EN LA DÉCADA DE 1970, cuando aún era muy joven, Gérard de Cortanze conoció en su natal París a muchos escritores latinoamericanos exiliados, como Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Álvaro Mutis, Alfredo Bryce Echenique, Severo Sarduy y, especialmente, Carlos Fuentes. Este, un narrador mexicano de mucha pujanza entonces, fue el primero que le habló de Frida Kahlo.
“Fuentes me platicó que sufrió un verdadero choque cuando conoció a Frida Kahlo algunos años antes de su muerte”, cuenta De Cortanze. “Me dijo que la primera vez que la vio fue durante una obra de teatro, y a pesar de que era una obra bastante escandalosa, la gente, en lugar de prestar atención a las escenas, estaba atenta a una persona, Frida, una mujer en toda su belleza, con su ropa típica, sus joyas, su peinado. En esa época nadie en Europa la conocía, pero a partir de ahí es como si se hubiera sembrado una pequeña semillita que me quedó en la mente”.
Hace unas semanas se publicó en México, en español, la novela más reciente de Gérard de Cortanze, Los amantes de Coyoacán. Puesta en circulación por la editorial Planeta, esta obra del escritor nacido en Francia hace 59 años cuenta “la secreta historia de amor” entre la pintora mexicana Frida Kahlo y el líder revolucionario León Trotsky.
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“A partir de entonces, año tras año acumulé una gran documentación, leí libros sobre ella, vi reproducciones de sus cuadros, incluso visité una de sus primeras exposiciones en Francia”, cuenta el autor en charla con este medio en una visita relámpago a México. “Cuando pienso en eso es algo increíble, era 1992, había una exposición sobre México en uno de los grandes almacenes de París y había artesanías, comida, objetos diversos y, en medio, en una islita, seis pinturas de Frida. Eran decorativas, pero lo increíble es que la pintura de Frida es todo, menos decorativa. Así que pienso que las amas de casa que iban ahí a comprar productos mexicanos salían corriendo cuando veían esas pinturas”.
De Cortanze revela que uno de los principales motivos que lo animaron a contar esta polémica historia de amor es que sobre esta se sabe muy poco y entre líneas. Buscados por el fascismo y las poderosas fuerzas de Stalin, Trotsky y su esposa se exiliaron en México en 1937 y fueron acogidos por el influyente muralista Diego Rivera y su mujer, Frida Kahlo. Sin embargo, al poco tiempo la paz de Trotsky se vio turbada por los extravagantes encantos de la Frida indomable, sensual y volcánica, al grado de que ambos, según cuenta la novela, rendidos a la atracción que se profesaban, aprovecharon cada uno de sus encuentros como si fuera el último.
“Con la lectura de este libro se puede entender que este amor fue fundamental para ambos. Cuando en 1937 Trotsky llegó a México, lo presentaron como un viejito en exilio, pero en realidad tenía menos de sesenta años. Era un hombre alto que montaba a caballo todos los días, así que tenía buena condición física y un carisma e historia extraordinarios”.
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Por su parte, a Frida Kahlo se le ha descrito como una persona que sufrió sobremanera y que pintaba desde la cama o desde su silla de ruedas: “Pero en realidad en 1937 todavía no cumplía treinta años. Era una mujer joven, guapa, muy atractiva, le gustaba hacer el amor con hombres y mujeres. Era escandalosamente maravillosa, le gustaba decir malas palabras, le gustaba cocinar, comer, beber y, además, tenía un compromiso político, a diferencia de su esposo, que era muy dogmático. También entendió que entre más hacía el amor más pintaba, más se comprometía políticamente, más vivía, y permanentemente estaba buscando su autonomía económica, sexual, política y como mujer”.
El narrador parisino explica que esta relación Frida-Trotsky tiene sustento histórico en varias fuentes. Por ejemplo, “hay que decirlo, al final de su vida, cuando le dio una entrevista a un periodista, Frida Kahlo le dice que, en realidad, ese periodo de amor con Trotsky fue el más importante de su vida, el periodo durante el cual más pintó y pintó lo mejor”.
Gérard de Cortanze es un reconocido experto en los temas referentes a Kahlo. Además de Los amantes de Coyoacán ha publicado Frida Kahlo par Gisèle Freund y Frida Kahlo, la belleza terrible. Asimismo, es autor de la obra teatral Frida Kahlo et Léon Trotsky: une passion. En el año 2002 obtuvo el prestigioso Premio Renaudot.
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“Esa relación de Frida y Trotsky fue muy céntrica entre la pintura y la política. Fueron dos personajes que en realidad no debieron encontrarse nunca, pero que finalmente se hallaron. Cuando terminé mi libro entendí que no era posible que no se encontraran, y eso es lo que me interesa como novelista, contar lo que sucedió realmente, decir la verdad, a partir de la certeza de que la verdad universal no existe, sino que es la verdad del escritor, pues cada quien tiene la suya propia”.
En este sentido, explica que un libro en sí no es una creación paralela a la verdad, sino que esta transita fuera de un círculo en el cual el novelista escarba para hallarla: “La verdad es como un rompecabezas, y solamente armándolo todo se llega a tener una imagen más cierta”.
Como escritor, De Cortanze echó mano de varios recursos para armar el rompecabezas que significó el romance de Frida con Trotsky y, asimismo, recrear el ambiente del México posrevolucionario. “Fueron varios medios”, medita. “Por ejemplo, ‘documentos brutos’, entre comillas, periódicos de la época, incluso periódicos del Partido Comunista Mexicano que relatan la llegada de Trotsky y revistas de celebridades, etcétera. Me sorprendió mucho que estos periódicos hablaran mucho de Frida y su vida”.
Finalmente, el novelista francés revela que uno de los descubrimientos que más lo sorprendieron fue enterarse de que el imponente León Trotsky en algún momento tuvo que escudarse bajo una manta.
“También trabajé con diarios íntimos, con las memorias de algunos involucrados y correspondencias. Incluso hay una carta de él a su esposa en donde habla de su relación con Frida. Para algunos hechos sabemos que es la absoluta verdad; algunos hechos para la historia o la política no tienen gran importancia, pero para un novelista sí la tiene. Por ejemplo, en un diario íntimo puesto en relación con otros diarios y periódicos se muestra que Frida y Trotsky asistían al cine, y para esconder su relación amorosa, y no hay que olvidar, además, que había muchos asesinos que buscaban a Trotsky, este asiste a la función escondido bajo un chal. Imaginemos con cierta ironía a este jefe de la Revolución Rusa. Creó el Ejército Rojo de cinco millones de personas, pero se escondía en el fondo de una sala de cine bajo una manta”.
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