El candidato presidencial republicano, Donald Trump, al fin parecer haber reconocido que se encuentra por detrás de Hillary Clinton en las encuestas y que enfrenta una batalla cuesta arriba para ganar las elecciones de noviembre, lo que marca un notable cambio respecto de su arrogancia anterior.
Mientras el magnate de la construcción hace campaña en Florida, ha pasado de su habitual fanfarronería –jurando que derrotará a su rival demócrata por un amplio margen- a una postura más cautelosa, reconociendo que su campaña encara una serie de desafíos.
El jueves parecía menos convencido de sus posibilidades de lograr la victoria que el mes pasado, durante la Convención Nacional Republicana. “Al final, va a resultar o voy a tener… unas vacaciones largas muy, muy agradables”, comentó en una entrevista telefónica con CNBC.
Dijo a unos ministros evangélicos que está “teniendo un problema tremendo en Utah”, ya que la población de mayoría mormona no lo ha recibido bien, según Associated Press.
A lo largo de su campaña, Trump ha citado y tuiteado encuestas que lo mostraban muy por delante de sus rivales republicanos, hasta que empezó a hacer lo mismo con Clinton.
“Tenemos un problema. Podría costarnos la Suprema Corte”.
Pero el jueves, solo pudo citar una encuesta que lo colocaba por detrás de su rival demócrata. Al preguntarle cómo pretendía reducir la ventaja de Clinton, respondió que seguiría haciendo “lo mismo que estoy haciendo ahora”.
Esta nueva incertidumbre se manifiesta al tiempo que republicanos y demócratas le vuelven la espalda a Trump a causa de una serie de comentarios controversiales. Nada más la semana pasada, dijo que está dispuesto a enjuiciar a nacionales estadounidenses sospechosos de extremismo en el centro de detención de Bahía de Guantánamo, Cuba; pareció sugerir que los votantes debían utilizar la violencia contra Clinton cuando habló sobre la Segunda Enmienda; y acusó al presidente Barack Obama de ser el “fundador” del grupo militante Estado Islámico (ISIS).
Su incapacidad para contener su retórica ha ocasionado que los republicanos teman que esté entregando una victoria fácil a Clinton. Ha empezado a cometer errores con regularidad, por ejemplo, en un mitin de Kissimmee, Florida celebrado el jueves, donde sugirió que Clinton carece de la inteligencia y la resistencia mental para la presidencia, pero en ese mismo mitin olvidó en dos ocasiones qué día era, preguntando a la multitud si había “algo mejor que un viernes por la noche en Florida para un mitin Trump”.
Acerca de Clinton, dijo: “Hillary Clinton dio un discurso hoy que tuvo que ver con desarrollo económico, tuvo que ver con muchas cosas diferentes. Un discurso corto, siempre muy corto. ¿Saben?”.
“Pronuncia el discurso. Apaga el apuntador electrónico. Miren qué sucede, da un discurso corto y luego regresa a casa, se acuesta a dormir, aparece dos días después. Recuerden, corto circuito. Recuerden eso, ¿de acuerdo? Corto circuito”.
A resultas de su estilo de campaña impulsivo, Trump ha visto caer las cifras en las encuestas que lo muestran perdiendo ante Clinton en la escala nacional, y en casi todos los estados más competidos. También está perdiendo a las mujeres republicanas, y está a más de 40 puntos detrás de Clinton en las encuestas de la comunidad hispana. Tal vez Trump piense que una campaña de tenor más controlado sea el camino para regresar a la competencia.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek