“Golpea sus cabezas con una roca, o
mátalos con un cuchillo, o atropéllalos con tu coche, o empújalos desde un
lugar elevado, o asfíxialos, o envenénalos. Especialmente a los sucios y
despreciables franceses”.
Esa fue la orden que en septiembre de
2014 lanzó a sus seguidores el vocero del Estado Islámico, Abu Mohamed
Al-Adnani, para ejecutar a “todos los descreídos” occidentales.
Orden que fue cumplida a cabalidad el
pasado viernes 13 de noviembre cuando terroristas desarrollaron el peor ataque
contra Francia desde la Segunda Guerra Mundial.
A las 21:20 horas comenzaron una serie
de tiroteos y explosiones en puntos estratégicos de la Ciudad Luz con bombas,
ametralladoras y cinturones explosivos. Atacaron el Estadio de Francia, los
restaurantes Le Petit Cambodge, La Belle Équipe y Comptoir, así como los bares
Carillon y la Bonne Biére.
Sin embargo, lo peor ocurrió en la sala
de conciertos Bataclan donde unas 1500 personas escuchaban a la banda de hard
rock estadounidense Eagles of Death Metal.
Al comienzo del sexto tema, hombres
vestidos de negro, aunque con el rostro descubierto, ingresaron al recinto y
accionaron sus ametralladoras Kaláshnikov de manera indiscriminada al grito de
“Alá es más grande”.
El recuento de los atentados es de al
menos 129 muertos y más de 350 heridos. Es la historia de un ataque anunciado.
La amenaza de Abu Mohamed Al-Adnani comenzó a cumplirse el 7 de enero con el
atentado a la redacción del semanario Charlie Hebdo en el que doce personas
murieron.
Dos días después, Amedy Coulibaly,
involucrado en la agresión contra la revista, asesinó a un agente policiaco y
secuestró a varias personas en el
supermercado judío Hiper Cacher de Vincennes, donde ajustició a otras cuatro
personas.
Las amenazas continuaron: el 19 de
abril, la policía detuvo al sospechoso de haber preparado un atentado contra
una iglesia de Villejeuf; el 26 de junio, un sujeto intentó volar una fábrica,
mató y decapitó a su jefe en Lyon, antes de mostrar banderas islamistas; y el
21 de agosto, tres estadounidenses desarmaron a quien pretendía provocar una
masacre en un tren.
Con estos hechos, Francia se convierte
en el país occidental más amenazado por el terrorismo. El presidente François
Hollande ha ordenado en los últimos años el despliegue de unos 12 000 soldados
para la lucha contra los yihadistas en Mauritania, Malí, Níger, Chad y Burkina
Faso, Oriente Próximo y el propio territorio francés.
Es la guerra, pero no una guerra
convencional.
LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
El papa Francisco consideró que los más
recientes ataques contra París son muestra de que la humanidad enfrenta ya la
Tercera Guerra Mundial.
No la típica guerra entre naciones,
sino contra un grupo que amenaza la estabilidad global y cuyo éxito es usar a
sus propios ciudadanos, a quienes el Estado Islámico adoctrina para canalizar
toda su insatisfacción y convertirlos en sus enemigos.
Se calcula que más de 20 000
extranjeros se han sumado a las filas del grupo extremista; de ellos, unos 3400
son de países occidentales. A través de redes sociales se hacen los primeros
contactos. Les ofrecen, de entrada, 5000 dólares; entrenamiento terrorista en
Siria e Irak; esposa y la posibilidad de formar una familia.
Las autoridades francesas tienen
identificadas en su territorio a 1774 personas vinculadas de forma directa con
el Estado Islámico. De acuerdo con la Fiscalía de la Audiencia Nacional, 557
yihadistas que viajaron de Francia a Siria para combatir en las filas del grupo
extremista ya regresaron. De este grupo, 243 han sido detectados en suelo galo
y los restantes 264 han dejado algún tipo de rastro entre la zona de conflicto
y ese país.
España tiene identificados a veinticinco
combatientes que han regresado desde Siria e Irak, de los aproximadamente 135
que han partido hacia la zona de conflicto. Las autoridades estadounidenses
señalan que más de 150 combatientes han viajado para unirse al grupo rebelde.
La Agencia Canadiense de Inteligencia
estimó en 2014 que más de 130 de sus ciudadanos habían viajado a la región para
unirse al Estado Islámico; y lo mismo habrían hecho unos seiscientos ciudadanos
de Reino Unido y un número similar de alemanes.
Se trata en su mayoría de jóvenes que
no encuentran trabajo, ni oportunidades de desarrollo en sus países de origen y
que están molestos con un modelo económico que los excluye.
De ahí que, pretender derrotar al
Estado Islámico solo con bombardeos, es una estrategia muy limitada y poco
efectiva. El terrorismo se combate con inteligencia y la comunidad
internacional tiene el reto de cerrar sus fuentes de financiamiento que
alcanzan los 2000 millones de dólares anuales.
Esos fondos provienen de países del
Golfo Pérsico como Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos; también
del lavado de dinero, la extorsión y de la venta ilegal de petróleo de los
pozos que se encuentran en las zonas que controlan.
Otro elemento fundamental para vencer a
los yihadistas es cerrarles el suministro de armas que reciben principalmente
de Rusia, Estados Unidos y China.
La violencia es la razón de ser de esta
organización, por lo que pretender derrocarla mediante bombardeos sólo la
fortalecerá.
LOS EFECTOS COLATERALES
Aunque se podría pensar que México es
ajeno a esta barbarie provocada por el terrorismo del Estado Islámico, esto es
falso. Tras los ataques en París, es previsible un endurecimiento de las
políticas migratorias de Estados Unidos hacia México.
Para Iliana Rodríguez Santibáñez,
directora del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales del Tec de
Monterrey Campus Ciudad de México, una de las consecuencias de estos hechos
será que discursos antimigrantes como el de Donald Trump tendrán eco en
sectores radicales.
Mientras, los precandidatos demócratas
Hillary Clinton y Bernie Sanders tendrán que replegarse ante los señalamientos de
que los flujos migratorios serían peligrosos, ya que podrían ser infiltrados
por terroristas.
Además advirtió que la reforma
migratoria congelada en la Cámara de Representantes y que le apuesta a la
ciudadanía a 8.8 millones de migrantes, no avanzará y será un tema que tendrá
que resolver el sucesor de Barack Obama.
ENFRENTAR LA GUERRA DESDE NUESTRA
TRINCHERA
Después de escribir este texto, me
pregunto cuál debe ser nuestra respuesta ante el terror, más allá de las
“enérgicas condenas”, de iluminar los monumentos nacionales con los colores de
la bandera francesa y de sobreponer esos mismos tonos sobre la foto del perfil
del Facebook.
No podemos permanecer inmóviles ante
los extremistas, ante quienes odian al mundo y asesinan inocentes. Se deben
replantear las estrategias y las políticas fallidas, incluir a los jóvenes,
darles oportunidades, evitar que se conviertan en sicarios del terror.
Desde el ámbito de la comunicación,
retomo al maestro del periodismo, Ryszard Kapuscinski: “El verdadero periodismo
es intencional. Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El
deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad
y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar
el conocimiento del otro, el respeto del otro”.
Hoy, los tres pilares de Francia,
libertad, igualdad, fraternidad, están heridos, pero de pie. La libertad está
amenazada; la igualdad es un anhelo lejano, y la fraternidad exige unirnos para
hacer frente a la ofensiva de los soldados del odio.