Para el sacerdote y defensor de los derechos de los migrantes, el presidente de Estados Unidos se ensañó con la población más vulnerable: los niños.
Niños acostados sobre colchonetas, agrupados entre rejas, sus llantos de desesperación. Sus historias reflejan la política de “cero tolerancia” de la administración de Donald Trump, lo que generó indignación dentro y fuera del país. En palabras del cura y activista de los derechos de los migrantes, Alejandro Solalinde Guerra, esto demuestra que el gobierno de Estados Unidos rompió todos los límites éticos.
Imaginemos la desproporción, dice Solalinde al comparar a Trump y a los menores atrapados entre fronteras: el hombre más poderoso de la Tierra se ensaña con niños migrantes; víctimas de sus decisiones políticas. Para él, la administración estadounidense violentó a los niños al separarlos de su familia, “enjaularlos y ponerlos de esa manera, tratarlos como si fueran perros”.
“Es un daño enorme y no solo para los niños. Quitarles a su padre, a su madre… Si cuando somos grandes aún nos acordamos de nuestra madre…”, lamenta el defensor de migrantes.
El fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, anunció a principios de abril la política de “cero tolerancia” y ordenó procesar judicialmente a cualquier indocumentado detenido, una medida para frenar la llegada de miles de familias que en la frontera sur se entregan a las autoridades para pedir asilo.
Pero fue en mayo cuando el funcionario advirtió que los menores iban a ser separados de sus padres: “Si contrabandea a un niño, entonces lo imputaremos y ese niño será separado de usted como lo exige la ley… Si no le gusta, entonces no contrabandee niños por nuestra frontera”, amenazó.
Bajo esta política, desde el 5 de mayo hasta el 9 de junio de este año, un total de 2,342 niños fueron separados de sus padres, de acuerdo con cifras del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS).
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Tras la avalancha de críticas de organismos nacionales e internacionales, Trump firmó el 20 de junio un decreto que revierte la separación familiar en el que no especifica cómo se aplicará la decisión y cuándo se reunirán los infantes con sus familiares.
El mandatario culpó a la bancada demócrata de la división familiar y advirtió: “Vamos a tener fronteras muy, muy fuertes, pero vamos a mantener a las familias juntas”. Por su parte, la primera dama, Melania Trump, realizó el jueves una visita a la ciudad de McAllen, en Texas, donde recorrió un albergue para niños inmigrantes.
Solalinde resume la actitud del presidente en una línea: “Él ha roto con todo el mundo porque odia a todo el mundo”. La imagen de Estados Unidos, lo bueno que hubiera tenido, se ha hecho pedazos. Con todo el mundo ha destruido la relación, lo mismo que la imagen de su país, insiste.
El fundador del albergue Hermanos en el Camino asegura que ahora es el turno de la población solidaria blanca no supremacista. Les toca organizarse también a los migrantes en Estados Unidos, residentes que tienen ya nacionalidad. No solo para protestar, no. Tienen que interponer denuncias, ellos lo pueden hacer, les pide.
Y eso ha sucedido. El jueves, Bob Ferguson, fiscal general del estado de Washington presentó una demanda ante una corte federal estadounidense contra la política de Trump, a la que se adhirieron los estados de Massachusetts, California, Illinois, Maryland, Oregon, Nuevo México, Pensilvania, Iowa, Nueva Jersey y Minnesota.
Es increíble! El hombre más poderoso del mundo, Donald Trump, agrediendo a los niños migrantes, los seres más vulnerables e indefensos del planeta. De ese tamaño es la decadencia de E U y del sistema capitalista.
— Alejandro Solalinde (@padresolalinde) 19 de junio de 2018
EL PAPEL DE MÉXICO
Cuatro días después de que se publicara la primera cifra de migrantes separados de sus familias, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, calificó como una acción cruel e inhumana e informó de la entrega de una nota diplomática al gobierno de Estados Unidos.
Videgaray afirmó que se había identificado a 21 niños mexicanos, solo el 1 por ciento de todos los que reportan las autoridades estadounidenses.
Para Solalinde, se trata de una respuesta hipócrita por parte de las autoridades: “Aunque fuera uno… nos tiene que doler a los mexicanos”. Además, agrega, nos tienen que doler más todavía los hermanos centroamericanos “porque son nuestros hermanos más desprotegidos a quienes les hemos volteado la espalda y a quienes les hemos traicionado. Este gobierno, y no otro, ha sido un gobierno ojete con ellos”.
México es una de las principales vías de acceso de los migrantes que buscan ingresar en Estados Unidos pero, dice el activista, el gobierno trata migrantes de acuerdo con compromisos que “en lo oscurito hace con Estados Unidos. Los reprime, los detiene arbitrariamente, los encarcela y los deporta expeditamente. México sí es fiel a su patrón que es Estados Unidos porque para solapar le ha dado la espalda a sus propios hermanos. Es un gobierno humanamente traidor y, obviamente, también traidor a Dios”.
A pesar del panorama, Solalinde es optimista con la situación de los niños migrantes. Ellos están haciendo pedazos la imagen de Donald Trump. Estos niños van a ganar. Los migrantes van a ganar a largo plazo y estos niños van a ganar la batalla sin hacer nada, simplemente exhibiendo a este hombre con todo su abuso, su prepotencia ante todos estos inocentes, esto lo va a tronar a él”, concluye.