Uno de los principales postulados de La rebelión de las audiencias, el nuevo libro del periodista Jenaro Villamil, es que, en menos de una década, la sociedad pasó del imperio del rating al dominio del mundo hiperconectado, cuyas nuevas tecnologías gozan de amplísimos superpoderes representados por compañías como Google, Facebook, Twitter, Apple, AT&T y Microsoft.
Además, según la obra, publicada en días pasados por la casa editorial Grijalbo, el big brother orwelliano de la pantalla televisiva cambió al de la pantalla telefónica y los dispositivos móviles, pero con un sutil y riesgoso cambio de ecuación para las élites: los vigilados pueden vigilar, las audiencias pueden producir contenidos y los ciudadanos pueden reclamar sin la mediación de los partidos o los grandes medios de comunicación.
Profesor de la maestría en periodismo político en la escuela Carlos Septién García, reportero desde hace 30 años, autor del blog especializado en temas de comunicación y telecomunicaciones Homozapping y de una decena de libros, Villamil Rodríguez dice a Newsweek en Español que el tiempo actual representa un cambio de era que puede ser equiparable con la Revolución Industrial.
“Estamos viendo un cambio cualitativo muy importante en todos lados, no solamente en México, y ya no hay vuelta para atrás. La idea de que los medios impresos van a sobrevivir es una idea más bien de resistencia, pues solo van a coexistir. Pero igualmente ningún medio morirá, incluso todos dábamos por muerto el telégrafo, y de repente revivió con Twitter”.
En este sentido, considera que la sociedad debe dejar de resistirse y no pensar que las herramientas digitales son solo una moda: “Modas podrían ser Facebook, Google y YouTube, las plataformas, pero lo que no es una moda es la comunicación binaria, la digitalización, la convergencia, ese sí va a ser un proceso que cada vez se volverá más complejo, y dependerá de nosotros la manera en que queramos conocer e incidir en ese proceso”.
Sin embargo, añade Villamil, “lo más riesgoso es que pasemos de la concentración nacional de los grandes medios a una hiperconcentración global, que es la tendencia: fusionar las grandes empresas de entretenimiento tipo Time Warner con los gigantes de las telecomunicaciones como AT&T. Si se da esa fusión y crecimiento desmesurado de Google, Apple y Facebook, estaremos ante nuevos oligopolios. Curiosamente, esos oligopolios también se enfrentan a estas audiencias porque anteriormente pensábamos que el big brother vigilaba de allá para acá, pero ya está pasando al revés, nosotros ya podemos vigilar e incluso interceptar las comunicaciones de los poderes; es de ida y vuelta, esa es la idea binaria”.
FOTO: ANTONIO CRUZ /NW NOTICIAS.
—En esta transformación, Jenaro, ¿entonces la que más pierde es la televisión abierta?
—En los últimos tres años coincide la caída de Peña Nieto con la caída de Televisa como modelo de comunicación y poder político. No es que la gente ya no vea televisión, el punto fundamental es que la televisión abierta ha perdido el poder tan fuerte que tenía frente a la sociedad. La clase política todavía sigue pensando en la televisión como un referente no solamente de publicidad, sino de proyección política. Y existen, por otro lado, las audiencias que están interactuando todo el tiempo en redes sociales. A eso nos estamos enfrentando.
—¿De qué forma la convergencia tecnológica ha puesto en jaque el poder mediático mexicano?
—La convergencia une las telecomunicaciones y la radiodifusión. Por un lado, internet, telefonía móvil, audio, video, el triple play y, por el otro, la radiodifusión, que es el lenguaje de la radio y de la televisión abierta. Lo pone en jaque porque ya no existe un nodo central desde donde se irradia la trasmisión, como es el caso del medio analógico, pues ahora son miles de nodos, y él éxito de cada uno de estos despende no de un control central, sino de la capacidad de las audiencias o de generar audiencias para cada uno de esos nodos, o sea, se vuelve en sí mismo un medio de comunicación.
“Entonces —continúa Villamil—, al romper el control lo pone en jaque, y al darle a la audiencia la posibilidad de interactuar también lo pone en jaque, porque la interacción con el medio analógico es prácticamente nula. En cambio, en el caso de los medios digitales ordinarios hay una interacción todo el tiempo, de hecho, son más exitosos los medios que se basan en la interacción”.
FOTO: ANTONIO CRUZ /NW NOTICIAS.
—¿Pese al riesgo que implican los robots y las cuentas falsas?
—Exactamente, ese es el otro tema. Hay la idea de que para controlar los medios digitales hay que generar audiencias falsas o cuentas falsas de apoyo, pero no han entendido que en el modelo binario dejan de tener algún sentido aquellas cuentas que son falsas porque las mismas personas que interactúan de manera real las expulsan. Se gastan millones de pesos, sobre todo el gobierno federal y los estatales, en inflar cuentas, plataformas de Facebook y en Twitter, cuando en realidad eso no conduce a nada porque solo ensucian la comunicación en las redes. Eso sí, crean un negocio paralelo nada fiscalizado, estoy haciendo cálculos, todavía no llego muy bien a las cifras, pero no son menos de 2,000 millones de pesos lo que ha gastado este gobierno federal en call centers y crear cuentas de redes sociales falsas. Por supuesto, son un riesgo, pero en riesgo está también el error de no entender que ese tipo de acarreo digital no sirve para nada, o sirve solo para enriquecer a los que engañan a incautos.
—¿Qué papel desempeñan las herramientas digitales frente a la democracia mexicana?
—Es un papel central, las redes sociales no es solo un manicomio en donde la gente dice sus ocurrencias. Muchos temas de la agenda informativa detonan a partir de la interacción y la reacción de los ciudadanos en las redes. En ese sentido, hay de todo, desde excesos de rumores y noticias falsas hasta mucha intemperancia, furia y molestia social. Sin embargo, logran establecer temas de agenda. Por ejemplo, en el caso del socavón del Paso Exprés de Cuernavaca, si nos hubiéramos quedado nada más con los medios tradicionales, televisión, radio y prensa, a la SCT le hubiera ido de maravilla. Pero las redes han estado informando no solamente de ese socavón, sino de otros, de que siguen las inundaciones, la gente afectada tiene una voz propia sin intermediación y lo está documentando.
—¿Qué concluimos, en qué medida son importantes las audiencias en rebelión?
—Tienen el poder de no soltar expedientes y hacer que el gobierno no quiera olvidarlos. Tan sencillo, el tema de los 43 estudiantes de Ayotzinapa no hubiera permanecido en el imaginario y en la demanda de la sociedad sin las redes sociales. Si por los medios fuera, el tema ya hubiera estado sepultado. Ojo, no todas las audiencias están en rebeldía, no todas las personas que interactúan en redes sociales están politizadas, hay mil cantidades de cosas banales y de entretenimiento y evasión, pero las que sí están interesadas son cada vez más y se están informando a través de las redes.