Si no existe “ninguna acusación, ninguna mancha que poner en términos de corrupción sobre la presidenta Dilma Rousseff, entonces no hay ningún fundamento para avanzar en un proceso de destitución, definitivamente no”, dijo Almagro a periodistas en la Universidad de Georgetown, en Washington.
Según Almagro, en caso de que se verifique “la mínima acusación” sobre la honestidad de Rousseff, “probablemente nosotros seríamos los primeros en marcar que debe dar un paso al costado, pero eso no existe”.
El caso se encuentra actualmente en manos de una comisión especial de la Cámara de Diputados, donde el abogado del gobierno presentó el lunes su defensa ante la acusación por “crimen de responsabilidad” por supuesto maquillaje de las cuentas públicas.
“Acá hay un mandato constitucional que le dio la ciudadanía a la presidente. Y debe ser respetado”, insistió Almagro este martes.
“Todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Y los jueces están obligados por las leyes que aplican. Ningún juez está por encima de la ley que aplica”, dijo el titular de la OEA.
Para Almagro, la prioridad en la actual coyuntura brasileña es “la necesidad de respetar los mandatos constitucionales que dispone la democracia, que es la que establece las reglas del juego”.
Las acusaciones contra Rousseff han roto la alianza de más de una década del partido centrista PMDB con el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) de la presidenta, lo que colocado a su gobierno en terapia intensiva.
Nuevas elecciones, la solución
La excandidata presidencial brasileña Marina Silva pidió el martes a la justicia electoral acelerar el examen del presunto financiamiento ilegal de la reelección de Dilma Rousseff en 2014, que de probarse anticiparía un nuevo comicio.
Silva, tercera en los comicios de 2014 con 21.3 por ciento de los votos, considera esa solución preferible a la del impeachment que estudia el Congreso, que llevaría a la sustitución de Rousseff por su vicepresidente Michel Temer hasta el fin del mandato en 2018.
“Si se comprueba que el dinero de la corrupción alteró la voluntad soberana de la sociedad brasileña en las elecciones, la salida, el camino, es una nueva elección”, dijo Silva, que lidera las intenciones de voto en las encuestas, en una rueda de prensa en Brasilia.
El pedido de impeachment se basa en una acusación de manipulación de las cuentas públicas por parte de Rousseff, en tanto que el Tribunal Superior Electoral (TSE) examina si en la campaña de la fórmula Rousseff-Temer hubo dinero del esquema de corrupción de Petrobras.
Si se anula la elección, tendría que convocarse una nueva en un plazo de 90 días.
“Si el TSE entendiera el sentido de urgencia de lo que está pasando” y las acusaciones se comprobaran, “eliminaría la fórmula {Rousseff-Temer} y convocaría a una nueva elección”, dijo Silva, que fue ministra de Medio Ambiente en el primer gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2007).
Esa consulta podría coincidir con las municipales previstas en octubre, y de ese modo “no costaría un centavo más a los cofres públicos”, agregó.
Silva ya criticó en una entrevista publicada hace dos semanas la falta de proyecto de un eventual gobierno Temer, cuyo partido, el centrista PMDB, rompió su alianza con el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) de Rousseff, para apoyar su destitución.
Rousseff niega cualquier delito de responsabilidad que justifique un impeachment, en el cual ve una tentativa de “golpe de Estado”.
Marina Silva afirmó que “el impeachment no es golpe”, pero tampoco es la mejor salida: “no podemos golpear el futuro de nuestra nación con aquéllos que no quieren resolver la crisis, sino solo disputar el poder por el poder”, zanjó.
Con información de agencias