A principios de la década de 1960, al fabricante de juguetes Mattel se le ocurrió Chatty Cathy, una muñeca que hablaba al jalar una cuerda y que deslumbraba a las niñas con unas pocas frases sencillas, como “¡Te amo!” y “¡Juguemos a la casita!”. Rápidamente se congració como un deseo en las listas navideñas de regalos de millones de niñitas. En 2015, Mattel busca salvar su marca Barbie, de 56 años de antigüedad y ahora en apuros, con la prima todavía más locuaz de Chatty Cathy, Hello Barbie. Excepto que esta muñeca no sólo habla; también empatiza y escucha, y está poniendo nerviosos a padres, defensores de la seguridad cibernética y psiquiatras infantiles.
Es difícil decirlo al verla, pero la Barbie más reciente es uno de los juguetes más tecnológicamente avanzados que se hayan hecho. Su atuendo a la moda —una chaqueta metálica corta y jeans ceñidos— oculta sus entrañas electrónicas de su público deseado de seis a ocho años de edad. El collar elegante de Barbie esconde tanto un micrófono como un altavoz, permitiéndole tener conversaciones de dos vías, contar historias, jugar juegos y chistear. Sus piernas son un poco más gruesas que las de las Barbies comunes para contener dos baterías recargables, mientras que su baja espalda contiene un diminuto puerto USB para cargarla. Para hacerle una confidencia a Barbie, todo lo que una niña tiene que hacer es presionar y sostener un botón para hablar en la hebilla del cinturón de la muñeca.
Antes de que la charla pueda comenzar, los padres deben descargar una aplicación móvil y conectar a Barbie a una red inalámbrica. Cuando una niña le habla a la muñeca, una grabación de su conversación es transmitida por la conexión wifi a los servidores de ToyTalk, una compañía incipiente y domiciliada en San Francisco con la que se asoció Mattel para darle vida a Barbie. El software de reconocimiento de voz convierte el audio en texto, y un software de inteligencia artificial extrae palabras clave de las respuestas de la niña, provocando que Barbie responda con una de las ocho mil frases hechas a mano por un equipo de escritores.
Aun más, Barbie recuerda cada detalle, construyendo una base de datos en la nube sobre los gustos y desagrados de su dueña, los cuales puede incorporar en conversaciones futuras. Por ejemplo, si un infante le dice a Barbie que él o ella tiene dos madres, Barbie está equipada para decir después: “¿Qué tienen realmente de especial tus madres? ¿Qué les gusta hacer juntas?”. Más que genial. Pero compradores, estén prevenidos: Barbie no guarda secretos.
Las palabras clave tomadas de las respuestas de una niña a Barbie son canalizadas a un “cubo de tendencias”, el cual le muestra a Mattel y ToyTalk qué tópicos son más populares entre sus pequeñas consumidoras en cualquier momento. La información les da ideas a los creadores sobre cómo mejorar el producto para la temporada primaveral, como cuáles frases deberían añadir al depósito de respuestas de Barbie. Así que si la compañía nota un aumento en las niñas mencionando a Taylor Swift, Barbie podría tener algunos pensamientos sobre la cantautora pocas semanas después.
Al preguntarle Newsweek si el material almacenado sería usado para otros propósitos, Michelle Chidoni, portavoz de Mattel, responde cuidadosamente: “No usaremos la información para tomar otras decisiones sobre productos dentro de la línea Barbie”. Ello deja abierta la posibilidad de usar la información para otras líneas de juguetes y, según la política de privacidad de ToyTalk, “terceros vendedores” también pueden capitalizar la información para “propósitos de investigación y desarrollo”.
A los defensores de la privacidad infantil no les gusta lo que oyen: “Ellos en realidad no deberían llamarla Hello Barbie; deberían llamarla Barbie Vigilante”, dijo Susan Linn, directora fundadora de Campaña por una Niñez Libre de Comerciales (CCFC, por sus siglas en inglés), a Newsweek en marzo. La organización sin fines de lucro lanzó una campaña “Hell No Barbie” ese mes con la esperanza de parar el producto. “Las niñas que hablen con Hello Barbie no sólo hablarán con una muñeca; están hablando con Mattel… una corporación multinacional cuyo único interés es financiero”.
Chidoni dice que los críticos lo han malinterpretado. “No es un dispositivo de vigilancia. No hay una cámara en la muñeca. Y la muñeca no está oyendo siempre tu conversación; tiene que ser activada”. Además, añade, “estamos poniendo toda la información en manos de los padres”.
De hecho, los padres pueden ingresar en su cuenta y negarle a ToyTalk acceso a parte o todo lo que digan sus hijas. “Si hay algo que diga su hija que usted no quiera en nuestros servidores, usted toca el cubo de basura, y desaparece en segundos… de todos los servidores”, dice Oren Jacob, cofundador y director ejecutivo de ToyTalk. “Los padres también pueden eliminar y apagar todas [las grabaciones]”. Pero hay un incentivo para no hacerlo: al darle permiso a la compañía de conservar la información, los padres pueden escuchar archivos de audio de las conversaciones de sus hijas con Barbie. Las grabaciones están repartidas en una serie de pares: lo que Barbie dice y la respuesta de la niña. Los padres pueden reproducir, eliminar o compartir el intercambio mediante pasarlo a Facebook o Twitter, o mandándolo vía correo electrónico a la abuela.
Aun cuando el control total podría sonar como música relajante a los oídos de los padres, ha preocupado a los psiquiatras infantiles. “Aprendemos mucho sobre la ira de un niño y su vida familiar con base en cómo juega y qué se dice durante el juego infantil”, dice la Dra. Judith Fiona Joseph, psiquiatra infantil y adolescente con consulta en la ciudad de Nueva York. “Se puede aprender mucho de lo que su hijo observa”. Por ejemplo, las escenas sexuales o violentas en películas podrían aparecer en sus sesiones de juego. “Los padres deben estar muy preparados para lo que podrían aprender de sus hijos a través de las grabaciones”, dice.
Pero la CCFC también teme que hackers —tentados por el nombre icónico de Barbie y su red enorme— hagan algunos descubrimientos por su cuenta. Los criminales cibernéticos tienen debilidad por saquear datos financieros, pero también han demostrado que no le tienen aversión a robar lo que aparentemente es menos lucrativo, como la información personal de un niño. A finales de noviembre, hackers saquearon los servidores de VTech, una compañía china que vende una variedad de juguetes electrónicos, alzándose con casi 5 millones de nombres de padres, cuentas de correo electrónico, contraseñas y direcciones de hogares, y hasta los nombres de 200 000 niños, sus sexos y fechas de nacimiento. Peor aún, el botín digital de los hackers contenía miles de fotos de los niños y sus padres, así como conversaciones de texto y audio entre ellos.
ToyTalk dice que ha tomado precauciones para evitar ataques cibernéticos. Ha minimizado la información recopilada a las direcciones de correo electrónico de los padres y a la conversación de la niña, y aseguró las conexiones entre la muñeca y los servidores. La compañía también manifiesta que nada es almacenado en la muñeca aparte de las redes wifi elegidas por los padres. “Así que si una niña llega a perder la muñeca, nada de la información de la niña se pierde en absoluto”, dice Jacob, de ToyTalk.
En respuesta al cúmulo de críticas, incluidas las vulnerabilidades tecnológicas de Barbie, Chidoni admite que “como es Barbie, tiene una diana en su espalda”.
LA MEJOR AMIGA DE UNA NIÑA: Las niñas usan computadoras en la Experiencia de la Casa de Ensueño. FOTO: GALLERY STOCK
Es claro que los creadores de Barbie saben lo que hacen; han convertido su pequeña celebridad en un imperio juguetero mundial. Pero ello no significa que sea inmune a la controversia. Desde su introducción al mundo en la Feria del Juguete de Nueva York en 1959, el juguete poco realista por su delgadez pero gran busto de inmediato captó la ira de las madres. “No me gusta esa influencia en mi pequeña”, supuestamente dijo una madre. “Ya es bastante difícil criar una dama en estos días sin presiones morales innecesarias”. Y conforme creció la marca Barbie, también lo hicieron las críticas que la rodeaban.
En 1992, Mattel le dio voz a una versión previa de Hello Barbie llamada Teen Talk Barbie, la cual hablaba cada vez que alguien presionaba un botón en la parte trasera de su cuello. Frases como “¿Alguna vez tendremos suficiente ropa?” y “¡Me encanta ir de compras!” irritaron a las feministas, pero “La clase de matemáticas es difícil” enfureció a la Asociación Americana de Mujeres Universitarias (AAUW, por sus siglas en inglés). “Las niñas preadolescentes con más probabilidades de jugar con Teen Talk Barbie tienen un riesgo mayor de perder la confianza en su capacidad matemática”, anunció Sharon Schuster, por entonces presidenta de AAUW. La organización exigió que Mattel retirara la muñeca. La compañía eliminó las frases ofensivas y se disculpó.
Esta vez, Mattel confía en que Barbie sea una influencia positiva. “El valor que Mattel y ToyTalk han puesto en lo que sale de la boca de Barbie es una locura”, dice Chidoni. “Ello no significa que no vayamos a cometer un error, pero sí significa que estamos haciendo todo lo posible que podemos para asegurar que… hemos pensado en todo ángulo posible”.
¿Cómo respondió Mattel a las más recientes preocupaciones de seguridad y bienestar? “No cambiamos nada”, dice Chidoni, “porque no había algo que necesitara cambiarse”.
Los padres que ya tienen el hábito de grabar a sus hijos haciendo “las cosas más insólitas” y compartirlas en los medios sociales podrían estar de acuerdo. Para ellos, la tecnología de Hello Barbie podría integrarse a las Siris y Cortanas que ya están en sus vidas. Pero los psiquiatras infantiles entrevistados por Newsweek predicen que muchos padres no les dirán a sus hijos sobre la capacidad de grabación de la muñeca para asegurarse respuestas auténticas. Los padres que así lo hagan, advierten los psiquiatras, no tienen idea de lo que les espera.
El Dr. Kevin Kalikow, psiquiatra infantil y adolescente en la ciudad de Nueva York, dice que si las niñas descubren la traición de Barbie por parte de sus padres, los resultados no serán color de rosa. El efecto inmediato podría ser resentimiento, dice, especialmente si un secreto se hace público. También podría haber una especie de efecto espeluznante: las niñas podrían empezar a autocensurarse, guardándose sus pensamientos al enterarse de que mami o papi podrían compartir en línea cualquier cosa que le digan a su muñeca. Si una niña aprende que todo podría inevitablemente volverse público, dice Kalikow, ello podría tener una “influencia penetrante en cómo la niña ve el mundo”.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek