En mayo, hubo un repentino incremento
en la energía durante la sesión anual de Gap Year Conference, en Boston. Sucede
que los asistentes, deseosos de ponerse al día con lo último en el mundo de los
años sabáticos –lapso entre el bachillerato y la universidad que algunos
jóvenes toman para viajar o trabajar-, se habían enterado que el movimiento tendría
una integrante famosa: Malia Obama, la hija mayor del presidente de Estados
Unidos.
La Casa Blanca anunció que Malia
ingresará en la Universidad de Harvard, pero no iniciará sus estudios este
otoño, como se esperaba originalmente. En vez de ello, la primogénita del
mandatario tomará un año sabático, costumbre que ha adquirido impulso en
Estados Unidos durante la última década.
Los programas de año sabático (que no
siempre duran un año y a veces se toman durante o después de la universidad)
solían ser más comunes en el extranjero. Holly Bull, presidenta del Centro para
Programas Interinos, que asesora a estudiantes y adultos a media carrera o con
carrera terminada para elegir un programa, dice que cuando su padre fundó el
centro, en 1980, “nadie tomaba años sabáticos en Estados Unidos”. Pero ahora,
“hay mucha más conciencia y apoyo para este concepto”.
Los príncipes británicos William y
Harry, quienes tomaron algún tiempo después de sus estudios en los primeros
años 2000, fueron quienes despertaron interés en los años sabáticos, agrega
Bull. “Fue entonces cuando el término año sabático comenzó a citarse en Estados
Unidos”, informa. Bull espera ver un escalamiento parecido tras la noticia de
Malia, y dice que ya ha recibido noticias de una alumna a quien asesoró y
“estaba muy indecisa. Pero cuando supo que Malia iba a tomar un año sabático,
pensó, ‘De acuerdo, yo también lo tomaré’”.
The American Gap Association (AGA),
acreditadora de organizaciones que ofrecen programas de año sabático, calcula
que entre 30,000 y 40,000 estudiantes estadounidenses se toman ese tiempo cada
año. Según AGA, el registro de año sabático aumentó casi 23 por ciento en los
ciclos escolares 2013 y 2014, y ha aumentado con cada año escolar desde 2006 o
incluso antes. Al parecer, la asistencia a ferias estadounidenses de año
sabático escaló 294 por ciento desde 2010.
Esta tendencia alcista podría tener
relación con un proceso de admisión universitaria cada vez más estresante,
opinan expertos en educación. “Hay una creciente tasa de fatiga estudiantil”,
acusa Jane Sarouhan, miembro de la junta de AGA y vicepresidenta del Centro
para Programas Interino. Los bachilleres abrumados sienten que necesitan tiempo
para recuperarse antes de volver a los libros, dice. Los jóvenes suelen ser talentosos
en muchos aspectos, “pero carecen de algunas destrezas ‘suaves’ básicas”, como
“cuidar de sí mismos, tomar buenas decisiones, levantarse solos de la cama,
responsabilidad”, y quizás necesitan algún tiempo de descanso para adquirirlas.
En un estudio de AGA realizado con ex
alumnos del ciclo escolar 2014-2015, 92 por ciento declaró que había tomado
tiempo libre por motivos relacionados con crecimiento personal, 85 por ciento
dijo que quería viajar y experimentar otras culturas, y 81 por ciento manifestó
que lo hizo porque necesitaba descansar de las tareas académicas (las cifras
suman más de 100 por ciento, porque muchos estudiantes citaron razones
múltiples).
Como es inevitable, este creciente
interés en los años sabáticos ha sido observado atentamente por una industria
ansiosa de capitalizar el fenómeno: miles de programas ofrece experiencias en
temas como conservación ambiental, educación en la naturaleza e inmersión
cultural; numerosas ferias promueven programas; y los consultores ayudan a
decidir entre las opciones. “Tienes que trabajar para tomar un año sabático,
porque no quieres pasártela ocioso en casa sin algo en qué ocuparte, mientras
tus amigos van a la universidad”, dice Bull.
Sin embargo, parece que un tiempo lejos
de la escuela tiene beneficios. Investigaciones demuestran que las
calificaciones de estudiantes que toman un año sabático mejoran y que, al
graduarse, los estudiantes de año sabático tienen más probabilidad de obtener
una puntuación promedio más alta que compañeros que no tomaron años sabáticos.
Más de la mitad de los estudiantes de año sabático encuestados dijo que sus
experiencias los encauzaron hacia una carrera o confirmaron su decisión de
carrera.
Con estos resultados, algunas escuelas
empiezan a volverse más receptivas de estudiantes que postergan el ingreso.
Harvard alienta a los alumnos a que tomen un tiempo de descanso, y Princeton y
Tufts ofrecen programas sabáticos. La Universidad Estatal de Florida y la
Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill ofrecen ayuda financiera para
programas de año sabático. “Casi todos lo permiten, porque casi todos se dan
cuenta de que produce cuerpos estudiantiles más maduros y enfocados”, dice Bob
Clagett, director de asesoría universitaria en la Escuela Episcopal St. Stephen
de Austin, Texas, y ex decano de admisiones en Middlebury College, Vermont,
quien ha estudiado la tendencia del año sabático.
Pese al impulso, muchas familias temen
lo costosos que pueden ser estos programas. “Es un error de percepción muy
común”, señala Clagett, “que el fenómeno del año sabático es, eminentemente,
para ricos, o al menos para los acomodados, y creo que es importante que la
gente entienda que cualquiera puede tomar un año sabático”. Le inquieta que la
decisión de Malia pueda ahondar esa percepción errónea. Agrega que algunos
estudiantes optan por trabajar durante ese año.
No obstante, los programas más costosos
pueden costar hasta 40,000 dólares, señala Sarouhan, y Clagett agrega que
postergar un año también podría resultar en un pago de colegiaturas más alto,
conforme aumenten las cuotas.
Malia se unirá a la generación 2021 de
Harvard después que se gradúe, en primavera, en la Escuela Sidwell Friends de
Washington, D.C. Harvard dice que, en general, 80 a 110 de sus estudiantes
postergan el ingreso durante un año, un incremento respecto de los 50 a 70
registrados en 2009. Esta primavera, Harvard recibió un total de 2037
estudiantes.
Como hija del presidente de Estados
Unidos, demorar el ingreso hasta que papá deje el cargo tiene ventajas
adicionales. Si inicia sus estudios en Harvard hasta el próximo otoño, Malia no
será la hija de un presidente en funciones. Como señaló The Washington Post,
esto podría traducirse en un menor despliegue de seguridad. “Creo que tiene
mucho sentido para ella”, dice Bull. Durante el año sabático de Malia,
“probablemente estará en la mira del público, aunque no de la misma manera, y
luego ingresará en la universidad cuando la atención no se centre tanto en
ella”.
Mientras tanto, Harvard aguarda su
llegada. Al escribir sobre Malia y su anuncio de un año sabático, un estudiante
bromeó en un blog del campus, “supongo que eso significa un año menos para
nuestra amistad”.
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Publicado en cooperación con Newsweek /
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