El Mariano Abasolo surca las aguas del Pacífico entre Salina Cruz y Topolobampo, mientras el Ignacio Allende lo hace hacia la Península, de Coatzacoalcos a Progreso; el Miguel Hidalgo y Rarámuri levantan olas de Manzanillo a Rosarito y sus compañeros de flota, el Kukulcán y Calakmul sortean olas, corrientes y hondonadas por las aguas del Golfo de México, entre los puertos de Tampico, Tuxpan, Coatzacoalcos, Veracruz, Lerma, Campeche y Progreso para cargar y descargar miles de litros de petróleo y gasolina.
Al Mariano Abasolo, Ignacio Allende, Kukulcán, Calakmul, Vicente Guerrero, José María Morelos, Centenario, Miguel Hidalgo, Texistepec, Rarámuri y Jaguaroundi los abanderaron los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto con nombres muy mexicanos, nacionalistas, aunque detrás de cada uno yace el gran negocio para el “Pemex privado”, una de las empresas que, al estilo de las vinculadas en los llamados papeles de Panamá, opera en paraísos fiscales.
Aun con la crisis y grave recorte presupuestal que afecta a Petróleos Mexicanos (Pemex) derivado, entre otros, del desplome internacional en el precio del crudo y la falta de resultados de la reforma energética, las empresas “privadas” que Pemex opera en paraísos fiscales continúan engordando sus arcas a costa del dinero de las otras subsidiarias, efectivo de cuyo manejo y destino, además, no rinden cuentas.
Uno de esos casos es el flujo de dinero que a PMI Norteamérica, S. A. de C. V. (PMINASA) le genera diariamente la triangulación del arrendamiento, con opción a compra, de barcos a las propias subsidiarias de Pemex, lo que, en contraste, hace que áreas como Pemex Refinación —y como próximamente se hará con Pemex Exploración y Producción (PEP)— paguen montos más altos que si negociaran directamente el arrendamiento o adquisición de los barcos que utilizan para transportar hidrocarburos.
Así, la empresa productiva del Estado, aún en crisis, sigue capitalizando a las “compañías privadas” las cuales, aunque manejan recursos públicos, negocian e invierten con absoluta discrecionalidad y sin sujetarse a la normatividad ni a las leyes mexicanas y, en casos como este, con el capital presupuestado para otras subsidiarias.
NEGOCIO SÓLO PARA EL PEMEX “PRIVADO”
La administración de Enrique Peña Nieto heredó algunos de esos negocios turbios que en Pemex se hicieron en el gobierno de Felipe Calderón, que día con día merman las finanzas públicas. Uno de estos fue la triangulación en la compra de barcos para Pemex Refinación a través de PMI Norteamérica,
S. A. de C. V. (PMINASA), compañía radicada en paraísos fiscales, lo que elevó significativamente el precio de los navíos, que representan un pago diario de más de dos millones de pesos durante diez años.
PMINASA es una compañía 71.7 por ciento propiedad de PMI Holdings B. V., empresa holandesa constituida en Ámsterdam en 1988, y 28.3 por ciento es propiedad de PMI Holdings, Petróleos España, S. L., constituida originalmente en las Antillas Holandesas en julio de 1988, y que en diciembre de 2005 se domicilió en España. Ambas fueron creadas bajo la figura de empresas privadas y así operan en el mercado financiero.
Por su naturaleza, PMINASA no reporta a la cuenta pública ni está sujeta a rendición de cuentas. Su existencia bajo la figura de “empresa privada”, así como su manejo financiero, ha sido calificada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF) como ilegal.
De su modo de operación, la ASF ha identificado como principales irregularidades el que “las decisiones sobre aspectos fundamentales de la compañía, tales como el pago de dividendos, contratación de deuda, otorgamiento de préstamos a otras empresas del Grupo PMI, inversiones en el capital social de empresas extranjeras, corresponde únicamente a los órganos de gobierno de dicha empresa y, por lo tanto, no le son aplicables la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley de Petróleos Mexicanos, la Ley General de Deuda Pública, la Ley Federal de las Entidades Paraestatales, la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, la Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación, así como, en general, la legislación mexicana”.
Sin estructura administrativa, personal, ni oficinas, PMINASA es a su vez accionista mayoritaria de otras compañías “privadas” que opera Pemex en paraísos fiscales: PMI Holdings North America, PMI Services North America (radicadas en Delaware), y PMI Trading y PMI Infraestructura y Desarrollo.
La adquisición de buques para Pemex se ha triangulado a través de PMINASA, aun cuando la ASF advirtió que dicha empresa, al igual que el resto de las del llamado grupo PMI, “no se han sujetado a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a la Ley de Petróleos Mexicanos ni, en general, al régimen de planeación, presupuestación, autorización, ejercicio, contabilidad, transparencia, control, responsabilidades, rendición de cuentas y fiscalización que regula las empresas de participación estatal mayoritarias pertenecientes a la Administración Pública Federal”.
