RuPaul recibió su primera oportunidad en 1989 como la bailarina de relleno más hermosa en el video musical del éxito “Love Shack”, de B-52. Antes de eso era un artista que luchaba por la vida en bares o como solista de su banda, Wee Wee Pole, en el lóbrego ambiente musical gay de Atlanta.
Tras mudarse a Nueva York —donde se convirtió en un miembro clave de la revolución drag del Pyramid Club—, Ru saltó de las márgenes a la tendencia principal, empezando con la música. Su primer sencillo exitoso, “Supermodel (You Better Work)”, fue profético, porque no ha parado desde entonces, incluso creó un reality show para televisión derivado del imperio que iniciara en 2008 en Logo, RuPaul’s Drag Race, por el cual ganó un Emmy, y que comienza su décima temporada en VH1, el 22 de marzo.
La madre de todas las drag queens ha sido una leyenda para sus seguidores desde hace décadas, y Hollywood al fin reconoce su mérito. El 16 de marzo recibió una estrella en el Paseo de la Fama. “Siento como si fuera lo más grande que me ha ocurrido”, dice RuPaul, quien creció en San Diego y pidió a su familia que lo dejaran bajarse en Hollywood Boulevard cuando visitaron Los Ángeles, solo para contemplar a las estrellas. “Es más importante que los Emmy, en serio. Se me hace un nudo en la garganta solo de pensarlo”.
—¿Cómo ha cambiado la competencia en Drag Race desde la Temporada 1?
—Las chicas de la Temporada 1 no tenían idea de lo que era el espectáculo; actuaban de pura fe. Ahora llegan pensando: ah, tengo esto; voy a producirme, haré una secuencia con mis eslóganes, me convertiré en marca, porque eso es lo que RuPaul quiere. Tremendo error. Elijo a las competidoras con base en su autenticidad. Sí, aparecen en drag, pero quiero sus personalidades reales. Y eso aplica a todas. Quiero que la gente vea cuán similar es la conducta de todas. No están entregando su verdadero yo al mundo; creen que todos quieren ver una actuación.
—¿Por qué hicieron referencia a The Handmaid’s Tale en la Temporada de Estrellas 3?
—La novela de Margaret Atwood es una moraleja de lo que sucede si das rienda suelta a la mente del ego, y al sentimiento acompañante de privilegio. El drag siempre se ha burlado de la mente del ego, igual que se burla de cualquier cosa que la gente toma con demasiada seriedad.
—¿Qué opinas del correo de odio que están recibiendo las drag queens en esta temporada?
—La gente que escribe es muy, muy joven; niños de 13 años con una afición al wifi muy fuerte. No han entendido la gravedad de las palabras que usan. La verdad es que no hablan en serio. Solo tratan de parecer astutos y graciosos. Digo a las concursantes que no tiene nada que ver con ellas, aunque sus nombres aparezcan en el texto. Es un problema de la persona que lo envía.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek