El presidente ruso, Vladimir Putin, declaró una vez más que no tiene un teléfono inteligente y se ha resistido a la tecnología del siglo XXI por innumerables razones.
El líder ––quien pasó la mayor parte de su carrera como agente de inteligencia soviético antes de recurrir a la política–– corrigió a un funcionario del Consejo de Ciencia y Educación, durante una reunión con investigadores académicos rusos en Novosibirsk que afirmó que actualmente “todo el mundo tiene un smartphone en su bolsillo”.
Putin secuestró el tema de la conversación, compartiendo su ahora famoso punto de vista tecnofóbico sobre los teléfonos celulares con Mikhail Kovalchuk, jefe del Instituto Kurchatov y miembro de la Academia Rusa de Ciencias.
“Mikhail Valentinovich [Kovalchuk], dijiste que todos tenían un teléfono inteligente”, señaló Putin, según la agencia estatal de noticias Itar-Tass. “Yo no tengo smartphone”, anunció el presidente de 65 años.
Es el más reciente de una serie de comentarios de Putin, que descartan la necesidad de que tenga un teléfono celular, por ejemplo, en 2010 dijo que si tuviera uno “sonaría todo el tiempo”.
El Kremlin trató el tema por última vez en 2014, cuando el portavoz Dmitry Peskov dijo que el presidente realmente no tiene teléfono celular, pero prefiere “otros tipos de comunicación”.
Desde el cambio de milenio, cuando los teléfonos celulares personales se vuelven más disponibles, los rusos se han desconcertado por las formas luditas de su presidente. En 2003, uno de los tabloides más populares de Rusia, Argumenty i Fakty, informó que, si Putin necesita un teléfono celular, simplemente toma el dispositivo de uno de sus empleados y luego lo devuelve una vez que finaliza su llamada.
Aunque Putin es la figura pública más ampliamente cubierta de Rusia, es famoso por su inaccesibilidad, excepto a través de un puñado de eventos televisados, incluida su línea directa anual.
Putin frecuentemente critica el propósito de las últimas tecnologías digitales: desconfía de Internet y lo ve como un producto del espionaje estadounidense, y solo lee informes oficiales sobre publicaciones en redes sociales.
Un aire de misterio ha envuelto la vida personal de Putin del público ruso; la información sobre su vida romántica desde su divorcio en 2013 existe solo en el ámbito de la conjetura. Ni su ex esposa ni sus dos hijas participan en la vida pública. De hecho, cómo se ven hoy sus hijas y dónde trabajan se ha convertido en tema de interés para los medios de comunicación globales.
A la cabeza de Rusia desde hace 17 años y candidato a su propia sucesión en las elecciones presidenciales del 18 de marzo, Putin aseguró el año pasado, durante un encuentro con jóvenes rusos, que él se sentía una “persona corriente”, quien cuando la jornada de trabajo “termina muy tarde” sólo piensa en “irse a la cama lo más pronto posible y no en consultar Instagram”.
“Si los empleados de mi administración utilizan internet de manera muy activa (…), personalmente, yo casi no la utilizo”, mencionó entonces.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek