Chihuahua, Chih.- Subir al camión urbano y caminar
por la calle sola son situaciones que las mujeres chihuahuenses
preferirían evitar, ya que es en esas dos condiciones donde se
convierten en objeto de todo tipo de insinuaciones con tinte sexual,
“piropos” vulgares, faltas de respeto, comentarios gráficos
sobre su cuerpo y hasta contacto físico no buscado. Características
todas del acoso sexual.
La
historia de “Carolina” es un ejemplo de lo que las mujeres,
particularmente las jóvenes, tienen que enfrentar de manera
cotidiana y como algo “invisible” para los demás, quienes
prefieren “no darse cuenta” de lo que sucede. Eran las 13:30
horas, de un día normal de actividades, cuando Carolina abordó un
camión de la ruta “Circunvalación uno” para dirigirse a su
trabajo y tuvo la suerte de encontrar un asiento vacío para viajar
sentada.
Sin embargo, conforme la unidad avanzaba subía más y más
pasaje, hasta que se llenó. Fue entonces cuando un hombre de
apariencia limpia y cuidada se colocó de pie junto a su asiento, tan
cerca que Carolina optó por girar un poco su propio cuerpo hacia la
ventana para evitar tal cercanía. Sin embargo, narra la joven, “yo
sentía que estaba poniendo algo sobre mi hombro y pensé que era su
mochila, aguanté un poco pero era tan incómodo que volteé a ver
qué tan lleno estaba el camión y resulta que ya no había tanta
gente, el tipo perfectamente podía retirarse pero estaba haciendo
aquello a propósito”.
Al
darse cuenta de eso, agrega, lo empujó pidiéndole que se retirara,
pero cual sería su sorpresa que, lo que ella pensaba era la mochila
del individuo, era su órgano sexual sobresaliendo del pantalón
abierto y cubierto con un suéter que el individuo llevaba en el
brazo.
“Cuando lo empujé sentí algo húmedo en mi brazo y me dí
cuenta que el tipo iba poniendo su miembro en mi hombro de manera
totalmente intencional y morbosa. ¿Qué le pasa? Le pregunté
molesta y lo empujé de nuevo. Él se hizo para atrás un poco y me
dí cuenta que había gente en la parte de atrás del camión pero
nadie dijo nada. No sabía qué hacer. Volteé a verle la cara para
reconocerlo, le ví los ojos y si lo encontrara de nuevo lo
reconocería. Entonces el camión se detuvo y él aprovechó para
bajarse. Me bajé tras él para seguirlo pero se dio cuenta y
rápidamente subió a otro camión. Seguí caminando a ver si
encontraba un policía para contarle lo sucedido pero no había ni
una patrulla cerca y tuve que irme a mi trabajo, así nada más”.
Carolina
asegura que en ese momento sintió coraje, impotencia y hasta
desamparo por no poder hacer nada para evitar las prácticas obscenas
del sujeto pero también por “darme cuenta que a nadie le interesa
lo que te pase. La gente puede ver que te están agrediendo y
prefieren fingir que no pasa nada e irse”.
El
referido sujeto, “parecía un hombre normal”, señala la joven, y
agrega que a esos tipos normales se agregan los que se suben
borrachos o drogados al camión y se ponen aún peor. “Yo me subo
al camión y luego me hago a un lado o incluso hago caras feas para
que no se acerquen, el problema es que si les dices algo en ocasiones
terminan agrediéndote, entonces ya no sabes qué hacer porque además
está el riesgo de que te bajes del camión y te sigan. Me he dado
cuenta de muchos casos así”.
Carolina
dice “que situaciones como ésta son una práctica común en los
camiones, pero ya rebasó los límites, yo pediría a las autoridades
que hubiera vigilancia al interior de los camiones. Las mujeres no
tenemos por qué estar soportando a estos tipos y poniéndonos en
riesgo constantemente”.
Palabras
en voz baja y miradas obscenas, comunes en la calle
En
un ejercicio realizado por El Diario, en el que se le pidió a una
joven, vestida de manera normal para un día normal de trabajo, que
caminara por el centro de la ciudad para identificar conductas de
acoso en los hombres, se encontró que, al estar expuestos éstos no
expresan abiertamente lo que piensan sino que lo hacen en voz baja,
pero lo suficientemente audible como para que la mujer en cuestión
lo escuche.
La
caminata, de cuarenta minutos aproximadamente, fue grabada en video y
plasmada en fotografías por un equipo de personas de este medio que
acompañaron a la joven, y dejó claro que, sin importar la
vestimenta, el peinado o el maquillaje que la mujer lleve, siempre
hay por lo menos un comentario alusivo a su cuerpo o con carga
sexual. Por otra parte, el acoso se manifiesta también –y es más
evidente- a través de las miradas dirigidas a partes muy específicas
del cuerpo femenino. Esta actitud no se limita a hombres que se
encuentran solos sino que incluye a quienes van acompañados por su
pareja e hijos.
En
un sondeo realizado entre jóvenes universitarias, se encontró que
el 90 por ciento de ellas han sufrido alguna vez algún tipo de acoso
sexual manifestado de manera verbal o a través de conductas
abiertamente sexuales. En un segundo sondeo entre mujeres de la
población en general, el cien por ciento de las féminas habían
sido acosadas, ubicando el transporte urbano como el sitio donde
mayormente se presentan dichas agresiones.
Frases
como “Súbete la blusa mija”, “qué buena estás”, “mamacita,
ven para darte algo”, “¿te digo lo que te puedo hacer?”, son
sólo algunas de las muchas cosas que las mujeres tienen que
escuchar, pareciera que de manera obligatoria y sin poder decir nada
al respecto, ya que si lo hacen se exponen a que la agresión sea aún
mayor.
Definición
de Acoso:
Cuando
una persona
hostiga,
persigue
o
molesta
a otra, está incurriendo en algún tipo deacoso.
El verbo acosar refiere a una acción o una conducta
que implica generar unaincomodidad
odisconformidad
en el otro.