Este artículo apareció por primera vez en elsitio de Atlantic Council.
La propaganda rusa logró superar su propia absurdidad cuando el director del Comité de Investigación de Rusia, Aleksandr Bastrykin, afirmó que el Primer Ministro ucraniano Arseniy Yatsenyuk luchó al lado de las fuerzas rebeldes en ambas guerras de Chechenia. Supuestamente, Yatsenyuk torturó y ejecutó a soldados rusos.
Aparentemente, esto tuvo lugar a mediados de la década de 1990, cuando Yatsenyuk era un estudiante de Leyes de 20 años de edad en el occidente de Ucrania, y carecía de entrenamiento militar. También trabajó en un bufete de abogados que, por alguna razón, nunca notó su ausencia.
Las redes sociales se inundaron rápidamente con imágenes satíricas en las que se mostraban “pruebas” de que Yatsenyuk era un islamista radical barbado. En muchos sentidos, estas mentiras tan obvias podrían parecer graciosas. Pero uno se pregunta si esto ha llegado tan lejos que el Kremlin está empezando a creerse sus propias mentiras.
En su excelente libro acerca del presidente ruso, The Man Without a Face, (El hombre sin rostro), Masha Gessen describe cómo Vladimir Putin sugirió reunirse con ella sin saber que había escrito en forma crítica acerca de él. Esta es una señal de que Putin se ha rodeado de aduladores y que lee de forma selectiva.
El hecho de que las personas que operan el arsenal nuclear más grande del mundo y que están preparadas para invadir países cercanos estén perdiendo el contacto con la realidad no es precisamente divertido.
La mayoría de las afirmaciones hechas por la propaganda rusa acerca de Ucrania son evidentemente falsas, pero ese no es el punto. Como señalóMichael Weiss, el propósito es hacer que las personas se ocupen de debatir o desacreditar la mentira, con el fin de que la verdad permanezca oculta. A esto se debe que los canales rusos dirigidos a un público internacional pocas veces hablan de Rusia, concentrándose en lugar de ello en lo terribles que son Occidente y el gobierno ucraniano.
¿La propaganda funciona? Actualmente, ni Rusia ni Putin son populares en Europa. De acuerdo con el Pew Research Center, sólo 26 por ciento de los europeos tienen una opinión favorable de Rusia. Sin embargo, es poco probable que hacer que los occidentales aclamen a Rusia haya sido el objetivo detrás del esfuerzo de propaganda; en realidad, la meta era hacer que los europeos se volvieran cínicos y reaccionaran encogiéndose de hombros frente a la invasión rusa de Ucrania.
Rusia no tiene que ser popular para que la estrategia funcione. Basta con que los occidentales comiencen a ver a la OTAN y a la Unión Europea como cortadas con la misma tijera. Inicialmente, parecía que la estrategia funcionaba, pero los europeos resultaron ser más listos de lo que Putin había previsto. En primer lugar, le sorprendió que los usualmente “comprensivos” alemanes estuvieran de acuerdo con imponer sanciones más severas. Y ahora podría haber logrado que los suecos digan adiós a la neutralidad.
De acuerdo con una encuesta reciente, 41 por ciento de los suecos están a favor de incorporarse a la OTAN, 39 por ciento se oponen a ello y 20 por ciento no están seguros. Para poner estas cifras en perspectiva, en 2012, sólo 17 por ciento estuvo a favor de incorporarse a ese organismo.
Suecia se opuso firmemente a la ocupación rusa de Crimea y ha ejercido presión para prolongar las sanciones, pero el notable cambio en la opinión pública puede atribuirse probablemente a un importante incremento de las violaciones al espacio aéreo y marítimo por parte de Rusia a partir de 2014. Brian Whitmore de Radio Europa Libre/Radio Libertad loexpresó adecuadamente: “Vladimir Putin ha logrado lo que ningún líder soviético: presionar a los suecos, tradicionalmente neutrales, para que se unan a una alianza militar.
No es probable que el gobierno sueco actual de centroderecha dé seguimiento al asunto, pero ha aumentado 11 por ciento los gastos de defensa de Suecia para los próximos cinco años, ha profundizado la cooperación con la OTAN y ha firmado un acuerdo de cooperación militar con Polonia, país miembro de la OTAN y feroz crítico de la agresión rusa en Ucrania. Los resultados de la encuesta, en combinación con el hecho de que los partidos de oposición de centroderecha están ahora unidos a favor de la incorporación a la OTAN, sugieren que el tema, que anteriormente era un caso cerrado, ahora por lo menos tenga una audiencia.
Rusia desea fracturar a la OTAN y a la Unión Europea, haciendo posible que el Kremlin haga frente a países como Ucrania uno a uno. Si Suecia se incorpora a la OTAN, ello enviaría un claro mensaje a Moscú de que la alianza funciona y de que la intimidación no es una receta para el éxito. Además, el hecho de tener cubierto el flanco norte hace que los estados del Mar Báltico sean más defendibles y refuerza el poder de disuasión de la OTAN contra cualesquier planes rusos en la región.
Un Mundo Occidental unido y creíble es la única manera de detener la agresión rusa contra Europa Oriental. El solo hecho de incorporarse a la OTAN no es suficiente. Si Putin decide desencadenar los daños hacia el Báltico, muy probablemente se verá acompañado por una enorme campaña propagandística y las acostumbradas y absurdas acusaciones de “fascismo.”
La vigilancia y una convicción firme de que el futuro no les pertenece a los autócratas son la clave para responder al hombre fuerte ruso.