A veces por su color de piel, otras por el peso, unas cuantas más por su forma de vestir, por no profesar ninguna religión e inclusive por sus tatuajes, Damaris ha sufrido discriminación a lo largo de sus 30 años.
La mujer de tez morena y complexión gruesa, recuerda múltiples episodios de exclusión, entre ellos: retrasar el servicio de la mesa que ocupaba en un restaurante del centro de Oaxaca, para dar preferencia a personas de piel blanca y extranjeras; la solicitud de salir de uno de estos lugares porque el mesero consideró –por su forma de vestir—, que no traía el suficiente dinero para pagar por el servicio, o bien, obtener un salario inferior que sus compañeros hombres por el mismo trabajo realizado.
Así también, señala, están las “amables solicitudes” por parte de algunos de sus empleadores, para que cubriera un tatuaje de su espalda, para evitar comentarios de sus compañeros o bien, dar “el mal ejemplo”.
Los episodios de discriminación, asegura, se acentúan en su ciudad de origen: Oaxaca, en comparación de otros lugares, como la Ciudad de México.
La percepción de Damaris respecto a la discriminación en la entidad oaxaqueña está confirmada por los resultados de la “Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017”, que ubica al estado en el cuarto sitio por la alta prevalencia, antecedida por Puebla (primer lugar), Colima (segundo) y Guerrero (tercero).
Los resultados de esta medición efectuada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), Comisión Nacional de los Derechos Humamos (CNDH), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Instituto Nacional de Estadística (Inegi), establecen que un 24.9 por ciento de la población mayor de 18 años en Oaxaca declaró haber sido discriminada por algún motivo o condición personal.
Los motivos o rasgos de discriminación por los que se excluye, distingue o restringe a las personas se debe principalmente al tono de piel, manera de hablar, peso o estatura, forma de vestir o arreglo personal, clase social, lugar donde vive, creencias religiosas, sexo, edad y orientación sexual.
Oaxaca también se encuentra en el “top cinco” de entidades cuyos habitantes declararon que “justifican poco o nada que dos personas del mismo sexo vivan juntas como pareja”, con un 75.6 por ciento, mientras que en primer lugar se encuentra Chiapas con 79.4; Veracruz con 79.1 por ciento y Tabasco con 77.2 por ciento.
Aún más grave, el 71.4 por ciento de la población en la entidad, justifica poco o nada que las personas practiquen costumbres o tradiciones distintas a las mexicanas, la segunda posición en el ámbito nacional solo antecedida por Chiapas con el 76 por ciento.
Pese a que Oaxaca celebra la diversidad de sus pueblos y comunidades indígenas, con la Guelaguetza, las prácticas de discriminación son una realidad contra la población indígena.
Ante ello, en abril, la discriminación se convirtió en un delito en la entidad, luego que el Congreso del Estado aprobara reformas al Código Penal para establecer sanciones por hasta tres años a quien incurra en este tipo de actos, y en caso de ser cometidos por algún servidor público, proceda también la inhabilitación.