En 2012, PMINASA negoció la adquisición de los buques tanque Ocean Cygnet, Ocean Chariot, Ocean Crest, Ocean Current, Alpine Hallie, Alpine Emma, para triangulárselos a Pemex Refinación. Ni siquiera dispuso de recursos financieros para los barcos, porque una vez que se le formalizaron los contratos vía adjudicación directa, recurrió a créditos bancarios, cediendo a su vez a los bancos los derechos de cobro derivados de cada contrato de arrendamiento financiero, es decir, sobre el factoraje de las embarcaciones, esquema similar al empleado por el empresario Amado Yáñez y su naviera Oceanografía para algunos de los barcos que a su vez le rentaba a Pemex.
Después esos mismos bancos suscribieron con PMINASA contratos de comisión mercantil a fin de que PMINASA como comisionista se encargara de realizar a nombre y por cuenta de los bancos la cobranza a Pemex Refinación, de los derechos de cobro generados en el contrato de arrendamiento financiero.
El esquema de triangulación resultó sólo rentable para PMINASA ya que, además, Pemex Refinación asumió también los gastos de traslado de los buques, maniobras de entrada y atraque, incluidos pagos de remolcadores y pilotos. Bajo este esquema, a Refinación se le impuso pagar montos considerablemente más altos de los que hubiese negociado directamente con la adquisición de los navíos.
Por ejemplo, el buque Alpine Emma, ahora Mariano Abasolo, tenía un precio en el mercado de 34 200 000 dólares, pero triangulado por PMINASA le costará a Pemex Refinación 49 499 312.36 dólares.
Es decir, Refinación paga un sobreprecio de 15 299 312.36 dólares, a diez años, a razón de 1 529 931.23 dólares anuales. Por este barco, Pemex Refinación paga una renta diaria de 13 561 dólares.
El buque Alpine Hallie, hoy llamado Ignacio Allende, fue comprado en el puerto de Singapur en 34 200 000 dólares por PMINASA —mediante el citado crédito por factoraje— para revendérselo a Pemex Refinación por 57 971 135.36 dólares, mediante el esquema de arrendamiento financiero con opción a compra. Es decir, la triangulación le costará a Refinación 23 771 135.3 dólares, a razón de 2 377 113.53 dólares anuales, o dicho de otra manera, 6512.63 dólares diarios de pago extra. Cada día le cuesta a Pemex unos 13 561 dólares.
En el caso del buque Ocean Chariot (hoy Vicente Guerrero), comprado en el puerto de Chipre, si Pemex Refinación lo hubiera negociado directamente hubiese conseguido un precio máximo de 38 250 000 dólares, pero triangulado por PMINASA le costará 55 361 082.43 dólares. Por este, Refinación paga diariamente 15 167 dólares.
En el caso del buque Ocean Crest, también chipriota, y que hoy se llama Miguel Hidalgo, su precio era de 38 250 000 dólares, pero triangulado por PMINASA le costará a Refinación 55 361 073.56 dólares. Cada día Pemex Refinación paga 15 167 dólares.
El mismo monto de pago adicional le representa a Pemex Refinación la triangulación del buque chipriota Ocean Current, al que rebautizó como José María Morelos, cuyo valor de 38 250 000 dólares, revendido por PMINASA le costará 55 361 073.56 dólares. Por este paga diariamente otros 15 167 dólares.
Mientras que por el buque Ocean Cygnet, hoy llamado Centenario, cuyo costo fue de 39 000 000 dólares, pagará 58 701 779.96 dólares. Cada día le cuesta unos 16 082.67 dólares.
Peña Nieto heredó algunos de los negocios turbios que en Pemex se hicieron en el gobierno de Calderón. Foto: Cuartoscuro.
REVENTAS COREANAS
En enero de 2013, el entonces director de Pemex, Emilio Lozoya, aparecía en selfies promoviendo su visita a los astilleros coreanos que construían barcos para que la empresa “privada” de Pemex se los triangulara a las otras subsidiarias.
En el gobierno de Peña, en el mismo esquema que se adquirieron Ocean Cygnet, Ocean Chariot, Ocean Crest, Ocean Current, Alpine Hallie, Alpine Emma, se autorizó que PMINASA triangulara barcos que fueron construidos en el astillero coreano SPP Shipbuilding Tongyeong, para revendérselos a Pemex Refinación.
Se trata de los buques Central, originalmente llamado S5112; el Jaguaroundi, llamado S5113; el Texistepec, llamado S5114; y el Rarámuri,llamado S5115.
Si Pemex Refinación hubiera comprado directamente los barcos, cada uno le habría costado 34 500 000 dólares máximo, pero triangulado por PMINASA, cada uno le costará 50 913 434.36 dólares. El monto diario es de unos 13 948 dólares, es decir, más de 260 000 pesos.
Por la triangulación, Pemex Refinación paga unos 4500 dólares extra por cada barco diariamente, es decir, paga unos 18 000 dólares extra cada 24 horas.
En los mismos astilleros coreanos SPP Shipbuilding Co., Ltd. también adquirió los buques S5116, que en marzo de 2014 revendió a Refinación, por 37 800 000 dólares más IVA. Hoy navega con el nombre de Calakmul (número OMI 9642930). Y el buque S5117, que también le revendió a Refinación por 37 800 000 dólares más IVA, hoy se llama Kukulkán.
FLOTELES GALLEGOS, TAMBIÉN TRIANGULARES
PMINASA negoció también la triangulación de floteles para la subsidiaria Pemex Exploración y Producción (PEP). Se trata de dos buques construidos en astilleros de Galicia. Tales embarcaciones se revenderán a la subsidiaria más importante de la petrolera, en esquemas similares a los que se le aplican a Refinación, y que le garantizan a PMINASA, la empresa “privada” y sus socios, ganancias por lo menos durante los siguientes diez años.
Uno de los buques se contrató a la empresa Navatia Ferrol, y tiene rotulado el nombre Orgullo Petrolero. El otro flotel fue construido por el astillero Hijos de J. Barreras, S. A. (Astillero Barreras), y se llama Reforma Pemex.
En otro de sus polémicos y discrecionales negocios, PMINASA, en noviembre de 2013, compró al Astillero Barreras el 51 por ciento de su tenencia accionaria, convirtiéndose en socio mayoritario del astillero que en el sector marítimo de Vigo estaba considerado como una empresa en grave crisis.
Tras la firma del contrato de sociedad, Pemex emitió una comunicación oficial que señala que “la firma de este contrato es un esfuerzo conjunto encaminado a la reactivación de la industria naval en España, lo que permitirá además desarrollar capacidades en el mediano plazo para la construcción de buques especializados en México, capitalizando así el desarrollo tecnológico del sector naval gallego en la industria petrolera, entre otras”.
No quedó claro de qué manera este tipo de sociedades con el astillero vigués ha beneficiado a Pemex, puesto que nada ha incidido en la industria marítima nacional, de acuerdo con las consideraciones de distintos capitanes y navieros de la industria mexicana, que señalan que los barcos pudieron construirlos compañías nacionales y vendérselos directamente a Pemex a costos menores. Capitanes y armadores, en conversación con Newsweek en Español, explican que este tipo de decisiones gubernamentales de inyectar capital a compañías extranjeras, como los astilleros de Vigo, o el triangular barcos que pudieron construirse en México, han contribuido al declive del sector marítimo nacional.
En efecto, la llegada del capital de Pemex a Galicia fue visto como un bálsamo de salvación para el sector marítimo de esa región de Europa que atraviesa por una profunda crisis económica, y más aún cuando altos funcionarios de Pemex prometieron a los gallegos que en los siguientes años les pedirían la construcción de toda una flota.
Pero hoy la sociedad entre PMINASA y el Astillero Barreras atraviesa un gran revés cuyo costo para Pemex aún no queda claro, ello a partir de la salida de Emilio Lozoya de la petrolera.
En mayo, el Boletín oficial del Registro Mercantil en España hizo pública la salida de dos integrantes del consejo de administración del astillero: Carlos Roa y José Luis Hernández; Roa era coordinador de asesores de Lozoya en Pemex, y ocupaba el cargo de vicepresidente en Barreras.
Desde antes de la salida de Lozoya, cuando en México la Secretaría de Hacienda anunció las primeras medidas derivadas de la crisis por el desplome del precio del petróleo, y con los primeros fracasos de las licitaciones de la reforma energética, la prensa europea publicó declaraciones de Francisco Conde López, ministro de Economía e Industria de la Xunta de Galicia, quien dijo que los recortes de inversión anunciados por Pemex, “principal accionista” de Barreras, “no afectan” su situación en el astillero vigués, ya que mantiene el “compromiso” con la contratación del flotel.
En efecto, el buque se siguió construyendo. En mayo pasado se hicieron las primeras pruebas de navegación del flotel que tiene el casco pintado con los colores verde y rojo, y ya está rotulado como Reforma Pemex. Supuestamente será entregado el próximo 16 de julio.
Sin embargo, en Galicia se ha comentado que quizá la “falta de liquidez” de Pemex retrase el que la petrolera mexicana recoja los barcos, que en el mismo esquema descrito, PMINASA triangulará a Exploración y Producción.
El buque que construye Navantia debía entregarse también en julio próximo, pero, según publicó La Voz de Galicia, el pasado 9 de junio, Pemex “demoró” hasta septiembre recoger el flotel.
A través del área de prensa se le solicitó a Pemex su postura respecto a los costos que las triangulaciones de los barcos tienen para la paraestatal, así como el detalle de cuánto terminarán costando a Pemex los barcos que PMINASA traerá de los astilleros de Galicia. Al cierre de esta edición no hubo respuesta.
UN NEGOCIO DISCRECIONAL
Javier Jiménez Espriú, expresidente de la Academia Mexicana de Ingeniería, quien fuera subdirector Comercial de Pemex en un área encargada precisamente de la adquisición de buques, señala que este tipo de procedimientos, triangulados a través de PMINASA, debían realizarlos directamente las subsidiarias, porque las triangulaciones, además de que encarecen los costos, se hacen sin transparencia, y “la discrecionalidad es un mal consejero, y en un Estado de extrema corrupción como el que vivimos, y del que Pemex ha sido ejemplo lamentable, en este tipo de operaciones no se puede esperar sino el peor escenario”.