El fin de semana pasado, la actriz estadounidense Selma Blair anunció que había sido diagnosticada con esclerosis múltiple. “Es probable que haya tenido esta enfermedad incurable desde hace 15 años, por lo menos”, escribió en su cuenta de Instagram. “Y me siento aliviada de saberlo”.
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo ataca al cerebro y la médula espinal. El ataque daña la mielina: la vaina protectora que envuelve los nervios. Y cuando se daña la mielina, el cerebro y la médula espinal no pueden transmitir mensajes claros a otras partes del cuerpo.
Los síntomas de EM incluyen fatiga extrema; pérdida de la concentración y de la memoria; entumecimiento; sensibilidad al calor y al frío; dificultades para caminar y para mantener el equilibrio; espasmos; mareos; y disminución del ánimo.
Con su diagnóstico, la actriz de 46 años se suma a los 400,000 estadounidenses que viven con EM. Esa incidencia es muy similar a la observada en Australia, donde alrededor de 25,000 personas han desarrollado la enfermedad. En promedio, EM inicia hacia los 30 años de edad y tres cuartas partes de los afectados son mujeres.
Aún no se sabe mucho sobre las causas de la esclerosis múltiple; pero, hasta ahora, las investigaciones apuntan a que nuestros genes y el medio ambiente influyen fuertemente en la susceptibilidad a EM.
Genética
Es indudable que la genética desempeña un papel importante en el desarrollo de EM, pues se han detectado más de 200 marcadores genéticos implicados en la enfermedad. Si bien cada gen individual conlleva un riesgo muy reducido, tomados en conjunto podrían representar hasta 25 por ciento del componente genético para el riesgo de EM.
Debido a lo anterior, no es posible emitir una “calificación de riesgo genético” precisa que refleje el riesgo personal de desarrollar EM y, en consecuencia, tampoco podemos identificar a los individuos con mayor riesgo, aun a sabiendas de que podría haber muchos en la comunidad.
Los investigadores han adoptado una estrategia genética más sofisticada para identificar a individuos en riesgo, para lo cual estudian a las familias con uno o más miembros que han desarrollado el padecimiento. Se han identificado casos en que hay parientes asintomáticos y que, no obstante, son portadores de la enfermedad. Este hallazgo podría sugerir que EM se encuentra en estadios iniciales; es menos severa; o fue “bloqueada” antes que aparecieran las manifestaciones clínicas.
A fin de identificar los genes que pueden ser relevantes al desarrollo de EM, es necesario detectar las mutaciones comunes que presentan los parientes afectados. Sin embargo, la interrogante que no hemos podido responder es si los hallazgos familiares pueden extrapolarse a la población general.
Virus
Existe una correlación muy alta entre el desarrollo de EM y el virus Epstein-Barr (VEB), el cual suele desencadenar mononucleosis en adultos jóvenes. Si nunca has estado expuesto a VEB, es probable que no desarrolles la enfermedad.
Se han propuesto numerosas teorías sobre el papel de dicho virus en la esclerosis múltiple. VEB infecta un tipo de leucocito muy importante para el sistema inmunológico, y la infección de esas células sanguíneas puede causar la corrupción del sistema inmunológico, lo que, a su vez, podría conducir a la autoinmunidad de EM.
Con todo, VEB no basta para precipitar el desarrollo de EM, ya que más de 90 por ciento de las personas que no padecen de esclerosis múltiple ha estado expuesta al virus.
Luz solar
La luz del sol -concretamente, la exposición a la radiación ultravioleta (UV)- disminuye conforme aumenta la distancia respecto del ecuador terrestre.
Cuanto más alejado estés del ecuador, mayor será el riesgo de que desarrolles EM. Por ejemplo: las personas que viven en el norte de Queensland, Australia tienen siete veces más probabilidades de desarrollar EM que los habitantes de Tasmania
Se sabe que la luz UV tiene muchos efectos en el sistema inmunológico y en la síntesis de vitamina D. Parece que UV repercute, de manera específica, en la actividad inmunológica, pues aumenta la tolerancia de las células inmunitarias y, en ciertos casos, suprime la actividad inmunológica.
Hormonas
Los cambios hormonales podrían tener alguna relación con el hecho de que EM afecte más a las mujeres que a los hombres.
Se sabe que la enfermedad es menos activa durante el embarazo. También se sabe que, en promedio, la probabilidad de desarrollar EM es más baja en las mujeres que han tenido varios hijos; y, si adquieren la enfermedad, es probable que sea menos severa.
Estilo de vida
El tabaquismo es un factor que aumenta, significativamente, las probabilidades de presentar EM. Se ha establecido que tanto los fumadores activos como los pasivos tienen casi el doble de probabilidades de desarrollar EM que los no fumadores. Y, además, es muy frecuente que presenten las variantes progresivas de la enfermedad.
En el caso de las personas que ya tienen EM, hay muchas evidencias de que abandonar al tabaco reduce el avance del padecimiento.
Aun cuando es objeto de numerosas investigaciones en curso, parece que el tabaquismo influye en la producción de ciertas proteínas pulmonares que vuelven más activas las células inmunitarias. Y en casos extremos, podría desencadenar la respuesta inmunológica.
Lo que se sospecha
Hay un gran interés en el papel que desempeñan la dieta y la nutrición en el desarrollo y tratamiento de EM. No obstante, estos estudios son muy complejos debido a que nuestras dietas contienen múltiples componentes nutricionales.
Se ha sugerido que los niveles saludables de colesterol y grasas contribuyen a mejorar los síntomas de EM; por ejemplo, la fatiga es menor. Sin embargo, las investigaciones sobre este tema no han sido concluyentes.
Hay evidencias más contundentes en cuanto la relación entre el peso corporal y la obesidad, y el riesgo de EM. Diversos estudios han demostrado que el sobrepeso y la obesidad -sobre todo, durante la adolescencia- se asocian con un mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple. Y también se han vinculado con pronósticos más graves en individuos que padecen de EM. Con todo, poco se sabe sobre los mecanismos que podrían intervenir en esto.
Los resultados de la fisioterapia en pacientes con EM son muy variados, aunque se han asociado con algunos beneficios (al menos a corto plazo), como mejorar el equilibrio y la coordinación.
Trevor Kilpatrick, profesor de neurología y director clínico, Instituto Florey de Neurociencias y Salud Mental.
Este artículo fue tomado de The Conversation bajo licencia de Creative Commons. Lee el artículo original.