Las aves y los aviones a menudo compiten por el mismo espacio aéreo, un encuentro que casi siempre termina con la muerte del pájaro. Sin embargo, un estudio nuevo sugiere que un robot pastor podría mantener a las parvadas cercanas a salvo de las aeronaves que se aproximan y disminuir los $1,200 millones de dólares en daños que los choques con aves le provocan a la industria de la aviación cada año.
Científicos del Instituto de Tecnología de California arrearon exitosamente a una parvada de docenas de aves lejos de la trayectoria de los aviones con solo un dron, guiado por un algoritmo diseñado para predecir los comportamientos de arreo de las ovejas, según los resultados publicados en la revista IEEE Transactions on Robotics.
Los investigadores diseñaron su propio algoritmo para enseñarle al dron a guiar las parvadas con base en patrones y comportamientos típicos de juntarse en masa, pero lo usaron con precaución extrema: las parvadas funcionan como una unidad, por lo que las aves cambian de curso —o no— juntas. Si una amenaza próxima (como un dron) se acerca demasiado a la parvada, se dispersan y vuelan individualmente, dijo en una declaración Soon-Jo Chung, coautor del estudio.
Cuando el dron asumió la posición principal, su guía redujo la cantidad de espacio que las aves ocupaban en el cielo y las desvió exitosamente para que no volaran cerca del espacio aéreo de los aviones en su trayecto.
Chung dijo que concibió el proyecto después de que una colisión con gansos en 2009 obligó al vuelo 1549 de US Airways, pilotado por Chesley Sullenberger, a hacer un aterrizaje de emergencia en el río Hudson de Manhattan.
“Los pasajeros del vuelo 1549 solo se salvaron porque los pilotos eran muy hábiles”, dijo él en una declaración. “Me hizo pensar que la próxima vez quizás no habría tal final feliz”.
Las colisiones entre aviones y animales son sorprendentemente frecuentes, según datos de la Administración Federal de Aviación (AFA) de EE UU: mataron a más de 13,150 aves (más una iguana) solo en 2014, aunque los pájaros suman casi el 100 por ciento de los encuentros aéreos con animales silvestres. Ha aumentado la frecuencia de los choques con aves ya que las aeronaves comerciales, privadas y militares inundan cada vez más el cielo y a los jets se les instalan motores más silenciosos, dijo John Ostrom, director del Comité de Choques con Aves de EE UU, a ABC News en 2009.
Los intentos anteriores de disuadir a las aves, como poner pasto repelente de aves o disparar balas de verdad a los pájaros que se aproximan, en gran medida no han podido impactar en la cantidad cada vez más grande de colisiones, lo cual a menudo resulta en que las aves sean succionadas por el motor del avión y se incrusten allí o de estrellarse contra el costado de la aeronave, las cuales usualmente viajan entre 150 a 180 millas por hora durante el despegue y el aterrizaje, y mueren por el impacto.
Según la AFA, 92 por ciento de los choques con aves ocurren a o por debajo de los 3,500 pies sobre el nivel del suelo, una altitud que los aviones alcanzan durante el despegue y el aterrizaje, y son más comunes durante el otoño cuando empieza la temporada migratoria de los pájaros. La administración dijo que a pesar de su frecuencia, los choques rara vez producen acontecimientos importantes: de los más de 179,000 choques con aves entre 1990 y 2016, solo 0.25 por ciento ha resultado en accidentes.
El choque con aves más reciente que requirió un aterrizaje de emergencia ocurrió en julio, obligando a un vuelo de Allegiant Air de Punta Gorda, Florida, a desviarse hacia Orlando, donde el personal descubrió restos de pájaro en el motor. Nadie a bordo resultó lesionado, dijeron los funcionarios.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek