La leche materna es un alimento altamente
nutritivo y adaptado a las necesidades
del bebé, pues contiene más de 200 azúcares distintos, cuatro veces más
que los de la leche de vaca, los cuales ayudan a que el niño desarrolle su
sistema inmune.
Además de ser un alimento fundamental, es una
vía de comunicación para la madre y el niño, ya que mediante la leche materna la madre transmite a su hijo herramientas específicas
para su supervivencia.
Dar el pecho reduce la mortalidad infantil y las
infecciones, y se ha relacionado con un menor riesgo de padecer obesidad. Los
beneficios para la salud también alcanzan a la madre, a quien la lactancia
protege frente al cáncer de mama.
Este alimento contiene más de 200 diferentes moléculas de
azúcar, 150 veces más que las presentes en la leche de vaca. Las funciones de estos azúcares es la de alimentar las bacterias que colonizan
el intestino del bebé y que determinarán
parte de su salud a lo largo de su vida.
“La leche materna es tan compleja y tan rica en
factores bioactivos (proteínas que estimulan el sistema inmune, proteínas
antimicrobianas, anticuerpos…) que no se puede sustituir con ninguna versión
artificial”, explicó al diario El País, Thierry Hennet, investigador del
Instituto de Fisiología de la Universidad de Zurich, Suiza.
De acuerdo con el experto, la producción de una fórmula infantil que
incluye todos los constituyentes de la leche materna sería tan cara que nadie
podría permitírsela. Sin embargo, su complejidad hace que los científicos aún
no hayan sido capaces de descifrar sus secretos.
El periodo más importante de la lactancia es durante
el primer mes, cuando ayuda a formar el sistema inmune del bebé. Después, la leche de la madre va cambiando para
adaptarse al desarrollo del bebé, tanto en cantidad como en calidad. Al
principio, cada pecho produce aproximadamente 450 gramos de leche al día.
Quince meses después, dependiendo de la frecuencia con que el bebé succione,
puede llegar hasta 200 gramos. Y
se sabe que la cantidad de anticuerpos presentes
en la leche es mayor durante los primeros 30 días de vida del bebé.
Cuando el niño ha empezado a construir sus
propias defensas, el porcentaje de anticuerpos en la leche se reduce hasta en
90 por ciento. Por eso la Organización Mundial de la Salud recomienda que el bebé se
alimente exclusivamente de leche materna durante los primeros seis meses, y un año más como complemento de la comida sólida.