DE CAMINO a una altitud de más de 100
kilómetros, el piloto de pruebas Mike Melvill escuchó una “tremenda explosión”
proveniente del motor de SpaceShipOne. Por fortuna, todo terminó bien aquel día
de junio de 2004, pues Melvill aterrizó con seguridad y se convirtió en el
primer astronauta del sector privado que llegó al espacio exterior. Si bien no
fue posible determinar el origen del ruido, algunos especularon que el
combustible del cohete se había atascado en el motor.
Sin duda, el combustible de cohetes es
peligroso, pero el astronauta y expiloto de pruebas, Sid Gutiérrez, y su
startup de Florida, Rocket Crafters, esperan reducir esos riesgos con un
combustible de cohete que acaban de patentar, el cual fabricaron, parcialmente,
con impresoras 3-D. A diferencia de casi todos los combustibles para cohetes,
que pueden ser sólidos o líquidos (según el estándar actual de NASA), el de
Rocket Crafters es un híbrido. La parte sólida está hecha con acrilonitrilo
butadieno estireno (ABS), el material con que producen los Legos. El componente
líquido es óxido nitroso, conocido por cualquiera que haya estado en el sillón
del dentista, pero utilizado en este caso para mejorar la combustión. Los dos
ingredientes permanecen en cámaras separadas del motor del cohete, y se
combinan poco a poco para generar impulso. Como ABS y óxido nitroso están
separados y tienen formas distintas (sólido y líquido), las probabilidades de
una mezcla y detonación accidental son extremadamente bajas. Además, el uso de
combustible híbrido requiere también de un motor híbrido, el cual es más barato
que un motor para combustible líquido.
Sin embargo, la mayor innovación de
Rocket Crafters no estriba en la elección de un combustible híbrido. ABS es
también uno de los materiales más utilizados con las impresoras 3-D. Esto
permite que Rocket Crafters produzca granos de combustible sólido con formas
diseñadas a la medida, colocando los aditivos con toda precisión. El diseño
geométrico aumenta la rigidez de cada grano de 8 pies (2.45 metros) de largo, y
eso previene vibraciones que pueden extenderse peligrosamente por todo el
motor; mientras que los aditivos proporcionan más energía, lo cual mejora el
rendimiento y mantiene la uniformidad.
Rocket Crafters tiene grandes proyectos
para su combustible recién patentado. A largo plazo, Sid Gutiérrez espera que
los adelantos en seguridad, costo y confiabilidad vuelvan accesibles los vuelos
espaciales a consumidores y turistas. “Un satélite no puede elegir en qué
vuela”, reconoce, “pero las personas sí, y quieren volar con toda la
seguridad posible”.
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cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek