Ahora, los atletas transgénero podrán competir en las Olimpíadas sin tener que someterse a una operación de reasignación de sexo. Es posible que esto afecte más al deporte femenino que al masculino. Actualmente, lograr la elegibilidad para competir en deportes masculinos es fácil, lo único que se requiere es haber nacido varón. Sin embargo, la elegibilidad para competir en deportes femeninos está sujeta a varias pruebas para detectar las concentraciones hormonales.
Para algunas personas, este alejamiento de los requisitos quirúrgicos fue recibido con entusiasmo y considerado como un acontecimiento importante hacia una mayor igualdad e inclusión en el mundo del deporte. Pero también hubo reacciones mucho más críticas. Entre ellas se incluyen las preocupaciones sobre el posible impacto en la integridad y la imparcialidad de la competencia, así como los temores de que las mujeres en particular tendrían desventajas son mayores en los deportes que las que ya tienen.
Cuestiones de biología
Janice Turner, columnista de The Times, dijo que la nueva política era “una gran noticia, a menos que seas una atleta mujer” y que “los atletas trans son injustos con las mujeres.” Sus preocupaciones se basan en la suposición de que las atletas que nacieron varones tendrán una ventaja biológica en relación con el tamaño, la masa muscular y la capacidad respiratoria.
Para Turner, la nueva política, aunque parece más incluyente, será inevitablemente aprovechada por “atletas varones hambrientos de medallas de países sin escrúpulos.” Un ejemplo mencionado por Turner es el caso del equipo nacional de fútbol femenil de Irán, que supuestamente incluye a ocho hombres que actualmente “esperan operaciones de cambio de sexo”.
Sin embargo, desde hace mucho tiempo, se ha cuestionado el género de las mujeres atletas, especialmente de las más talentosas. En 2009, Caster Semenya, la corredora sudafricana de media distancia, fue obligada a someterse a una prueba para determinar su género después de que su victoria en los 800 metros en el Campeonato Mundial de 2009 fue considerada demasiado rápida para una mujer. Este es otro ejemplo que demuestra cómo los debates acerca de la ventaja competitiva injusta se cruzan con las preocupaciones acerca de la marginación de las atletas femeninas “reales”.
Tiempo de prueba
El cambio hacia el uso de las concentraciones de hormonas con el propósito de realizar pruebas de género, así como en las políticas de inclusión para atletas transgénero es útil. Son las hormonas, especialmente los andrógenos como la testosterona, y no los órganos genitales, las que están ligadas a la masa muscular, la velocidad y la fuerza, las cuales conceden una ventaja competitiva.
Pero es aquí donde los problemas comienzan. El estrógeno, que es la hormona sexual “femenina”, suele encontrarse en mayores concentraciones en las mujeres. Y los hombres suelen tener concentraciones más altas de andrógenos como la testosterona. Pero el estrógeno y los andrógenos se encuentran en hombres y mujeres por igual. Establecer cualquier límite, como exigir a las mujeres trans que mantengan una concentración constante de testosterona por debajo de 10 nmol/l, que es la concentración establecida por el COI, es completamente arbitrario, y en última instancia, inútil.
El uso de las concentraciones hormonales por parte del COI para medir o evaluar el sexo ha reemplazado a las prácticas más tempranas de “verificación de género”. Anteriormente, estas pruebas suponían pedir a las mujeres atletas que se quitaran la ropa interior, pero al final se encontró un método menos humillante: revisar muestras de tejido del interior de la mejilla, como “prueba” del sexo de un atleta. Las mujeres tienen vaginas, ovarios y cromosomas XX, y los hombres tienen penes y cromosomas de XY. Parece sencillo, ¿verdad? Pues no lo es.
La tendencia a dejar de usar los órganos reproductores o los cromosomas se enlazó con pruebas científicas que muestran que la “naturaleza” es mucho más desordenada de lo que pensamos. No hay ninguna diferencia clara e incontrovertible entre “masculino” y “femenino”, ni tampoco una manera de “medir” o “evaluar” el sexo únicamente con base en los órganos reproductores o en los cromosomas.
Existen variaciones mucho mayores de los cromosomas sexuales que simplemente XX y XY, entre ellas, XXY, XXXY, XXXXY, XXYY, XXXYY. Y los cromosomas mismos tampoco tienen un impacto directo sobre las características físicas del cuerpo; sólo lo hacen cuando se combinan con ciertas hormonas. Añádanse a las personas intersexuales, las discrepancias entre los órganos sexuales internos y los externos, y la falta de correspondencia entre los genitales y el sexo cromosómico, y tendremos una gran complicación, como fue el caso con Semenya.
Enfrentando el futuro
En general, las diferencias físicas entre los hombres y entre las mujeres son mayores que las diferencias entre hombres y mujeres. Semenya podría tener concentraciones de testosterona más altas y mayores músculos que la “mujer promedio”, pero lo mismo podría decirse si se compara a Usain Bolt when con el “hombre promedio.”.
Entonces, la nueva política del COI es, quizás, lo mejor que podemos hacer por el momento, dado que el deporte es un contexto separado según el género de los participantes.
Eliminar la necesidad de que los atletas transgénero se sometan a una operación de reasignación de sexo es un buen reconocimiento de que los cuerpos no vienen en categorías estrictamente definidas. Y usar las concentraciones hormonales como una medida parece ser una concesión pragmática. Dicho lo anterior, el deporte del roller derby, que es cada vez más popular, puso en vergüenza al resto del mundo deportivo al eliminar la segregación por géneros y aplicar su política refrescantemente progresiva de inclusión para las personas trans,genderqueery no binarias.
Suponiendo que los deportes más populares mantendrán por el momento su separación entre géneros, entonces lo que se necesita es educación para evitar los prejuicios, la exclusión y las reacciones reflejas de los responsables de la política deportiva, los organismos directivos y los medios de comunicación. Y el diálogo continuo entre las personas que promueven la igualdad para las mujeres en los deportes y los defensores de la inclusión de las personas transgénero son vitales para resolver cualesquier ideas falsas e improductivas por parte de ambos bandos.
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Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el artículo original.