Nunca olvidarás tu primera ola. No tu primera ola de agua
dulce, sino tu primer paseo a lo largo de la cara de una verde-azulada,
continua y que poco a poco se desvanece. La primera ola que realmente
surfeaste. Todo cambia. Sólo querías sentir una y otra vez esa sensación de
libertad, velocidad, emoción y gracia, todo ello combinado en una sola
experiencia.
La primera ola que surfeé como Dios manda fue en Saunton
Sands, una playa de la costa de North Devon en Inglaterra, cuando tenía 18
años. Crecí en Exmouth, en la costa sur de Devon, donde era difícil encontrar
olas en las que se pudiera surfear.
Yo practicaba el windsurf y andaba en patineta, pero me sentí atraído al
que parecía ser el mejor de todos los deportes de tabla: el surfeo. Tan pronto
como mis amigos y yo pudimos conducir, nos dirigiríamos periódicamente a North
Devon y tratábamos de dominar lo que, por lo menos para los hawaianos, ha sido
siempre un deporte de reyes.
Surfeábamos en Saunton Sands y en la otra área de surfeo
bien conocida: Putsborough, Woolacombe y, la mejor de todas, la bahía de
Croyde. Sólo queríamos aprender a hacer surf; no nos importaba si era un helado
día de invierno o si estábamos en pleno verano, aunque este último era, sin
duda, preferible. Después de todo, la película más representativa del surfeo es
The Endless Summer (El verano interminable) de Bruce Brown, en que dos surfistas
siguen las temperaturas cálidas alrededor del mundo, realmente sin hacer nada,
excepto surfear. La película sigue siendo el sueño de la mayoría de los
surfistas, un punto de referencia que les ayuda a medir cuán lejos están de la
vida que a la mayoría nos gustaría llevar. El verano después de que cumplí 18
años, me puse en pie de un salto, coloqué mi tabla en un ángulo a la derecha de
una ola a la altura de mi pecho, perfectamente lisa, y corrí a lo largo de su
cara. El placer absoluto no se parece a nada en este mundo.
Muchos años después, John McCarthy, un renombrado surfista
irlandés de olas grandes, resumió el atractivo de este deporte para mí. “El
surfeo es la experiencia más dichosa que puedes tener en este planeta”, me
dijo. “Es una probada del cielo”.
Sin recurrir a clichés cósmicos, bueno, no demasiado,
McCarthy tiene razón. Acabo de cumplir 50 años, y han ocurrido muchas cosas en
los 32 años desde que monté una ola por primera vez. He trabajado en Londres y
he extrañado el océano todos los días; he exasperado a mis parejas insistiendo
en que todas las vacaciones debíamos ir a algún lugar con olas decentes; he
renunciado a la carrera de ratas para vivir a unos cuantos minutos del mar, en
el extremo occidental de Cornualles, Inglaterra. Y he vivido el sueño, montando
cada ola, organizando mi vida alrededor de las mareas, el viento y las olas.
No todo ha sido bueno. He visto el aumento del localismo,
donde los tontos neanderthales creen que sólo ellos tienen derecho a montar sus
olas, y he visto la extensión del penetrante comercialismo del surfeo. (Si
viajas a los casinos de Las Vegas, verás que las imágenes relacionadas con el
surfeo son tan habituales allí como los diamantes y los automóviles rápidos.) Y
he tenido algunas lesiones graves, entre ellas, varias costillas rotas, y una
que me hizo requerir cirugía en el cuello.
Huesos fracturados articulaciones desgastadas, los cambios
que acarrea la edad madura; todas estas cosas me han hecho asumir un enfoque
más sereno, sólo haciendo surf cuando las condiciones son las más adecuadas.
Pero ese es el problema: incluso ahora, después de una buena sesión, no puedo
dejar de pensar en la última ola que monté. Después de todos estos años, esa
sensación todavía me hace querer volver por más. Así que eso es lo que hago,
porque uno nunca olvida su primera ola, y la última de ellas te hace recordar
cómo comenzó todo.
¿Aún no estás convencido? Trata de hacer surf, o al menos
de mirarlo, en alguno de estos sitios de talla mundial.
HORA DE ORO: Las personas se zambullen desde una balsa en
las colas vespertinas en Chicama, Perú, hogar de lo que se cree que es la ola
más larga del mundo. FOTO: ENRIQUE CUNEAO/GDA/AP
THE SOUP BOWL, BARBADOS
Cerca del pueblo de Bathsheba, en la costa este de
Barbados, se encuentra un fondo de arrecife sólo para expertos, conocido como
Soup Bowl (tazón de sopa), calificado como uno de los mejores por Kelly Slater,
11 veces campeón del mundo. A los 20 años de edad, Slater, originario de
Florida, se convirtió en el surfista profesional más joven en ganar el título
mundial. (A los 39 años, lo ganó otra vez, convirtiéndose en el campeón del
mundo de mayor edad.) Así que cuando Slater califica un sitio de surfeo como
bueno, seguramente va a ser algo especial. Por la costa en Surfer’s Point, se
encuentra una ola perfecta para surfistas principiantes o intermedios. Pregunta
por el carismático Zed Layson, un originario de Barbados que dirige el sitio, y
hará que en poco tiempo estés listo para surfear. Ah, y la temperatura del agua
es de 25 °C durante todo el año.
PLEASURE POINT, CALIFORNIA
Santa Cruz tiene muchos fantásticos fondos de surfeo, pero
Pleasure Point podría ser el mejor de todos. Con una buena cantidad de olas
durante 320 días al año, este fondo derecho ofrece varios tipos de crestas
diferentes. La cercana Steamer Lane es hogar del famoso concurso O’Neill
Coldwater Classic. Los despeñaderos encima de los fondos de Santa Cruz son
maravillosos para admirar las olas.
LA SANTA, LANZAROTE
Alguna vez bautizado como “Lanzagrotty”, la isla canaria
de Lanzarote en la costa oeste de África ha pasado por una transformación en
los últimos años, convirtiéndose en un refugio para la ecología y los deportes.
El Museo Atlántico, que es el primer museo submarino de Europa y presenta
extraordinarias obras del escultor británico Jason deCaires Taylor, fue
inaugurado en febrero. Aparte de todos los cambios, una cosa ha permanecido
igual: las olas. No es por nada que Lanzarote es conocida como “la Hawái del
Atlántico”. El poderoso fondo de arrecife derecho en La Santa es un clásico,
mientras que también hay una laja izquierda ultrapesada. Sin embargo, ninguno
de ellos es para principiantes, y debes tener cuidado con los erizos de mar (están
por todas partes).
BANZAI PIPELINE, HAWAII
Esta ola sobre la costa norte de Oahu todavía es la meca
de los surfistas, un terreno de prueba para los surfistas de élite de todas
partes del mundo. Es una ola fotogénica: rápida, hueca y cristalina, pero también
mortal. En Pipeline han muerto o han quedado lesionadas más personas que en
cualquier otro sitio de surfeo. Definitivamente, no es para aficionados, pero
si entras en la categoría de experto, Pipeline es el sitio donde se forjan las
reputaciones y los recuerdos. Si no es así, puedes mirar la acción desde la
playa.
J-BAY, SUDÁFRICA
Jeffreys Bay, en la provincia de Cabo Oriental de
Sudáfrica, tiene una ola legendaria bautizada en honor del pueblo: J-Bay. El
rápido fondo derecho ofrece un cielo tubular, pero sólo hay un problema: los
tiburones. J-Bay es donde Mick Fanning, el surfista australiano tres veces
campeón del mundo, esperaba una ola en un concurso el año pasado cuando un
tiburón lo atacó. Pero puedes aprender un truco o dos de él: Fanning dio un puñetazo
al tiburón y sobrevivió intacto.
CHICAMA, PERÚ
El surfista promedio pocas veces tiene que quejarse por
tener las piernas cansadas; la típica vuelta de ola dura 10 a 20 segundos. Pero
se cree que el fondo izquierdo peruano de Chicama, situado a medio camino entre
Lima y la frontera de Perú con Ecuador, es la ola más larga del mundo: aquí
puedes hacer surf durante 4 minutos, y los calambres en las piernas son una
preocupación. Chicama, que alguna vez fue un terreno desolado, ahora atrae
multitudes de todas partes del mundo. El aspecto positivo es que este lejano
reducto del surfeo cuenta ahora con una gran cantidad de alojamientos cuyos
precios van desde los más económicos hasta los de lujo.
THE GOLD COAST, AUSTRALIA
Con olas impresionantes como Kirra y Burleigh Heads a lo
largo de Gold Coast, es fácil ver por qué Australia ha producido más campeones
mundiales de surfeo que cualquier otra nación. Un suburbio de la ciudad de Gold
Coast incluso se llama Surfer’s Paradise (el paraíso del surfista). Dejando a
un lado las multitudes, los surfistas de cualquier nivel de habilidad pueden
encontrar algún sitio para hacer surf aquí.
—
Alex Wade (AlexWade.com) es el autor de “Surf Nation”
(Nación surf) y “Amazing Surfing Stories” (Sorprendentes historias de
surfeo). Actualmente trabaja en una biografía de Russell Winter, el surfista
más exitoso del Reino Unido.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in
cooperation with Newsweek