El mundo apesta. Terrorismo. Cambio climático. Acritud política. Canciones sin parar de Justin Bieber. Es bueno saber que Elon Musk y Jeff Bezos tienen un plan. Ellos ayudarán a las personas más ricas del planeta a ir a Marte y empezar de nuevo, dejando al otro 99 por ciento a sufrir en un planeta moribundo y en guerra. El único consuelo para quienes nos quedemos aquí será que Bieber será lo bastante próspero para irse con ellos.
Esta es la otra cara de SpaceX, de Musk, y Blue Origin, de Bezos. Las compañías de viajes espaciales dicen que están creando una manera para que la especie humana subsista mediante poblar otros planetas. Pero sólo los adinerados tendrán los medios para moverse en Marte. El objetivo del precio del boleto de Musk es de 500 000 dólares por persona, y eso es sólo por llegar allí. Imagine los nuevos atuendos que tendrá que comprarse para combinarlos con ese casco espacial.
Así que puede imaginarse una escena que sea parecida a la migración blanca de las zonas marginales en la década de 1970, cuando las clases más adineradas se mudaron a suburbios recientemente construidos, dejando los vecindarios decadentes a las clases más bajas. De hecho, la huida de las clases más altas aceleró la decrepitud de las ciudades viejas al reubicar su dinero y su influencia junto con ellos. Hoy, vemos una situación similar en Siria, donde la gente más adinerada y mejor educada escapa hacia Occidente, lo cual dificultará todavía más estabilizar y reconstruir al país.
Tal dinámica podría aplicarse a todo el mundo en alrededor de 40 años. Tal vez lo historiadores que registren la degeneración de la Tierra trazarán un vínculo directo con las conversaciones climáticas en París este mes. No pudieron sostener un acuerdo, dirán ellos. El medioambiente se salió de control. Sequía. Agitación. Anarquía. Y luego los banqueros de Wall Street, los titanes tecnológicos, los directores ejecutivos y el séquito de Jay Z decidieron largarse de aquí y construir McMansiones en burbujas espaciales marcianas.
Todo esto podrá sonar como una locura, excepto que no lo es. El mes pasado, Blue Origin dio otro paso importante en el viaje espacial. La compañía reservada lanzó un cohete a 62 millas en el espacio y luego lo aterrizó en vertical, como uno espera verlo en una película de ciencia ficción, a pocos pies de la plataforma de lanzamiento del cohete. Es un paso hacia la fabricación de cohetes reutilizables, y los cohetes reutilizables son absolutamente necesarios para mantener el costo de un vuelo a Marte lo bastante bajo para expandir el mercado objetivo más allá del Forbes 400.
Para fines de comparación, las misiones de transbordador espacial de la NASA cuestan alrededor de 200 millones de dólares por astronauta, y esos vuelos sólo entraron en órbita. En comparación con ir a Marte, la órbita es como meter un dedo del pie en el Atlántico versus navegar de Europa al Nuevo Mundo. Y, por cierto, el transbordador no era un cohete reutilizable; era un compartimiento de pasajeros reutilizable. Nadie había hecho un cohete reutilizable con anterioridad, lo cual es una gran razón de por qué el espacio cuesta tanto. La economía era tan mala como si usted tuviera que comprar un motor nuevo cada vez que usara el auto.
Blue Origin ahora está generando una verdadera carrera espacial con SpaceX, la cual ayudará a motivar la innovación y reducir los costos. Musk tuvo una ventaja y ha guiado a SpaceX al negocio de lanzar satélites como una manera de practicar para los viajes espaciales humanos. Bezos abrió Blue Origin –un pequeño proyecto alterno cuando no está dirigiendo Amazon.com– específicamente para llevar gente a otros planetas, y logró despegar su primer cohete en abril. En la mezcla también están Richard Branson, con su Virgin Galactic, y Paul Allen, cofundador de Microsoft, quien financió Stratolaunch Systems con todo y el nombrecito nerd. El espacio se está convirtiendo en un multimillonario-atón. Si Donald Trump no llega a la presidencia, usted ya sabe que debe haber una Nave Espacial Trump en su futuro.
Por supuesto, lanzar unos cuantos cohetes y decir que se irá a Marte es como escribir un jaikú y decir que se es el próximo John Updike. Pero estos tipos son serios. “Nuestra visión final es que millones de personas vivan y trabajen en el espacio”, dijo Bezos a los reporteros después del aterrizaje de Blue Origin. Musk hace declaraciones todavía más grandiosas. “Necesitamos poner la mira láser en convertirnos en una civilización multiplanetaria”, dijo él. “Ese es el siguiente paso”.
En algunos círculos, las colonias en Marte son una posibilidad real. Algunos escritores y científicos piensan que los primeros valientes harán el viaje de seis meses dentro de 10 años, y esa es la predicción de Musk. Una vez que la tecnología haya sido probada, comenzarán los vuelos regulares de provisiones y gente. Los pioneros tendrán que construir espacios bajo techo habitables y, luego, comunidades bajo domos. Como nos lo mostró la exitosa película de este año Misión Rescate, tan pronto se esté en Marte es posible cultivar alimentos, hacer aire respirable y colectar energía de paneles solares. Musk llama a Marte “un planeta que necesita reparaciones”, pero para 2040, dice él, debería haber un próspero Martiantown colonial.
Ese periodo de tiempo da que pensar; sólo 25 años a partir de ahora. La verdadera migración empezará después de 2040. El volumen reducirá los precios de los vuelos de decenas de millones de dólares por persona a 500 000 dólares. La gente iniciará compañías en Marte. Llevarán a sus familias. “No va a ser un paseo vacacional”, dijo Musk en entrevistas. “Significa ahorrar todo tu dinero y vender todas tus cosas, como cuando la gente se mudó a las primeras colonias americanas”. Su meta, la cual él cree que es realizable, es poner en Marte una población de 1 millón de personas, la cual dice Musk que “es el umbral crítico para nosotros como civilización de no unirnos a la cantidad potencialmente grande de civilizaciones de un solo planeta pero muertas allá afuera”.
Y eso nos lleva al punto de quién irá y por qué. Algunos irán en busca de oportunidades, pero algunos irán por autopreservación. El cálculo triste es que Marte se ve mejor cuanto más empeoran las cosas en la Tierra. Y si ese es el caso, en realidad no es como mudarse de Europa a las colonias de América en la década de 1700. Suena más como escapar de una tierra devastada para ir algún lugar seguro y empezar de nuevo.
¿Quién hará eso? El costo de levantar el campamento para ir a otro planeta será demasiado alto para todos menos los súper ricos. ¿De dónde provendrá esta gente adinerada? La mayoría de las compañías de viajes espaciales son estadounidenses. ¿Qué tal si llevan principalmente estadounidenses? ¿Empezaremos una colonia humana en Marte o una colonia estadounidense?
Tal vez después Marte se rebele y firme su Declaración de Independencia de la Tierra. Tal vez cierre sus fronteras y se niegue a aceptar más refugiados de ese caliente, horrible y hambriento planeta de origen. Somos la gente excepcional, podrían decir los marcianos, y todos ustedes los terrestres sólo siguen fastidiando su hogar, así que no los queremos.
Ellos podrían incluso enviar de vuelta a Bieber. ¿Eso no nos enseñaría una lección?
——
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek