En junio de
2015, Vanity Fair apareció a los
puestos de revistas anunciando la advenimiento de Caitlyn Jenner. Desde su
entrevista con Diane Sawyer, donde descargó años de emociones, hasta los
posteriores programas de TV de realidad y sus presentaciones mediáticas, la
transición de Caitlyn ha sido muy visible a la mirada del público.
Con semejante
fama, fue evidente que había llegado un momento decisivo para la comunidad
transgénero. Sin embargo, lo irónico es tal vez puede haberla perjudicado.
La transición
pública de Caitlyn fue tan polarizadora que hizo que muchos nos formuláramos
preguntas muy profundas y difíciles. Aunque, en buena medida, los medios
enfocaron su transición como una experiencia digna de celebrarse.
Y sí, aplaudimos
el valor de Caitlyn para reconocer su identidad real después de largos años de
conflictos internos. Y sí, aplaudimos que hiciera su transición de una manera
tan pública para ayudar a crear conciencia y ayudar a catalizar conversaciones
que permanecían en silencio.
No obstante,
para muchos estadounidenses, Caitlyn Jenner se ha convertido en un punto de
referencia para sus percepciones y expectativas de los individuos transgénero.
Y por desgracia, su experiencia no representa al resto de esa población.
Caitlyn es el
epítome de la mujer trans en Estados Unidos. Pertenece a la clase alta, es blanca,
tiene una educación universitaria, y eso sin mencionar que es famosa como ex
atleta olímpica, y estrella de la TV de realidad.
Su vida
cotidiana en nada se parece al resto de la comunidad transgénero, y al
enfocarse exclusivamente en un individuo de alto perfil, gran parte de la
historia real queda fuera de la conversación. Si bien las luces de la
televisión jamás han brillado con más intensidad en los temas transgénero, el
hecho es que mucho de ese mundo sigue en las sombras.
En vez de una
entrevista personal con Diane Sawyer, muchos viajes de transición de los
transgénero estadounidenses inician con el rechazo familiar, la discriminación,
y la opresión. Las personas transgénero enfrentan pasmosas tasas de desempleo,
desamparo, negación de servicios médicos, acoso, agresión, suicidio y
asesinato.
Los homicidios
transgénero en Estados Unidos van en aumento, sobre todo entre las mujeres
transgénero de color. Peor aún, un informe de la Campaña por Derechos Humanos
halló que de los 53 asesinatos de personas transgénero registrados en Estados
Unidos, entre 2013 y 2015, ni uno solo fue perseguido judicialmente ni quedó
asentado como un crimen de odio.
Es cierto que Caitlyn
Jenner nunca se ha proclamado como activista. Pero tenemos que reconocer la
posición privilegiada desde la cual se manifiesta, y que hasta las personas con
las mejores intenciones pueden servir de distractores.
Mientras que a
todos nos causan cierta sorpresa las opiniones conservadoras de Caitlyn, o aplaudimos
discretamente sus nuevos premios, dejamos de lado la realidad que vive el resto
de los estadounidenses transgénero.
Si, como
sociedad, sentimos la necesidad de designar a un vocal de la comunidad trans,
consideremos otras voces como la de Laverne Cox, quien reconoce los privilegios
que tiene, y a la vez utiliza su voz de manera consistente y apasionada para
dirigir la atención hacia los retos y las barreras que encaran todas las
personas transgénero.
Puede que esos
temas sean incómodos y difíciles de tratar, pero es imperativo abordarlos.
Debemos salir de nuestra zona de confort y entender que nuestro sistema daña,
activamente, a los individuos más marginados de nuestra sociedad. Y que las
conversaciones deben ser mucho más sustantivas que el tema del baño que deben
usar.
La vida de una
persona trans no suele acompañarse de sesiones fotográficas para revistas,
premios al valor, o programas en la TV de realidad. Como sociedad, tenemos que
guiar nuestras conversaciones y percepciones hacia los temas que enfrenta toda
la comunidad. Las conversaciones reflexivas en casa, el trabajo y los lugares
de culto pueden conducir a un cambio real y perdurable.
No tienes que
dejar de ver I Am Cait, pero cada vez
que lo hagas, tómate un momento para pensar en la comunidad transgénero en
general, y cómo sería su reality show.
John Cullen es coordinador de contacto social del
Centro Susan B. Anthony en la Universidad de Rochester. Nick Kasper es asistente de programas del Centro Susan B. Anthony en la
Universidad de Rochester.
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Publicado en colaboración con Newsweek / Published in colaboration with Newsweek