60 decibeles. Las sanciones van de 11 a 20 días de salario mínimo o arresto de 13 a 24 horas, pero generalmente no se sancionan, pues la operatividad de la policía les permite solo advertir y solicitar que los infractores bajen el volumen.
El procurador Miguel Ángel Cancino explica a Newsweek en Español que “en los casos de ruido en la vía pública recurrimos a la Secretaría de Seguridad Pública y la alcaldía, según sea el caso. El primer acercamiento es por nuestra parte y casi de inmediato”.
En la PAOT se pueden denunciar emisiones de ruido que provengan de establecimientos industriales, mercantiles o de servicios que violen la norma ambiental —como bares, antros, salones de fiesta, restaurantes, tiendas como misceláneas, comercio informal, fábricas, talleres o plantas de energía eléctrica, así como ruido generado por construcciones.
“Tenemos la tecnología más avanzada en medición de sonido, con la cual nos dirigimos al punto de denuncia, generalmente la misma semana en que esta se realiza, tomamos las mediciones pertinentes, y si detectamos que se está infringiendo la Norma 005, tratamos de concienciar y generalmente la gente le baja. De no ser así, lanzamos operativos”, refiere el procurador.
Y pone como ejemplo el Operativo Mala Copa, que se realiza junto con la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y la alcaldía y, en algunos casos, con la Procuraduría General de Justicia (PGJ), la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) y el Instituto de Verificación Administrativa (Invea). “Cuando se presentan situaciones de ruido constante se revisan las licencias de operación de bares y antros, y se verifica el ruido que se escapa del lugar con los sonómetros”, precisa.
Cancino explica que, para el caso de la contaminación acústica, la PAOT no es una entidad sancionadora. Se pide el apoyo de otras instituciones y se busca la conciliación también. El problema del ruido, abunda, es cultural, de no entendimiento y desconocimiento, entonces, la concienciación en términos de salud primero, después de convivencia y de calidad de vida, es lo más importante.
En esto último coincide Jimena de Gortari, quien considera que el mayor reto es la falta de aceptación generalizada del ruido como contaminante. Todas las personas contribuimos al incremento en los niveles sonoros. La también académica del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana dice que se debe concienciar a la población e incorporar otras perspectivas de análisis. “El trabajo sobre el ruido es interdisciplinario, se debe tomar en cuenta que el sonido habla de identidad, memoria y modos de vida, por lo que hay que tener mucho cuidado en la manera como se regula. Es una manifestación social y se necesita trabajar también con esa percepción ciudadana, pues mientras algunos lo disfrutan, considero que el 90 por ciento de la población tiene algún problema que denunciar”.
Existen muchas certificaciones ambientales internacionales que los dueños y administradores de grandes edificios quieren alcanzar para así atraer a clientes que buscan oficinas o tiendas. Por ejemplo, para obtener la certificación LEED se debe cumplir el punto relativo a la “Calidad del ambiente interior”, el cual contempla el manejo del ruido. Pero las certificaciones solo aplican en el interior de los edificios y no para las calles. Jimena De Gortari explica que hay problemas de reglamentación porque el espacio público no tiene un límite de decibeles. Hace unos meses, narra, los vecinos de Santa María la Ribera la buscaron porque estaban cansados del ruido que provocaban las actividades públicas en el quiosco Morisco. Ella los refirió a la PAOT para que interviniera y la procuraduría emitió a su vez una recomendación a la alcaldía para que bajaran el volumen. Lamentablemente, comenta Jimena, la respuesta fue algo radical porque la alcaldía decidió cancelar las actividades en el quiosco, entonces “otro grupo de vecinos salió furioso a decir que se estaba obstaculizando el uso y apropiación del espacio público, acusaron a los vecinos quejosos de elitistas, cuando lo más sencillo y que hubiera tenido contentas a ambas partes era bajar el volumen”.
NO HAY INVESTIGACIÓN
En 2010, en las calles de Berlín, Alemania, las personas salieron a las calles a protestar porque la autoridad quería desviar el trayecto de los aviones e iban a tener que cruzar la ciudad. La gente le dijo al gobierno que no, que nada contra su paz y silencio.
En otros países europeos el silencio también ha triunfado. Hace un año, Flavio Florencio tomó un taxi del aeropuerto de Islandia hacia el departamento donde se iba a hospedar. Cuando se bajó, se dio cuenta de que se había equivocado de dirección, entonces decidió caminar hasta su destino final, pues no estaba lejos. Su maleta tenía rueditas, de ahí que parecía tarea sencilla. Sin embargo, mientras avanzaba, las personas que estaban en las calles volteaban a verlo y él no entendía qué estaba haciendo mal. Pronto reparó que se trataba del ruido que emitía su maleta. Al rozar la banqueta, las llantas emetían un sonido molesto. Flavio tuvo que cargar su equipaje hasta el lugar al que se dirigía.
La discordancia cultural es evidente gracias a que la reglamentación europea es sumamente restrictiva, mientras que en México, explica Jimena de Gortari, el ruido es aceptado como manifestación cultural. En 2017 se ubicó a Ciudad de México como la octava urbe con la peor contaminación acústica en el mundo y se estima que por este padecimiento cerca de 360 millones de personas tienen pérdida auditiva.
El doctor Rafael Trovamala, investigador de la Academia de Mecatrónica de la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), encabeza un estudio auspiciado por el Conacyt que evalúa el estado de la red de monitoreo y los mapas de ruido de Ciudad de México que existen, son insuficientes.
Para Trovamala, en México no existe investigación en la materia, por lo que considera urgente generarla para poder implementar leyes que penalicen de forma eficiente a los generadores de ruido. “Es necesaria la colaboración entre gobierno, industria y academia. Además, en la mayoría de los países los problemas de ruido los atienden las instituciones de salud y aquí están involucradas la Semarnat o la Secretaría de Seguridad Pública, pero no la Secretaría de Salud, lo cual es una paradoja, pues después de la contaminación del aire, el ruido es el contaminante más extendido y que más afecta la salud de la población”.
Pone como ejemplo a Chile, donde su ministerio de Salud se preocupa hasta de las viviendas de interés social. “Las personas de menos recursos también requieren cuidado en el tratamiento acústico de su vivienda, si no les permitimos a las personas más estresadas social y económicamente que descansen y les agregamos los estresores de que no duerman bien en comunidades demasiado bulliciosas, lo que estamos haciendo es exacerbar el estado emocional de las personas más socialmente desfavorecidas. En México no existe idea de planificación de este tipo”, denuncia el investigador del IPN.
JALISCO LANZA LEY ANTIRRUIDO
Aún con todo el rezago en la regulación de la contaminación acústica, Jalisco recientemente reformó la Ley Estatal del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, mejor conocida como Ley Antirruido, la cual entró en vigor el pasado 24 de agosto. Promovida por el diputado federal Augusto Valencia esta ley se sustenta en la propuesta de la asociación civil Cruzada contra el Ruido y en las aportaciones de países como Chile y España.
“La ley (en Jalisco) promueve regular, y en su caso sancionar, a quienes provoquen molestia por los niveles excesivos de ruido, ya sea en casa habitación o en giros comerciales durante las 24 horas del día. Establece habilitar a la policía tanto estatal como municipal para que, a través de la activación y autorregulación de la red de tecnología de detección de ruido, identifiquen, lleguen al lugar de los hechos y sancionen de manera autónoma”, refiere Valencia.
La Ley Antirruido también prohíbe la detonación de pirotecnia de las 21:00 a las 8:00 horas y modifica la Ley de Movilidad y Transporte del estado para sancionar a los conductores que produzcan ruido excesivo con equipos de audio y claxon. La Ley Antirruido de Jalisco “marca un hito en un país muy arraigado al ruido como manifestación cultural y podría sentar precedentes para una normativa aplicable en el resto del territorio”, asegura el legislador.
Esta legislación otorga a la policía, tanto estatal como municipal, los atributos necesarios para aplicar la ley a los infractores si reinciden después de media hora de la llamada de atención con multas que van de 1,500 pesos a un millón 500,000 pesos.
De acuerdo con especialistas en derecho, las sanciones o multas deberían ser consideradas como última medida y no como primera opción. Las primeras acciones deberían estar encaminadas a resolver las fuentes del problema, como serían las culturales, para la ciudadanía, y las normativas para que las principales fuentes de ruido bajen sus emisiones —en las grandes avenidas como periférico, o en edificios con aires acondicionados, extractores y restaurantes y bares.
AFECCIONES A LA SALUD
Los problemas de salud que ocasiona estar expuesto a la contaminación acústica de forma constante son múltiples. Así lo explica el doctor Gonzalo Corvera, especialista en problemas auditivos y creador de la fundación AmaOir.
La pérdida acústica ocurre cuando se está expuesto a un sonido de 80 decibeles por más de dos horas. Para tener una referencia, una conversación normal es de aproximadamente 60 y un concierto de rock de 120 decibeles. Pero eso no es todo. En paralelo se desatan una serie de padecimientos, como los endócrinos. Todo comienza, explica del doctor Corvera, con el sobresalto que provocan en el cuerpo los sonidos altos, tanto repetitivos como repentinos. El sistema límbico detecta los ruidos altos como una amenaza a la vida y genera dos neurotransmisores: adrenalina y cortisol. Estos químicos ocasionan una serie de problemas tanto físicos como emocionales y estos últimos, a su vez, provocan ansiedad, irritabilidad, estrés y depresión.
El ruido comienza a afectar la salud cuando las emociones empiezan a sufrir las consecuencias: el despertar cansado, sentirse agitado, nervioso, agresivo o deprimido. Cuesta trabajo concentrarse. Se siente un desasosiego general constante y no se sabe ni por qué. El problema se convierte en un círculo vicioso, pues mientras más alterada esté la persona, más agresiva se vuelve y más necesita expresarlo.
El ruido también es factor de enfermedades cardiacas y respiratorias, obesidad y diabetes. Además de la dieta hipercalórica y hábitos sedentarios de los mexicanos, el ruido juega un papel preponderante en este tema, ya que la adrenalina y cortisol también afectan el ritmo cardiaco, respiratorio y metabólico, lo que genera taquicardias, arritmias, ataques de ansiedad y pánico e incrementa los niveles de azúcar en la sangre.
Investigadores de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska, en Estocolmo, llegaron a la conclusión de que la exposición constante al ruido podría vincularse con un vientre abultado debido a las afectaciones en el metabolismo. “El ruido es estresante, el estrés puede alterar los niveles de las hormonas y el desequilibrio hormonal puede influir sobre el lugar del cuerpo donde se depositan las calorías adicionales. Además, podría influir sobre lo que comemos y en qué cantidad”, dice el estudio.
El ruido genera debilitamiento del sistema inmunológico, lo que provoca que los procesos curativos sean más lentos. El ruido excesivo imposibilita o aletarga los procesos de recuperación, lo mismo si se trata de un resfriado que si se vivió una cirugía mayor.
DE MAPAS DE RUIDO A CARTOGRAFÍA SONORA
Un grupo de investigación enfocado en los problemas relacionados con la ciudad, el espacio y el sonido está a cargo del doctor Fausto E. Rodríguez Manzo, jefe del Área y Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico (Ladac) de la UAM-A. El también miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt refiere que el Primer Mapa de Ruido para la Zona Metropolitana del Valle de México y la conformación de la Red Piloto de Monitoreo de Ruido para la misma se realizó por un convenio entre la UAM-A y la entonces Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, entre 2009 y 2011.
“La idea era que esto fuera el detonante de toda una política de control de la contaminación acústica, pero no sucedió. Vino el cambio de gestión y, solo internamente, la Dirección de Monitoreo Ambiental de la SEDEMA-CDMX, a cargo de Armando Retama, trabajó para implementar una página web para visualizar los datos medidos por la red piloto de monitoreo; sin embargo, esa página, hasta la fecha, no se ha hecho pública y mucho menos se ha incluido el mapa de ruido”, explica.
Y prosigue: “Los mapas estratégicos de ruido son herramientas cuantitativas que persiguen visualizar los niveles sonoros promedio en decibeles y en ponderación de zonas geográficas específicas, y que se colocaron ahí por la existencia de emisiones sonoras o fuentes de ruido; son una herramienta que permite conocer el ruido que está presente en una zona urbana determinada y que detecta el ruido de algún agente específico o de todos los agentes que lo producen”.
Los mapas de ruido, aunque existen desde hace varias décadas, han surgido con mayor fuerza a partir de su impulso en la Unión Europea por la Directiva 2002/49/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de junio de 2002 sobre evaluación y gestión del ruido ambiental. “Estamos trascendiendo la frontera de los mapas de ruido para trabajar en cartografía sonora por zonas en Ciudad de México, la diferencia está en que en este caso se plantean mapas cualitativos que surgen de ambientes sonoros escuchados y medidos a la vez y se emplean parámetros mucho más cercanos a la población, lo que por supuesto incluye la contaminación acústica.
“Los mapas de ruido son útiles en la medida que existe una política clara de control de la contaminación acústica, es decir, una organización donde participen las agencias de gobierno y los mapas se relacionen con aspectos normativos que obliguen a su realización con el fin de planear su control, pero tal normativa no existe en Ciudad de México”, remata Rodríguez Manzo.
¿TUS VECINOS NO TE DEJAN DORMIR?
Primero trata de crear conciencia de las graves consecuencias que tiene el generar y estar expuestos a la contaminación por ruido. En caso de que el diálogo no tenga éxito, tienes estas opciones:
Si es un caso aislado de ruido que perturba tu tranquilidad (por fiestas, cohetes, música en alto volumen, etc…): llama al 911 y solicita una patrulla. El servicio es rápido y relativamente eficiente. También puedes utilizar la App 911 CDMX tanto en iOS como en Android.
Si después de llamar al 911 no llega la patrulla, puedes llamar a la Unidad de Contacto del secretario de Seguridad Pública de CDMX (5208 9898). A veces tardan en contestar, pero enviarán patrullas. Es importante que pidas el número de folio del reporte. También puedes hacer tu denuncia en la página web: http://www.ssp.df.gob.mx/ o en la app Mi Policía para iOS y Android.
Si la patrulla no resuelve tu problema, vuelve a llamar a la Unidad de Contacto y reporta con tu número de folio hasta que obtengas una respuesta.
Si el problema que enfrentas es repetitivo (por venta informal de alimentos, bebidas alcohólicas o negocios que generan ruido, fiestas que se repiten cada semana, etc…) debes levantar una denuncia en la PAOT: directamente en sus oficinas, a través de su página web: www.paot.org.mx; en su cuenta de Twitter: https://twitter.com/PAOTmx; o su línea telefónica: 5265-0780.
El tiempo de respuesta, por tratarse de una entidad conciliadora, puede tardar de dos o tres días hábiles a dos meses, dependiendo de la dificultad de las gestiones y de las instituciones que deban involucrarse en los operativos.
Y SI EL RUIDO NO CESA…
Si todos los esfuerzos por acallar el ruido han sido inútiles, los especialistas recomiendan utilizar tapones para los oídos. Se pueden conseguir en farmacias, los hay de materiales como espuma blanda, silicón, vinilo, cera, algodón y elastómeros, pero los más eficientes, cómodos y durables son los de silicón, hechos a la medida.
El umbral de dolor en los oídos comienza en los 120 decibeles. Hay tapones como los de Akusticare que aíslan el ruido externo en 70 por ciento y permiten escuchar sonidos de emergencia, como la alerta sísmica. Su costo es más alto pero su duración es mayor: de aproximadamente un año. También en Akusticare puedes obtener una prueba de audiometría sin costo. A lo largo de dos horas se realizan cuatro audiometrías: la tonal, para identificar alcance auditivo; la logoaudiometría, que analiza la comprensión de palabras; de tolerancia, que mide el nivel de sensibilidad al ruido, y la ósea, que dentifica si el problema de audición es conductivo, neurosensorial o mixto.