EN UN ESFUERZO por preservar la
efectividad de los antibióticos para el tratamiento de infecciones humanas, la
Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA)
ha restringido en gran medida el uso de medicamentos para fomentar el
crecimiento del ganado.
El cambio, que entró en efecto a partir
del 1 de enero, había sido debatido durante décadas; la FDA intentó controlar
el uso de antibióticos en las granjas por primera vez en 1977. Las nuevas
reglas colocan a Estados Unidos en concordancia con las reglas que han existido
en la Unión Europea desde 2006.
Las nuevas reglas de la FDA son
complicadas y no prohíben totalmente el uso de antibióticos y, debido a ello, a
algunos defensores les preocupa que no sean tan eficaces como se esperaba. Sin
embargo, esto representa un avance importante en la larga lucha sobre el uso de
los antibióticos en el ganado y podría ser el preámbulo para futuras
restricciones. “Creo que esto es importante”, señaló Ramanan Laxminarayan,
director del Centro de Dinámica, Economía y Política de las Enfermedades en
Washington, D.C., y miembro de un Consejo Nacional que asesora a la Casa Blanca
sobre sus políticas relacionadas con antibióticos. “Ello envía una fuerte señal
a la industria [agrícola] de que la FDA está dispuesta a actuar para proteger
la efectividad de los antibióticos”.
Poco después del descubrimiento de los
antibióticos a finales de la década de 1940 y principios de la de 1950, los
investigadores se dieron cuenta de que estos nuevos medicamentos milagrosos
tenían efectos inesperados: cuando se administraban en pequeñas dosis al ganado
sano (aves, reses y cerdos), hacían que los animales ganaran peso más
rápidamente de lo que lo harían si no hubieran recibido esos medicamentos.
Además, cuando se administraban a rebaños o bandadas completas en dosis un poco
más altas, pero aun así más pequeñas de las que se utilizarían para curar una
infección, los antibióticos podían proteger a los animales de enfermedades que
se transmitían unos a otros en el cerrado confinamiento de graneros o
comederos.
Estas dos características, el fomento del
crecimiento y la prevención de enfermedades, generó, de hecho, a la ganadería
industrial moderna al permitir que los animales fueran criados rápidamente en
un espacio limitado. En 2015, el año más reciente sobre el que la FDA ha
recopilado información, los fabricantes farmacéuticos veterinarios en Estados
Unidos vendieron 15.60 millones de kilogramos de antibióticos para uso
animal.
Pero hay un problema. Ya desde la década
de 1960 se demostró que el uso de antibióticos en los animales producía
aumentos en el número de infecciones resistentes a los medicamentos en las
personas. Esto se añade a la resistencia a los antibióticos que se desarrolla
por la prescripción excesiva de tales medicamentos por parte de los médicos. En
1977, Donald Kennedy, entonces Comisionado de la FDA, intentó prohibir en
Estados Unidos los antibióticos para fomentar el crecimiento, argumentando que
creaban bacterias resistentes sin conferir ningún beneficio. Su intento fue
acallado por miembros del Congreso que representaban a los intereses agrícolas.
El tema permaneció fuera de la mesa hasta que el gobierno de Obama volvió su
atención a él en 2013, cuando pidió a los fabricantes que dejaran de promover
los antibióticos para fomentar del crecimiento.
Las nuevas reglas de la FDA sobre un “uso
juicioso” hacen que el fomento del crecimiento sea ilegal en Estados Unidos y
pone a los antibióticos utilizados para la prevención de la enfermedad bajo el
control de los veterinarios. (Anteriormente, los granjeros podían comprar
muchos antibióticos en las tiendas de alimentos o por Internet). Sin embargo,
las reglas no prohíben totalmente el uso de antibióticos, y a varios grupos que
han estado siguiendo el tema durante muchos años les preocupa el hecho de que
contienen demasiados vacíos legales. “Estos lineamientos son medidas
incompletas para un problema que exige una solución a gran escala”, señaló
Matthew Wellington, director de campo del programa de antibióticos de la
organización sin fines de lucro U.S. PIRG. “Necesitamos no solo ir descartando
poco a poco el fomento del crecimiento sino eliminar todo el uso rutinario de
antibióticos en animales sanos. Los antibióticos son milagros de la medicina
moderna, y no podemos desperdiciarnos de esta manera”.
Los defensores están especialmente
preocupados porque, después de la prohibición en Europa de los medicamentos
para fomentar el crecimiento, en varios países se encontró que el uso de
antibióticos dentro de sus fronteras no había cambiado; los mismos medicamentos
simplemente se habían reetiquetado como preventivos. El uso de antibióticos en
las granjas no se redujo en los países bajos, por ejemplo, sino hasta que el
gobierno de ese país estableció un acuerdo de colaboración con organizaciones
que representaban a los granjeros. En un lapso de dos años, los países bajos
habían disminuido a la mitad todo el uso de antibióticos en las granjas.
El uso preventivo de antibióticos en las
granjas es una preocupación especialmente importante en este momento. La última
superbacteria altamente resistente a los antibióticos, y que se mueve por todo
el mundo, surgió debido al uso agrícola de antibióticos preventivos. La
resistencia está conferida por un gen denominado MCR, que disminuye la
efectividad de un antibiótico llamado colistina, uno de los últimos
medicamentos disponibles para las infecciones altamente resistentes.
Los médicos mantuvieron un uso reservado
de la colistina durante décadas porque tenía efectos colaterales tóxicos y
debido a que se disponía de medicamentos más seguros. Sin embargo, en los años
en los que la medicina no la utilizó, la agricultura sí lo hizo; el ganado de
Europa y China recibe millones de kilos de ese medicamento. El gen MCR se ha
encontrado actualmente en más de 30 países, entre ellos, Estados Unidos, y a
los investigadores les preocupa que arruine la efectividad del que es
actualmente el último medicamento útil.
Es difícil pronosticar en qué medida
ocurrirá el uso preventivo de antibióticos en Estados Unidos tras la
prohibición de la FDA. La tercera parte de los medicamentos utilizados para uso
preventivo se venden sin límites en cuanto al tiempo que deben ser usados, lo
que significa que se le podrían administrar a un animal durante toda su vida,
contraviniendo las nuevas reglas. Actualmente, la FDA recopila comentarios
públicos sobre si las restricciones deberían ser más estrictas.
“El uso preventivo necesita límites”,
señaló Avinash Kar, abogado de alto nivel del Consejo para la Defensa de los
Recursos Naturales, que anteriormente demandó a la FDA para que este organismo
impusiera cambios en sus reglas sobre el uso de antibióticos. “Es posible que
haya unos cuantos casos en los que la prevención podría resultar apropiada,
pero el organismo debe identificar cuáles son esos casos e impedir su uso
rutinario a gran escala”.
La efectividad de las nuevas reglas de la
FDA no quedará clara durante al menos dos años, debido a que dicho organismo no
recopilará ni publicará los datos de 2017 sino hasta finales de 2018. Mientras
tanto, el mejor indicador de si las nuevas reglas funcionan podría ser si surge
un súper bicho que pueda estar relacionado con el uso de antibióticos en las
granjas, o si los seres humanos somos inmunes a él.
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Publicado en cooperación
con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek