EN UN polvoriento sitio de construcción en el desierto, en las afueras de El Cairo, un edificio de cristal azul resplandece bajo la luz del sol. El brillante y nuevo complejo aloja la nueva Agencia Espacial Egipcia, relanzamiento de un programa abandonado en la década de 1960 que, de acuerdo con el empobrecido gobierno del país, producirá satélites para impulsar la innovación y descubrir recursos que —espera— se encuentran ocultos bajo los vastos desiertos de Egipto.
Tras tomar el poder en un golpe militar popular hace cuatro años, el presidente egipcio Abdelfatah Al-Sisi ahora lucha para demostrar que puede salvar una economía en dificultades que ha llevado al surgimiento de largas filas en las gasolineras y de una gran inflación en los precios de los alimentos, además de instar a un desesperado ciudadano a prenderse fuego él mismo. El programa espacial es el más reciente intento de Al-Sisi de revigorizar la economía egipcia con una serie de megaproyectos que van desde una nueva capital administrativa en las afueras de El Cairo hasta un segundo canal de Suez. Sin embargo, aunque la inversión en infraestructura genera empleos e impulsa el crecimiento económico, muchas personas en Egipto se preguntan si el país puede permitirse pagar los proyectos de Al-Sisi mientras tantos ciudadanos viven en la pobreza.
Egipto anunció la creación de una nueva agencia espacial el 3 de agosto, cerca del fin de un verano particularmente preocupante. Ese mismo mes, el país aceptó un rescate 12,000 millones de dólares por parte del Fondo Monetario internacional (FMI) en un intento, según los analistas, de mantener a flote su economía, reducir la diferencia financiera provocada parcialmente por una gran caída en el turismo, y sobrevivir a una crisis de divisas.
Como condición del préstamo, el FMI cuenta con que Egipto continúe reduciendo los subsidios a los energéticos y reforme varias partes de su código fiscal. A pesar de signos tentativos, como una libra egipcia más fuerte, de que la confianza de los inversionistas extranjeros en Egipto se recupera lentamente, en enero, la inflación neta alcanzó su nivel más alto desde que el FMI emitió el préstamo, haciendo que el precio de productos básicos como la fruta y los vegetales llegara a las nubes.
“Una de las obligaciones, según el acuerdo con el FMI, es reducir el déficit gubernamental, por lo que este podría no ser el momento más adecuado para hallar nuevas maneras de gastar el dinero, como un programa espacial”, dice Timothy Kaldas, miembro no residente del Instituto Tahrir para la Política en Oriente Medio, un grupo de analistas con sede en Washington, D. C.
Los economistas afirman que el gobierno necesita desesperadamente el crédito para asegurarse de que los más pobres de Egipto puedan comprar alimentos y evitar levantamientos promovidos por ciudadanos hambrientos. A finales del verano, los crecientes precios de las mercancías importadas provocaron una escasez de fórmula láctea para bebés, y de bienes básicos como el azúcar y los productos farmacéuticos, entre ellos, las píldoras anticonceptivas. Para finales de septiembre, más de un mes después de anunciar planes para construir y lanzar un satélite, Al-Sisi pidió a los ciudadanos egipcios que donaran las monedas que traen en el bolsillo para aliviar la deuda gubernamental; ellos reaccionaron en las redes sociales compartiendo un memeen el que Al-Sisi aparecía como un juguete que tomaba monedas alegremente.
Muchos egipcios están cada vez más dispuestos a manifestar abiertamente su opinión acerca de sus dificultades económicas, un signo de desesperación en un país que sofoca la disidencia política. A mediados de octubre, un conductor de taxi se prendió fuego él mismo en Alejandría para protestar contra el aumento de precios; murió posteriormente. El mismo mes, el video de un anónimo conductor de un mototaxi hablando pestes sobre la economía se volvió viral.
“Vemos una imagen de Egipto como si fuera Viena, pero cuando salimos a las calles, vemos a un primo de Somalia… los ciudadanos pobres no pueden encontrar un kilo de arroz en las calles”, decía el conductor en el video. “[Los funcionarios] aparecen en la televisión para decir que Egipto está en desarrollo… y siguen acumulando dinero para proyectos nacionales innecesarios mientras que tenemos los niveles de educación más bajos que puedan imaginarse”.
La nueva agencia espacial es el tipo de proyecto nacional sobre el que se quejaba el conductor de mototaxi: iniciativas con antecedentes de fracasos para producir beneficios económicos. En 2014, el gobierno amplió el canal de Suez construyendo un segundo canal junto al original, y prometió que la inversión de 8,400 millones de dólares duplicaría las ganancias del canal original, lo que produciría 13,000 millones de dólares en honorarios e impuestos cada año para 2023. La realidad ha sido bastante diferente: las ganancias mensuales durante todo 2016 fueron menores en comparación con el año anterior, de acuerdo con los propios datos del gobierno egipcio. La nueva capital administrativa planificada en el desierto de las afueras de El Cairo para aliviar una parte de la tensión de la sobrepoblada capital encontró dificultades en enero después de que un segundo desarrollador internacional se retiró debido a un conflicto de financiación.
Los viajes espaciales son una forma particularmente ambiciosa para que cualquier gobierno gaste su dinero, y Egipto no ha demostrado ser el mejor en esa área: en 2010, ese país perdió contacto con su primer satélite no comercial, el EgyptSat 1,lanzado con Ucrania en 2007, una falla poco común en los viajes espaciales. El mayor éxito de ese país en el espacio ha sido la integración de una sociedad entre diversos países para lanzar satélites comerciales que transmiten canales de televisión a través de Oriente Medio. En 2014, el ejército egipcio adquirió un satélite de obtención de imágenes ópticas con un valor de 43 millones de dólares, jactándose después de haberlo utilizado para espiar a Australia y el dique del Gran Renacimiento en Etiopía (una fuente de contención entre Egipto y este último país), aunque el ejército no dijo de qué manera estos dos elementos planteaban una amenaza de seguridad.
Más allá de estos deslumbrantes proyectos, Egipto ha realizado intentos genuinos para lograr una reforma económica. Pocos días después de decretar la flotación de su moneda (estableciendo su valor con base en los mercados de divisas, lo que constituye una reforma liberal), el gobierno anunció un controvertido recorte a los subsidios al combustible, algo que muchos miembros del sector financiero apoyaron. Pero esto produjo largas filas de ciudadanos asustados en las estaciones de gasolina de todo el país, y aunque muchas personas esperan que estos recortes impulsen el crecimiento a largo plazo, el Banco Mundial pronostica que el producto interno bruto de Egipto se reducirá a 4 por ciento en 2017 en comparación con el 4.3 en 2016. Es posible que Al-Sisi espere que su amistad con el presidente estadounidense Donald Trump aumente los 1.3 millones de dólares que el ejército estadounidense proporciona a Egipto cada año. Pero, mientras tanto, muchas de sus esperanzas están puestas en un satélite.
TIERRA LLAMANDO A SISI: Clientes caminan por un mercado callejero en El Cairo en diciembre. Desde la Primavera Árabe, la crisis ha hecho que la economía egipcia se venga abajo; la alta inflación y la falta de empleos significa que cerca de 90 millones de personas viven en la pobreza. Foto: CHRIS MCGRATH/GETTY
Un programa espacial puede ser una buena inversión, señalan los economistas, pero eso depende del compromiso del gobierno para desarrollar una fuerza laboral que lo dirija. “En teoría, un programa espacial no es algo terrible, ni siquiera para un país con muchas otras cosas de qué preocuparse ahora mismo”, dice Kaldas. Pero sin invertir en universidades y sin liberar la investigación del “compadrazgo y la censura”, el experto piensa que el satélite podría ser otra de las decepcionantes soluciones a corto plazo del gobierno egipcio. “Este enfoque de soluciones de moda para arreglar la situación económica, política o de seguridad de Egipto ha perjudicado nuestra capacidad de realizar un verdadero avance”, dice. “No existe un solo político que salvará a Egipto ni un solo proyecto que corregirá su economía; la vida real es más complicada”.
A pesar de las críticas, el gobierno afirma que el satélite es el tipo de inversión innovadora que Egipto necesita. “Las personas se preguntan si hay que elegir entre una hogaza de pan y el espacio, pero este satélite nos permitirá descubrir recursos”, declaró a NewsweekMohamed Adel-Yehia, director de la Autoridad Nacional de Egipto para la Percepción Remota y el Espacio, que supervisa el programa espacial. Afirma que los sensores a bordo de este tipo de satélites pueden recolectar datos de las partes inferiores de la superficie de la tierra para hallar minerales y petróleo, o localizar recursos cruciales para la arenosa superficie del país, como el agua. “Esto resulta indispensable para que nosotros podamos proporcionar esas hogazas de pan. Nuestro sueño es usar esta tecnología para desarrollar económicamente nuestro país”, dice. Adel-Yehia no indicó cuánto dinero se ha asignado al proyecto, y no ofreció nada más que una sonrisa de complicidad y la afirmación de que el presupuesto es “grande”. (Newsweekrevisó el presupuesto para 2016 y 2017 y no encontró ninguna lista clara para el programa espacial).
Mokhtar al-Sherif, un economista a favor del gobierno, ha afirmado que en una época de crisis económica, las inversiones a gran escala pueden ayudar a sacar el país de la pobreza. “No se puede construir un edificio sin poner primero los cimientos”, declaró a Al-Ahram,el diario más grande de Egipto.
Adel-Yehia insiste en que si Egipto no pone en órbita sus propios satélites, podría quedarse atrás de otros países de la región que han puesto en marcha grandes programas espaciales, como los Emiratos Árabes Unidos y Argelia. Los vecinos de Egipto han destacado los beneficios económicos de tales iniciativas; Israel afirma que el crecimiento de su programa espacial podría producir hasta 6,000 millones de dólares en ganancias. La UAE afirma que su programa espacial, que incluye planes para una misión a Marte, ayudará a generar empleos, y menciona como prueba al personal de la NASA, de más de 17,000 miembros.
Pocos egipcios están dispuestos a creerle al gobierno. “No hay que creer en nada de lo que el Estado dice”, afirma un joven desarrollador web, quien pidió permanecer en el anonimato debido a que teme sufrir represalias por hablar abiertamente contra el Estado. Con 22 años y sus habilidades tecnológicas, él es exactamente el tipo de ciudadano al que el programa espacial debería inspirar, pero él no está convencido. “Egipto recauda mucho dinero, así que probablemente tenemos los fondos, pero nunca sabemos hacia dónde van. Dudo que el programa siquiera llegue a materializarse”.
La economía deberá beneficiarse de la siguiente etapa del préstamo del FMI en esta primavera, pero en Egipto la estabilidad económica a largo plazo parece tan esquiva como el lado oscuro de la luna.