El bótox es un procedimiento cosmético, así que no te preocupes si das por hecho que la vanidad es el único factor motivante para las personas que se someten a él. Sin embargo, en un pequeño estudio se muestra un panorama más complejo.
En los últimos cinco años, la popularidad del bótox en Estados Unidos se ha ido a las nubes, con un incremento de 40.6 por ciento en el número de procedimientos, de acuerdo con las cifras más recientes de la Sociedad Estadounidense de Cirugía Plástica y Estética (ASAPS, por sus siglas en inglés), y un crecimiento de 5.1 por ciento desde 2017. El año pasado, se aplicaron más de 1.5 millones de inyecciones de bótox.
Investigadores de la Universidad del Noreste deseaban averiguar por qué tantos estadounidenses se someten a ese tratamiento. El equipo reclutó a 511 pacientes que buscaban procedimientos quirúrgicos de tipo cosmético. De los participantes, más de 86 por ciento eran mujeres y 56 por ciento tenían al menos 45 años de edad. Tres cuartas partes del total eran de raza blanca, y casi todas las personas encuestadas tenían estudios universitarios.
Además del deseo de lucir más atractivas, casi 70 por ciento de las personas dijo que deseaba mejorar su bienestar psicológico, motivadas por el anhelo de ser felices o de sentirse más confiadas. Alrededor de 61 por ciento deseaba darse un gusto o celebrar una ocasión especial, mientras que casi 59 por ciento deseaba verse bien en el entorno profesional.
Otro 53 por ciento se aplicó bótox para proteger su salud física, por ejemplo, para prevenir síntomas de enfermedades físicas. Esta sustancia puede usarse para tratar enfermedades como distonía cervical, en la que el cuello y los músculos se contraen, así como ambliopía, también conocida como síndrome del ojo perezoso, migrañas crónicas, disfunción de la vejiga y espasmos oculares.
La mayoría de las personas encuestadas optaron por aplicarse bótox para complacerse a ellas mismas y no a los demás, siendo la preferencia de su pareja una motivación poco común.
Los autores del estudio, publicado en la revista JAMA Dermatology, llegaron a la siguiente conclusión: “Entre las razones más comunes están las motivaciones emocionales, psicológicas y prácticas, además del deseo de mejorar la apariencia física”.
Es necesario realizar más investigaciones para determinar la forma en que ciertas variables, como la edad del cliente, podrían influir en su decisión de usar bótox, señalan los investigadores.
Las inyecciones de bótox contienen la toxina botulínica, que paraliza temporalmente los músculos. A pesar de estar muy difundido, el procedimiento no carece de riesgos, y los clientes pueden experimentar efectos colaterales como síntomas parecidos a los de la influenza, párpados caídos o cejas torcidas, una sonrisa deformada y babeo, además de resequedad en los ojos o lagrimeo.
Si la toxina botulínica, que es producida por el microbio que provoca el envenenamiento por botulismo, se desplaza a otra parte del cuerpo, puede provocar debilidad muscular en el cuerpo. También pueden surgir problemas de visión, dificultad para respirar, pérdida del control de la vejiga y dificultad para hablar.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek