La vida de Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón,
quien afortunadamente lo dejó simplemente en Frida Kahlo, ha sido reseñada en
películas, libros y en múltiples biografías oficiales y no oficiales, y sin
embargo, nunca deja de interesarnos por la intensidad en la que vivió.
Hay quienes destacan la depresión y la vida llena
de obstáculos que vivió la artista: poliomelitis a los seis años, el accidente
a los 18 que casi la deja paralítica, y que finalmente la dejó postrada en una
cama, y sin posibilidades de embarazarse. Ciertamente, una vida difícil, que se
reflejó en una gran parte de su obra artística.
Pero también está el lado alegre y festivo de la
artista, el amor tan grande que sintió por Diego, la relación que llevaban, las
fiestas interminables que compartía con otros artistas y personajes de la
época, así como su característico humor. Frida se reía también de la vida. Sólo
basta recordar algunas de sus frases más conocidas. Para muestra: “No hay nada más hermoso que la risa”,
le dijo Frida a Chavela Vargas.
La Kahlo enfrentaba sus dificultades con entereza
pero también con buena cara, a veces hasta se burlaba de sí misma, era pícara y
se divertía, pero no ofendía. “Ni Frida ni Diego se comportaron jamás
grosereramente con las personas. Nunca trataron a ninguno como si fueran
inferores a ellos. He aquí una lección. Jugaban mucho entre los dos, y también
de eso debimos aprender: a veces es tan difícil encontrarle el lado lúdico a la
vida, sobre todo cuando se tiene un padecimiento crónico, como el de Frida”,
dice Isolda Pinedo Kahlo, sobrina de la artista, en su libro Frida íntima.