Las reformas de julio de 2014 a la Constitución Política del Estado de Aguascalientes, específicamente las contenidas en el Decreto 69, obligaron a un significativo ajuste en la vida institucional de Aguascalientes, particularmente en el ámbito del Poder Legislativo. Establecieron que, a partir de la LXIII Legislatura, el periodo de duración del Congrso sería poco mayor a 1 año 9 meses, frente a los tres años que tradicionalmente duraba una Legislatura del Congreso estatal (ver el segundo párrafo del Artículo Tercero Transitorio del Decreto 69).
Esto representó, institucionalmente, una contracción de los tiempos legislativos, ya que modificó los períodos ordinarios de sesiones del Congreso. Las consideraciones relativas al trabajo sustantivo de los legisladores, por supuesto, sufrieron cambios e intensificaron el desahogo del trabajo de la creación de leyes, reformas, asuntos jurisdiccionales de competencia del Poder Legislativo, etcétera.
Independientemente de los cambios, Aguascalientes siguió demandando del Congreso las nuevas normas o sus reformas para mantener el inventario constitucional y normativo acorde a las necesidades de convivencia y desarrollo de la entidad, tanto en su vida institucional, económica, jurídica y social.
Estas transformaciones iniciaron con la instalación de la presente Legislatura (LXIII) y, al día de hoy, estamos en vísperas de dar el salto a la elección del nuevo Congreso, justamente con el proceso electoral de 2018, donde -de manera novedosa- también tendremos la posibilidad de reelegir a los integrantes de este Poder, concurrentemente con los cargos de carácter federal.
Vamos, seguimos inmersos en un complicado proceso de prueba de nuestras instituciones y de nuestras leyes, de su efectividad y solvencia política.
Si bien son necesarios, no podemos afirmar de ninguna manera que los cambios son fáciles. No dependen de la mera buena voluntad de las autoridades o de los ciudadanos, dependen más bien de conservar una verdadera buena voluntad política, donde estiremos al máximo nuestros rangos de tolerancia y comunicación, que contemplemos todas las posibilidades o, al menos, la mayoría de ellas, para estar prevenidos y dispuestos a afrontarlas con un ánimo democrático y positivo, por el bien de Aguascalientes.