EN 1987, Donald Trump contribuyó a crear su imagen como un maestro de la negociación con su exitoso libro The Art of the Deal (El arte de la negociación). No importa que su escritor fantasma, Tony Schwartz, afirme que él lo escribió prácticamente todo. De cualquier manera, el libro incluye una importante lección: no todas las negociaciones salen bien. “Nunca me aferré demasiado a una negociación o a un enfoque”, escribe Trump (y Schwartz). “Para empezar, mantengo muchas pelotas en el aire debido a que la mayoría de las negociaciones se vienen abajo sin importar lo prometedoras que parezcan al principio”.
Es posible que Trump pronto esté haciendo malabares tan rápido como pueda. Él y su equipo de la Casa Blanca estarán trabajando en varias negociaciones, desde los gastos de defensa hasta la atención sanitaria. Y no se sentarán frente a un solo partido, sino ante 535 actores independientes: 100 miembros del Senado y 435 miembros de la Cámara de Representantes. Con frecuencia, Trump hace sonar la canción “You Can’t Always Get What You Want” (No siempre puedes obtener todo lo que deseas), de los Rolling Stones, en sus mítines, y tratándose del Congreso, la canción resulta bastante adecuada.
Aunque los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras, el camino para que Trump obtenga lo que desea está lleno de peligros. Las reglas del Senado permiten que el partido minoritario, en este caso los demócratas, puedan frustrar muchas negociaciones con tan solo cuarenta votos, por lo que Trump necesitará entrar en contacto con personas como Chuck Schumer, el líder de la minoría del Senado y también neoyorquino, quien se encuentra bajo una enorme presión por parte de los progresistas para resistirse a toda súplica de Trump. Gran parte del programa de trabajo del presidente tampoco complacerá a los republicanos; ni siquiera le tienen mucho cariño a sus enormes recortes presupuestales. Pero el mayor obstáculo que Trump enfrenta son los cálculos matemáticos: sus recortes deben pagar sus enormes reducciones fiscales y sus gastos de defensa, y ello no será fácil.
Hasta ahora, todo lo que ha salido de la Casa Blanca no es más que un crudo bosquejo. En marzo, el gobierno enviará al Congreso un plan presupuestal ligeramente más detallado. Pero como están ahora las cosas, esta es la posibilidad de que Trump logre los acuerdos que desea.
“RECHAZAR Y REEMPLAZAR EL OBAMACARE”
Como candidato, Trump dijo periódicamente que reemplazaría la Ley de Atención Sanitaria Asequible [llamada Obamacare] con “algo mucho mejor”. Por supuesto, hacerlo está resultando “increíblemente complicado”, como dijo Trump recientemente. No es broma, la Cámara dedicará gran parte de marzo a considerar el primer tramo de la legislación para cambiar el sistema de atención sanitaria de Estados Unidos, lo cual ya se ha ganado la oposición por parte de los republicanos de la Cámara más conservadores, quienes piensan que el enfoque es demasiado gradual, así como de los demócratas y de algunos republicanos que piensan que es demasiado abrupto. Una propuesta centrista de dos republicanos del Senado, el médico Bill Cassidy, de Louisiana, y Susan Collins, de Maine, permitiría de hecho que los estados mantengan amplias porciones de la Ley de Atención Sanitaria Asequible, pero su proyecto de ley es demasiado moderado para la Cámara controlada por los republicanos. Es probable que el Obamacaresea toqueteado, pero no desentrañado, dejando lo que Trump considera un “desastre” prácticamente sin cambios.
“RECONSTRUIR NUESTRO EJÉRCITO”
Durante la campaña, Trump prometió reconstruir el “diezmado” ejército estadounidense. No importa que Estados Unidos gaste más en defensa que los otros 11 países con un mayor gasto en defensa combinados, ni que Estados Unidos cuente con abrumadoras ventajas tecnológicas. Aun así, es probable que Trump logre un alza considerable en el presupuesto de defensa. El gasto militar es popular en el Congreso, en parte porque la industria de la defensa está distribuida en todo el país.
SIN EL OBAMACARE: Collins y otro senador republicano han propuesto un arreglo para la Ley de Atención Sanitaria Asequible, pero probablemente resulte demasiado moderado para la Cámara. Foto: MELINA MARA/THE WASHINGTON POST/GETTY
“REDUCIREMOS LOS IMPUESTOS”
Si hay un área en la que Trump ha sido un republicano tradicional es la reducción de impuestos. El presidente ha prometido recortar los impuestos a los ingresos personales, lo cual brindaría los mayores beneficios a los estadounidenses más ricos. También ha prometido recortar los impuestos a las empresas. ¿Puede tener éxito? Con respecto a lo segundo, tiene una buena oportunidad. Demócratas y republicanos tienen desacuerdos con respecto a deducciones específicas, pero existe el acuerdo bipartidista de que las tasas de impuestos en Estados Unidos son demasiado altas y que provocan que demasiadas empresas estadounidenses dejen sus ganancias en el extranjero. Aunque Trump planea proponer un enorme proyecto de ley fiscal que incluirá los impuestos de las personas morales y físicas, ninguna reforma de ese tipo ha logrado ser aprobada por el Congreso desde 1986. Lo que sucederá probablemente: el Congreso aprobará un proyecto de ley que enfrente la menor resistencia política, que reduzca los impuestos a las personas morales, pero que ofrezca cambios menores a las personas físicas, como la creación de nuevas deducciones fiscales para la atención infantil y las cuentas de ahorros para la salud. No es el nirvana fiscal de los sueños republicanos, pero es probable que constituya una victoria sólida.
“INCREÍBLES DESPERDICIOS”
Los programas para los pobres cuentan con el número más débil de posibles votantes, por lo que es probable que se produzcan recortes en Medicaid, el programa de atención a la salud para indigentes que el Congreso expandió de acuerdo con el Obamacare, así como en el Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria, también conocido como programa de cupones para alimentos. Trump no ha revelado recortes específicos, pero es probable que obtenga lo que busca. Es posible que las cosas le resulten más difíciles en relación con los programas que afectan a grupos más adinerados, como la Corporación de Radiodifusión Pública, la Fundación Nacional para las Humanidades y otros rubros a los que los conservadores les han echado el ojo desde hace tiempo para aplicar recortes. A pesar de su retórica de “Estados Unidos primero”, Trump también tendrá problemas para recortar los presupuestos del Departamento de Estado y de la Agencia para el Desarrollo Internacional debido a que el ejército, e incluso el secretario de Defensa, Jim Mattis, tiende a apoyar dichos organismos. Los altos mandos del Pentágono piensan que ese poder intangible complementa la fortaleza militar, y es probable que Mattis presione para mantenerlo.
“RUSIA SON NOTICIAS FALSAS”
Trump no tiene ninguna injerencia legal en la manera en que el Congreso decida investigar la interferencia de Moscú en la elección de 2016. Sin embargo, el presidente ha dejado claro que no piensa que se trate de un escándalo. Defendió los diálogos realizados en diciembre pasado por Mike Flynn, exasesor de Seguridad Nacional de Sessions, con el embajador ruso en Estados Unidos, Sergey Kislyak. El presidente también ha defendido la reunión del procurador general Jeff Sessions con el mismo embajador durante la campaña. Es probable que Trump obstaculice una investigación exhaustiva por parte del Congreso o del Departamento de Justicia, y a pesar de la presión que tiene el Congreso para establecer un Comité selecto especial de investigación o una comisión independiente al estilo del 11/9, los líderes republicanos se mantienen firmes. Es probable que el futuro sondeo resulte ser una investigación mucho más limitada, realizada por los comités de inteligencia de ambas cámaras. Esto beneficia a Trump porque dicha audiencia será en gran medida secreta y eximirá al presidente de un prolongado examen público que podría convertirse en una distracción de su programa legislativo o revelar que se cometieron crímenes. Y mientras Sessions se niega a tratar la cuestión rusa, es poco probable que el Departamento de Justicia nombre un fiscal especial en la línea de Kenneth Starr, que dirigió la cruzada Whitewater contra Bill Clinton. Eso sería una victoria para Trump.
Y en todos los frentes debemos contar con que el presidente hará todo lo que pueda para ganar. Como él (y Schwartz) escribe en El arte de la negociación: “Juego con las fantasías de la gente. [Un] poco de hipérbole nunca hace daño”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek